El Labradillo, ¿Dónde está el Labradillo?.
Cercano, muy cercano. Es el monte que hemos visto miles de veces cuando pisamos tierras de la localidad El Bosque y Benamahoma, ambas en la provincia de Cádiz, y en plena sierra de Grazalema.
Tiene una modesta altura (1095 m), pero difícil de coronar.
Sus dos grandes dificultades: que hay que atravesar por fincas privadas y que no hay ningún sendero que nos lleve a él, salvo la intuición y la dirección de su cumbre.
Para conseguir nuestro objetivo, Carmina y Juan (después de cuatro intentos) habían planteado dicha ruta. Para ello nos situamos en la localidad El Bosque, y desde la plaza de toros cogeremos de frente la pista de tierra que nos llevará hasta la piscifactoría, y desde aquí hasta la finca Majabreña (339 m) que se encuentra a unos dos kilómetros y medio. Aquí dejaremos un coche, y el otro se llevará para Benamahoma, que será el final de ruta.
Diez compañeros del club nos damos cita, y a las 10 de la mañana empezamos a andar.
Carmina y Juan habían pedido permiso para pasar por la finca, así que mientras los conductores llevan los coches a Benamahoma, nosotros charlamos con los de la finca, y aprovechamos para contemplar unas bonitas vistas sobre El Bosque
Ya han llegado Pepe y Juan, así que a andar por la pista que sale justamente detrás de la casa de la finca.
El día está agradable, aunque el pronóstico es de algo de lluvia para la tarde. De momento las nubes cubren las cumbres de los montes de alrededor.
A la media hora de andar por la pista, ésta se bifurca en dos, nosotros tiraremos por la derecha.
Charlatanes y sosegados seguimos andando y disfrutando de esta espesa vegetación, donde las fuerte lluvias caidas en fechas anteriores, dejan un bonito verdor en el campo.
Pasando alguna zona embarrada, nos dirigimos por este sendero viendo de frente al picudo pico Margarita y a nuestra derecha nuestro objetivo, el Labradillo.
Ya cercano al cortijo Del Moro, y tras una hora de ruta, tendremos que pasar por una almbrada, que sin dificultad alguna podemos solventar.
A unos 65o m. de altitud nos encontramos El Cortijo Del Moro totalmente derruido. Aquí, un fuerte sonido de agua nos da pista del nacimiento de algún arroyo.
A contiuación seguiremos por la pista que se encuentra en la parte trasera del cortijo
Ahora el desnivel se hace más pronunciado, y empezamos a desprendernos de algunas ropas.
Grandes quejigos le dan gran belleza al camino.
Algo menos de media hora después, llegamos a un llano situado a poco más de 800 m. de altitud.
Las peonías empiezan a florecer, y el campo brota en una ivasión de colores. A nuestra derecha y allí en lo alto vemos El Labradillo.
Hermosas vistas sobre los pueblos de la Sierra, alli, Prado del Rey.
Ahora el ¿senderiilo? se ahoga de tanta vegetación, y a la vez, decenas de espigados espárragos asoman por doquier. Y claro, sobre todo Rosa y Juan García no dejan de disfrutar con tan suculenta recolección.
Veinte minutos después y tras un pequeño pedregal desembocamos en una pista que viene desde Zahara de la Sierra. Nosotros tiraremos hacia la derecha.
Diez minutos después llegaremos a otra alambrada de una finca cinegética, y que tendremos que saltar. Estamos en ella, y en la que hay que andar con mucha precaución.
En esta zona húmeda de gran belleza, los liquenes y musgos asoman a la vuelta de cada roca y de cada árbol.
El verde intenso invade esta bella estampa.
Nosotros solo nos guiamos siguiendo la dirección supuesta del Labradillo. así que unos por aquí y otros por allá.
Pasada esta zona húmeda desembocamos en una lagunilla llena de blancas florecillas. Ya estamos a casi 1000 de altura, y aunque parece que estamos cerca todavía queda lo peor.
Ahora ya el camino es totalmente intransitable, y los pinchazos son casi permanentes.
Saliendo de esta frondosa vegetación, y a cielo abierto, intentamos orientarnos y hacia donde tenemos que tirar.
De frente el pico Margarita.
Estamos muy cerca, de hecho la dirección lo tenemos claro, pero no hay camino alguno, así que toca seguir pinchandonos.
Pasaremos por algunos pequeños "perezosos" (pequeñas lagunillas, muchas de ellas secas) cargadas de bellas flores.
Ahora toca trepar por algunas rocas. Es difícil tirar por el mismo camino, al no haber sendero marcado.
Por fin, ya estamos en la cumbre del Labradillo, son las 13,40 horas, esto quiere decir que hemos tardado tres horas y cuarenta minutos en llegar hasta aquí.
Las nubes corretean de un sitio para otro, y en cuestión de minutos queda todo totalmente cubierto por nubes bajas. Pero casi de refilón pude fotografiar el bonito pueblo de Benamahoma allá abajo.
Nuestras dos coordinadoras, Rosa y Carmina parecen haber salido del abismo, entre grandiosas tinieblas.
Aunque ya estamos en la cumbre, algunos avanzamos hasta el final, en donde una balconada en caida vertical va directamente hasta el pueblo de Benamahoma.
... Pero ojo con las fuertes rachas de viento...
Resguardados tras unas rocas, comimos nuestros merecidos bocatas.
A saber; cervezas bien fresquitas, embutidos del super de la esquina, y como siempre, un exquisito manjar negro en forma de chocolate. Y como no, la consiguiente petaca de nuestro compañero Pepe, para entrar en calor, y que en esta ocasión bien nos hace falta.
Hora de bajar, el día está cerrado. ¿Por donde bajamos?, por donde hemos venido, o por el empinado tramo hasta el Cortijo de Valdihuelo y el pueblo de Benamahoma. Por votación unanime, a saco hacia Benamahoma.
Los resbalones son continuos por parte de casi todos los compañeros, hay tramos muy empinados, y admás con piedra suelta.
Según bajamos, y sin sendero alguno, vamos buscando un senderillo que vemos allá abajo ( a nuestra izquierda). Juan que va delante intenta buscarnos la mejor alternativa de camino. Podemos seguir viendo el cortijo de Valdihuelo, y eso siempre es una buena referencia.
Subiremos un poco buscando una alambrada que vemos allá a nuestra izquierda. Una vez en ella la seguiremos hasta atravesarla por un agujero allí existente.
Seguimos por la alambrada, y tras casi dos horas de bajada desde que abandonamos la cumbre llegamos al cortijo de Valdihuelo.
Aquí, las nubes se ennegrecen y dejan caer una ligera llovizna.
Desde aquí, una pista ya nos llevará con dirección hacia Benamahoma, pero antes pasaremos por las ruinas de un tentadero que en tiempos pasados debería haber tenido bastante importancia.
Con ciertas aspiraciones taurinas, y que dicho de paso, también algo frustradas. El que más y el que menos tenía sueño de aquellos rejoneadores de época, y que no de las actuales.
Cada uno hizo lo que pudo, pero con poco éxito en la grada.
Al final, un gentío alzando la pañuelada en el ruedo.
Y que por cierto no pedía la oreja del bravío, sino todo lo contrario la cola de quien ¿del caballo?, ¿del toro? ¿del ...?.
Hora de cierre, en la próxima temporada no se repetirá el cartel.
El público sediento acude velozmente a los muchos abrevaderos por allí existente.
Y
Ya a las 17 horas llegamos a Benamahoma.
Unas cervezas fresquitas, unos cafés, y una riquísima y sabrosa tarta de nuestros compañeros Juan y Carmina.
13 kilómetros de ruta, siete horas de pateo, unos 800 metros de desnivel, y un gran disfrute con unos excelentes compañeros.
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