lunes, 18 de abril de 2016

Via ferrata de Archidona (Málaga) Abril/16. Dic/17

Vía Ferrata de Archidona


En este sábado primaveral del mes de abril nos disponemos a realizar varias vías ferratas, concretamente cinco. Aunque la ruta inicial era acceder a las cuatro de loja; Victor que llevaba la ruta, propuso, ya que pasábamos por Archidona, realizar también la que hay en esa localidad. Dicho y hecho, todos los componentes del grupo (Carmina, Juan, Lorenzo, Manolo O, Victor y yo) lo aceptamos sin rechistar.
De este modo, y con algo de lluvia, salimos de Sevilla. Daban las siete y media de la mañana, cuando muchos feriantes regresaban a sus casas, con cara de poco dormir, y mucho beber y bailar. Sin embargo nosotros, llevábamos otro rostro, un rostro   que nos delataba,  ganas de disfrutar de un día de ferratas.



Así que tras un buen desayuno en el camino, llegamos a Archidona sobre las 9,30. Aquí teníamos para elegir entre dos opciones  a la hora de dejar los coches; o bien en el inicio de la ferrata o en el final. Optamos por lo más cómodo, directamente subimos hasta el Santuario de Nuestra Señora de Gracia, que es donde terminaría la ferrata, y en donde se encuentran varias antenas de comunicaciones. Una vez terminemos la ferrata, ya tendremos los coches aquí.


Así que lo que toca ahora es bajar hasta el inicio de la ferrata. Sin saber exactamente el lugar por donde bajar (no hay indicación alguna) nos guiamos por el cerro con las antenas (la ferrata esta justamente debajo) y buscamos una pequeña  carretera que discurre por la parte alta del pueblo. Para ello, desde el coche bajamos primero por unas escaleras en la misma muralla del Santuario.



Y después bajamos campo a través hasta alcanzar dicha carreterilla, un carril de tierra a la derecha nos deja directamente en el inicio de la ferrata.


Posiblemente encontraremos algún coche aparcado, fue nuestro caso, en donde otro grupo de tres participantes también iniciaban la ruta.

Características de la ferrata

Dificultad: Fácil-Media (K2-k3)
Tiempo de acceso a la vía: 5 minutos, si aparcamos el coche en el inicio. 20 minutos si lo hacemos desde el Santuario.
Tiempo de realización: 60 minutos.
Desnivel ascendido: 100 metros.
A destacar: 1 puente tibetano.


Un cartel en el inicio de la ruta, nos da algunas explicaciones y consejos sobre la realización de la misma.


Una vez en la base de la pared vemos que hay otro grupo de cuatro miembros que han empezado a subir. Pasado cinco minutos observamos que alguno de esos participantes no tienen experiencia y suben muy lentamente, y además sin saber cómo hacerlo. Nos echamos las manos a la cabeza, y en voz baja decimos “a este paso no subiremos nunca”.


Así que aprovechamos que esta vía tiene alguna repisa de descanso y subimos rápidamente nosotros y lo adelantamos, siempre habiéndolo acordado con ellos así.


Allá vamos, Juan sube primero y se lo comenta a los otros. Se detienen en el descansillo y subimos nosotros.


Aunque es una buena pared vertical, se sube cómodamente y sin desplomes alguno. Casi sin darnos cuenta hemos subido bastantes metros de altura en poco tiempo. Además entre medio hay varias zonas sin peldaños, utilizadas también como vías de escape, y en donde se puede aprovechar para un descaso, caso de que se necesite. Pero ojo, porque algunas piedras están algo inseguras, creo que aquí deberían haber colocado más peldaños.


Según subimos, las vistas de toda la zona son fantásticas. Allí abajo vemos el carril antes mencionado con algunos coches aparcados. 



Una vez alcanzado el último descansillo, y subiendo por una grieta, llegamos hasta el puente tibetano.


He de insistir sobre la fragilidad de algunas piedras sueltas, e incluso un par de peldaños con algún movimiento. 


Este puente tibetano de unos 30 metros de longitud le da cierto aliciente a esta ferrata. El cable está poco tensado, con lo que la sensación al atravesarlo es un tanto inseguro en el movimiento; hay que agarrarse bien.


Primero lo pasa Carmina, después Juan, Lorenzo, yo, detrás Manolo y cerrando el grupo Víctor.



A la entrada del puente a Juan se le caen las gafas. Por suerte queda atascada a un par de metros por debajo del puente. Con mucho cuidado, y como si se tratase de una imagen de película, consigue cogerla.


Poco a poco lo vamos atravesando todos, algunos con más pericia que otros.
Una vez pasado, y tras atravesar un roquedal llegamos a la parte más alta del cerro, en donde las antenas será nuestro fin de ferrata.








Bajando por un senderillo, en cinco minutos llegamos a los coches.

Ahora con dirección a Loja, para continuar con el resto de las otras ferratas, pero antes, una parada en Archidona para refrescar nuestras secas gargantas y felicitar a Manolo por el día de su cumpleaños…Esto acaba de empezar… 

DICIEMBRE/17










martes, 5 de abril de 2016

Maro-Cerro Gordo (playas del Cañuelo y Cantarrijan) Málaga-Granada (octubre/15)




Tras realizar la ruta de montaña al pico Cielo en el día anterior, al día siguiente nos fuimos a la costa de los acantilados de Maro-Cerro Gordo en el que a continuación se describe la ruta, y que en su momento escribió mi compañero Lorenzo y en este reportaje lo he dejado plasmado.
La ruta tendrá un recorrido circular de unos 6 kilómetros con un desnivel acumulado de unos 300 metros, en la que podemos tardar unas tres horas con paradas, y disfrutando de los acantilados, las playas...y una buena cerveza en el camino.


Después de desayunar nos dirigimos hacia
los acantilados de Maro por la N-340 (se
puede tomar la autovía A7, pero después hay
que volver hacia atrás y no interesa). Hay que
pasar la población de Maro y en una rotonda
tomar la salida que indica Playa del Cañuelo. A
pocos metros hay un aparcamiento donde
dejamos los vehículos.


Comenzamos a bajar por la pista hasta la playa,
el día está espléndido y dan ganas de bañarse. El
agua en estas playas de guijarros o arena gorda
es muy transparente, porque no se levantan los
fondos, y con las algas y la luz incidente toma
colores asombrosos. 


Vamos paseando tranquilamente,
conversando, disfrutando del clima y
del paisaje, y nos entretenemos en la playa subiendo
por las rocas y asomándonos a las calas.


Desde la playa del Cañuelo hay que subir por un sendero empinado hacia el Peñón del Fraile.
Nos vamos asomando a cada saliente para disfrutar de las vistas, luego retornamos al camino
para seguir adelante. 


El siguiente hito es la Torre de la Caleta, una antigua torre vigía restaurada
de las que hay tantas por aquí. Volvemos unos metros sobre nuestros pasos y continuamos.
Desde nuestra posición se ve la ladera de Cerro Gordo plagada de chalets privilegiados con
magníficas vistas al Mediterráneo, y un carril asfaltado que baja hasta la playa de Cantarriján a la que nos dirigimos. 



Ya cerca de la playa nos
metemos en el cauce del arroyo del mismo
nombre, una ancha rambla con grandes piedras
que marca el límite entre las provincias de Málaga
y Granada. 


Un pino caído cruza el arroyo a
modo de puente, a pesar de su horizontalidad
está vivo y bien enraizado y frondosa su copa,
no podemos resistir la tentación de montarnos
sobre él.


Cuando llegamos a la playa son cerca de las dos,
una hora apropiada para tomar unas cervezas,
descansar un poco y comentar las incidencias de
la ruta, cosa que hacemos en el restaurante La
Barraca, donde los ingleses toman el sol alucinando
con el clima y el paisaje.
Ya solo queda regresar a los coches remontando
el cauce del arroyo de Cantarriján. Donde podemos
vamos tomando pequeños senderos que
discurren paralelos al arroyo, más cómodos para
andar que el lecho pedregoso, pero en otros
tramos no hay más remedio que meternos en él. 


Más arriba, cuando lo abandonamos definitivamente,
ya con el lugar donde dejamos los vehículos a la vista, Rosa encuentra algunas setas:
un níscalo grande, un par de boletus y alguna otra, pero después de tanto tiempo sin llover
había muy pocas. Y por fin, hacia las tres menos veinte estábamos descalzándonos las botas,
cuatro horas de divertida ruta por estos bellos parajes marineros.

jueves, 10 de marzo de 2016

Subida al Fuerte (976 msnm) y Cerro Monederos (938 msnm) Málaga. Marzo/16


En esta ocasión, nos vamos de fin de semana 16 compañeros del club, pertenecientes al grupo de montaña. El sábado subiremos al Fuerte (976 msnm) y el Cerro Monederos (938 msnm), desde Frigiliana, y el domingo realizaremos una ruta por los tajos del río Cacín (desde el embalse de los Bermejales, cerca de Alhama de Granada). Ambas rutas están dentro del Parque Natural de la Sierra de Almijara, Tejeda y Alhama, situándonos para ello en las provincias de Málaga y Granada. Nos quedaremos a pernoctar en Nerja.


A las once de la mañana nos dimos cita en el pozo de Lizar (en Frgiliana) con los otros compañeros que venían de Sevilla, otros tantos ya pernoctamos esa noche en Nerja. Como teníamos tiempo, y en lo que llegaban los otros compañeros que no pernoctaron aquí, dimos un paseo por el bonito pueblo de Frgiliana, perteneciente a la comarca de la Axarquía.



Sin lugar a dudas, es uno de los más bellos de la zona y es el que mejor conserva su primigenia estructura morisca, con sinuosas callejuelas, empinadas escalinatas, y siempre decoradas con bonitas plantas cargadas de coloreadas flores.


Llegada la hora de nuestra cita, nos dirigimos hacia el pozo de Lizar (407 msnm), para ello, cogeremos la carretera de circunvalación que rodea al pueblo, y a unos 400 metros a la derecha sale una carreterilla en forma de pista  que nos subirá  hasta nuestro lugar de partida.



Una vez reunidos todos, preparamos nuestras mochilas, echamos algo de abrigo (el pronóstico del tiempo daba fuerte viento) y nos disponemos a emprender nuestra ruta, la cual constará de unos 13 km, 900 metros de desnivel y siete horas de caminata. Distinguiendo claramente esta ruta en dos partes; la primera, subida al Fuerte, sin problemas, bien indicado el sendero; la segunda, subida al cerro Monederos, algo más delicada, con alguna zona  expuesta y con parte del camino por explorar. 


Para iniciar la ruta nos dirigimos hacia la balsa de agua, y subiendo por unas escalerillas que la rodea, empezamos a subir fuertemente y de forma permanente por el  senderillo que nos encontramos, y que está bien marcado con postes indicativos.



Rápidamente  empezamos a coger altura y allá abajo podemos contemplar el pueblo de Frigiliana, y Nerja en la costa. Incluso podemos divisar en donde están aparcados nuestros coches, junto a la balsa de agua.
En la subida de vez en cuando hacemos una pequeña parada para resoplar y reagruparnos.
La pendiente no da tregua, pero las hermosas vistas de toda la Sierra de Almijara compensan el esfuerzo.


Por un lado la costa, y por el otro las cumbres del Navachica, Lucero, Cisne, Almendrón, Cielo… que majestuosamente coronan toda esta sierra, y que tantos recuerdos nos traen.
Tras dos horas de subida, y algo menos de cinco kilómetros, llegamos a la cumbre del Fuerte (976 msnm).




Haciendo un poco de historia, la cima del Fuerte, antiguamente conocida como el peñón de Frigiliana tuvo una especial relevancia histórica a mediados del siglo XVI cuando se produjo la rebelión de los Moriscos en las Alpujarras. Siendo éste uno de los asentamientos más difíciles de conquistar por parte de los cristianos.



¡Que hermosas vistas!, detrás de nosotros las cumbres del Lucero, Navachica, Almendrón, Los Tajos del Sol (cuanto calor pasamos aquel día de junio) y por debajo la cuenca del río Higuerón.
Después de unos quince  minutos disfrutando del lugar, proseguimos nuestra marcha hacia el Cerro Monederos.



Para ello, empezamos a bajar por el mismo lugar de subida y a unos 200 metros abandonaremos el sendero hacia la izquierda,  rodeando el cerro del fuerte por la parte oriental.


¡Espectacular!, parecía imposible que por allí discurriera un sendero casi adosado a una de las paredes del  mismo cerro del fuerte.


María José, que va algo fastidiada con una rodilla, y Manolo, se vuelven para atrás. Nosotros seguimos hacia ese paredón.


Por un senderillo muy ajustado a la pared vanos avanzando, algunos con más vértigo que otros, pero todos juntos, ayudándonos los unos a los otros. Mejor los palos a la mochila, para llevar las manos libres.



En algunos tramos, la vertiginosa caída hacia abajo nos hace mantener la precaución a la hora de avanzar. A veces, el senderillo solo lo veíamos cuando lo teníamos de frente; desde lejos parecía que por allí no se podía pasar.


Un camino algo complicado para algunos y que poco a poco fuimos superando. ¡Un sustillo de vez en cuando! Y tras quince minutos de paso abandonamos el paredón.



 Una vez  abajo, ahora ya si nos podemos relajar. El senderillo marcado en tramos con puntos azules nos dirige directamente al Cerro Monederos.


Algo más de una hora y media hasta alcanzar nuestro siguiente objetivo, menos tiempo para Lorenzo, que lo subió directamente. Nosotros le dimos toda la vuelta, casi sin sentido alguno, ya que el recorrido fue mucho mayor, y el desnivel el mismo.

Una vez arriba, nos encontramos con las ruinas de la ermita mozárabe de San Calixto del siglo XI. 



Lorenzo, que llevaba un rato en la zona, bajó para reunirse con nosotros, y juntos en un pequeño y agradable llano nos pusimos a comer.



Una vez con el estómago lleno, y tumbados bajo este agradable sol que nos calienta, algunos, los menos, subieron al cerro Monederos, y los más, nos quedamos reposando en forma de siesta durante algunos minutos. Tras casi una hora de relax entre una cosa y otra, teníamos que ver ahora cual sería nuestro camino de vuelta. ¿Por el mismo lugar? ¿Buscando el río Higuerón?
Intentamos lo segundo, y para ello bajamos hacia los restos de un cortijo que veíamos un poco más abajo. No había camino definido, solo muchos pinchos, zarzas… rocas, tajos y todo aquello que hacía prácticamente imposible poder caminar. Lorenzo, Juan y yo tiramos por tres sitios distintos intentando encontrar algún paso de bajada en busca del río Higuerón (que por cierto veíamos allá muy abajo). Estaba complicado, así que dimos la vuelta y nos reagrupamos con el resto de compañeros y de camino por el mismo sitio, que sería más seguro.


El fuerte viento en ocasiones y el intenso calor en otros, hace que cada poco tengamos que cambiarnos  de ropa. La maleza nos inunda en algunos tramos y los pinchazos en nuestras manos son testigos de dichos suplicios.
De frente, y de forma muy picuda siempre vemos el Fuerte, hacia él nos dirigimos.
De nuevo en el paredón. Más de uno resopla al saber por dónde tenemos que pasar, así que otra vez, los palos a la mochila y a subir con precaución.



Aunque tenemos que mirar bien por donde pisamos y en  donde nos apoyamos, el sentido del humor no lo perdemos y las bromas y las risas son permanentes en todos los tramos de la marcha.
Superado el paredón, se nota una cierta relajación, y aquí, ya le pasamos “al Ortega” el mando de la ruta para que nos lleve sanos y salvos hasta nuestro destino.


Una vez que llegamos a la bifurcación del Cerro Monederos con el Fuerte, ya solo nos queda bajar y bajar. De frente Frigiliana y Nerja, e incluso ya empezamos a ver de nuevo  los coches aparcados junto a la balsa.



A las seis y media de la tarde llegamos a nuestro destino.


¡Otro día de pateo y de risas para llenar nuestra insaciable mochila cargada de montañas y de buenos momentos!, y mañana más… a los tajos del río Cacín, pero eso ya será otra nueva historia…