En este caluroso día de fin de mes de mayo, nos aventurarnos para realizar la ruta completa que recorre la Sierra de Alpujata, ubicada entre la localidad de Coin y Marbella, ambas de la provincia de Málaga.
Carmina, Juan C, Rosa y el que escribe subiremos al Pico del Águila (1070 m) y cresteando llegaremos al pico Castillejo (1077 m), consiguiendo de esta forma culminar toda la Sierra.
El recorrido total será de unos 18 km, 1100 m de desnivel acumulado, y 9 horas de pateo. Por lo que la dificultad de esta ruta podría ser media-alta, con un método MIDE de 3334. Aunque para nosotros, y por las circunstancias propias de un día de mucho calor, la ruta nos resultó tremendamente penosa, sobre todo al final d la misma.
Nos trasladamos hacia la localidad malagueña de Coin, viniendo de Marbella, y a solo 5 km de Coín, concretamente en el P.K 13 cogeremos una carreterilla que nos lleva hacia las canteras de la Albuquería. Después de dos kilómetros recorridos, dejaremos el coche en un pequeño ensanche de la carretera, donde un poste nos marca el inicio de la ruta en la parte izquierda.
Son las 10 de la mañana, estamos a una altura de 335 m. Ya a esta hora se nota calor, con lo que llevaremos bastante agua para todo el recorrido.
Al inicio de la ruta leemos el panel informativo, y podemos ver que para el pico Áquila tenemos 5,5 km hasta su cumbre. De momento cogeremos el sendero común PR-A 338 Barranco blanco.
El comienzo de la ruta se hace agradable, ya que transitaremos por un frondoso bosque. El sendero está perfectamente indicado con hitos. En los posibles desvíos, unos postes nos indican hacia el Pico Águila.
A los 20 minutos llegamos al final del senderillo, junto a una cancela. Seguiremos por la pista que sale a mano derecha.
La pista nos llevará hasta la bifurcación donde ya nos desviamos del sendero común de barranco blanco.
A los 45 minutos llegamos a una balsa de agua junto a un helipuerto. Aquí otro poste nos indica la dirección hacia el pico Águila (2,7 km).
A partir de aquí, el sendero se hace más pronunciado, y de vez en cuando tenemos que hacer una pausa para tomar algo de líquido. El calor empieza a ser sofocante.
Una vez superado el bosquete y la empinada cuesta llegamos a un collado, ya a cielo abierto. Seguiremos subiendo por los cerros que nos encontramos en la parte derecha, y así seguiremos hasta llegar al más alto, el cerro del Águila (1030 m). Son las 12,30 horas, eso quiere decir que hemos tardado dos horas y media en subir hasta aquí, y superar los 700 metros de desnivel.
Las vistas desde aquí son impresionantes, al sur el mar, la sierra de Mijas, el peñón de Gibraltar, e incluso divisamos la costa de Marruecos. Al norte Sierra Cabrilla, el valle del Guadalorce con su característico monte Huma y el capilla, y la sierra de las Nieves con su Torrecilla. Al Este, muy a lo lejos y algo difuminado la sierra de Almijara, donde precisamente ayer estuvimos subiendo al pico Almendrón. Y al Oeste Sierra Blanca, con la Concha, Lostanar, Cruz de Juanar, y castillejo (es otro castillejo, no confundir), donde por cierto también nos trae unos agradables recuerdos. Pero antes de Sierra Blanca, nuestro siguiente objetivo: el castillejo.
Hacia el iremos tras una pausa de media hora refrescándonos y disfrutando de las vistas. El senderillo está medianamente marcado, pero más o menos se intuye, y además sabemos la dirección. Será un sube y baja de cuatro cerros, en los que tendremos que subir y bajar 100 de desnivel en cada tramo.
El pico castillejo se reconoce fácilmente, ya que hay unas antenas en su cumbre y además un grupo de varios ejemplares de Pino negro, que por cierto están protegidos.
El calor es achicharrante. Cada tramo de subida se hace como un calvario. No corre ni pizca de aire. Menos mal, ya queda solo un último tramo de subida, justamente el más empinado.
Ya casi estamos en la cumbre. Una alambrada protege a los pinos, en diez minutos hemos llegado.
Estamos en el Castillejo (1070 m). Son las 15 horas. Es decir, hemos tardado dos horas desde el pico Águila. Solo el tiempo de la foto de grupo y para abajo, ya que estamos hambriento y no hay ni una sombra.
Tendremos que coger la pista que vemos abajo, pero leyendo una crónica que llevamos de la ruta, debemos acortarla, ya que de lo contrario tendríamos que hacer 4 km más de pista.
Cogemos la pista que va hacia la casetilla, y hacia abajo, pasados unos diez minutos, y justamente cuando de nuevo empieza a subir, una torrentera será nuestro camino para atajar esos cuatro kms.
La torrentera la tendremos que bajar con mucha precaución, ya que algunas piedras están algo delicadas al pisar.
Por fin, tras quince minutos de bajada, ya estamos de nuevo en la pista. Son las 15,45 horas y todavía no hemos comido.
Improvisamos nuestro comedor junto a una gran roca, que debido a su altura aprovechamos su poco espacio de sombra para comer.
¡Uf que calor, que sed, que hambre¡. ¡Ea, a comer se ha dicho¡. Media hora, codo con codo buscando la poca sombra existente en esta roca.
A las 16,15 empezamos a descender por la pista, son 9 kilómetros de solanera lo que nos queda hasta llegar a nuestro destino (exceptuando el último tramo de sombra), es decir casi tres horas de camino. Pues a no pensarlo más, a andar se ha dicho.
En todo el tramo de pista vemos allá arriba toda la cuerda del la Sierra Alpujata, de dónde venimos. La pista da vueltas y vueltas, y el calor se hace insoportable.
De pronto Juan escucha un ruidillo, no nos lo podemos creer, es una pequeña caída de agua en forma de arroyuelo. Está junto a la pista.
No lo pensamos ni un solo segundo, todos directo al agua. Aquí 10 minutos de un agradable refrescar.
Ya vemos la Balsa de agua y el helipuerto, justo donde esta mañana empezamos a subir. A partir de aquí ya la sombra de los árboles nos alivia este brutal sufrimiento.
Por fin a las 19 horas llegamos, al coche. Nos cambiamos y sin casi perder tiempo buscamos un bar donde refrescarnos con algunas cervecillas. Pues hasta aquí este caluroso día del mes de mayo.
A partir de aquí corresponde a la otra fecha (Nov/08) donde solo subimos al Aguila
poco de humedad, debido que por ahí pasa el arroyo de las labores nos hacían resbalar , y 
encinas quincuagenarias para medir el grosor del tronco y echarnos unas fotos de recuerdo.
