Regresando de Tipaza hacia Argel, aprovechamos, ya que teníamos la furgoneta contratada, para visitar el Monumento de los Mártires, que quedaba muy retirado del centro, así ya lo tendríamos visitado para el día siguiente.
Este monumento icónico conmemora la guerra de Argelia por la independencia de Francia. El monumento fue inaugurado en 1982 en el 20 aniversario de la independencia d Argelia.
Se construyó con la forma de las tres hojas de palmera de pie que albergan la “llama eterna” debajo. En el borde de cada hoja se colocó un soldado, cada una representando una etapa de la lucha de Argelia.
Este monumento está formado por tres enormes frondas de palmera de hormigón que se juntan y se eleva 92 metros hacia el cielo, representando la unión de la agricultura, la cultura y la industria para hacer que Argelia sea grandiosa.
En la base del Monumento se encuentra el Museo Nacional Moudjahid y una plaza abierta donde se organiza regularmente conciertos, eventos y exposiciones.
Aunque nosotros no la pudimos ver iluminada, en 2017 las autoridades locales decidieron instalar un nuevo sistema de iluminación que les permitiera crear fácilmente un hito nocturno extraordinario para marcar eventos especiales.
El museo relata la lucha contra la presencia francesa y la guerra de Argelia, con exposición de armas y objetos de guerra.
Muchas familias se concentran en este monumento para pasar el día. Varios tenderetes y vendedores ambulantes podemos ver aquí.
El día de hoy lo dedicaremos íntegramente a visitar la zona más antigua e histórica de Argel, la Casbah, declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992.
Para ello cogeremos el metro que nos llevará directamente a la plaza de los Mártires y ya desde ahí recorremos toda la parte antigua.
Casba, en árabe significa ciudadela o fortaleza, siendo este el barrio histórico que la rodea. Es un tipo único de medina, una ciudad islámica, ubicada en la costa del mar.
Construida sobre una colina, se adentra al mar dividida en dos: la ciudad alta y la baja.
En esta, bastante deteriorada, encontramos mezquitas, y edificaciones del siglo XVII, además de las típicas calles-laberinto.
La Casba jugó un papel central durante las luchas de Independencia de Argelia (1954-1962). Fue el foco de insurgencia planeada por el Frente de Liberación Nacional que les dio un lugar seguro para planear y ejecutar ataques contra autoridades opresoras francesas y agentes del orden público en la Argelia del momento.
Con el fin de contrarrestar los ataques, los franceses tuvieron que centrarse específicamente en la Casba.
La Casbah es un ejemplo de medina único en su género. Está emplazada en uno de los más bellos paisajes costeros del Mediterráneo, desde el que se dominan los islotes donde los cartagineses instalaron una factoría en el siglo IV a.C. Sitio de memoria e historia. La Casbah posee vestigios de una ciudadela, mezquitas antiguas y palacios otomanos, así como una estructura urbana tradicional asociada a un profundo sentido comunitario.
La Fundación Casbah. Una asociación creada en 1991 para preservar el casco antiguo de Argel, ha emitido un informe en el que se censan 300 edificios que amenazan ruina. Es lamentable cuando paseamos por sus callejas lo descuidado que está todo. En algunas zonas, es incluso peligroso por la posible caída de parte del edificio. Y es Patrimonio de la Humanidad, UNESCO.
Los habitantes de la Casbah llevan años denunciando su precaria situación ante las autoridades. Sin
conseguir otra cosa. En el año 2018, la UNESCO llegó a celebrar una conferencia internacional como salvar la ciudadela, aunque se ha negado a incluirla en la lista de patrimonio en peligro. Cosa inexplicable por parte de la UNESCO.
Mientras muchos edificios se caen, los niños siguen jugando por sus cuestas y las mujeres tienden la ropa en los tejados y balcones, algunos invadidos por antenas parabólicas.
Llegar a la alcazaba y a sus calles es como atravesar una puerta del tiempo que nos traslada al corazón histórico de la ciudad. Con sus calles laberínticas, calles empedradas y rincones místicos, muchos con la basura acumulada.
Sus callejuelas, inspiración de escritores, también conocieron el olor de la sangre, del miedo, la persecución y traición durante los años que duró la colonización francesa y su guerra de independencia.
Me detengo en una tienda de rosquillas, el hombre habla algo de español y, con mucho esfuerzo y cierta tristeza, me cuenta que la Casbah se derrumba.
Escombros, basura y distintos proyectos de restauración solo son parches que no evitan su deterioro. Todos aman la Casbah pero esta agoniza mientras se espera, aunque no se sabe muy bien ni qué ni cuándo.
Lo dejo con sus quehaceres y sigue amasando, para seguir con las rosquillas.
Seguimos subiendo, bajando, por aquí, por allá. De vez en cuando me pierdo de mis compañeros, pero siempre controlando por donde van.
Me gusta inmortalizar con imágenes y escenas de la vida cotidiana de esta urbe. Su gente, sus vestimentas, sus rezos, sus costumbres, sus tradiciones…
Edificios apuntalados que no disimulan la historia pasada y, que ahora están a punto de caer. Otros ya han caído y solo queda el solar habitado por los muchos gatos que por aquí corretean y las yerbas que florecen entre los muros ya caídos.
Fue construida hace ya diez siglos, a sus 1000 años continúa luchando por mantenerse en pie, ajena al crecimiento natural del país y a su rápido deterioro.
La Madrasa Thaalibia fue fundada en 1904 y convertido en uno de los principales centros educativos y espirituales de la capital.
Construida en estilo del renacimiento morisco, cuatro cúpulas flanquean la cúpula central, un vestíbulo y un porche abierto entre las dos cúpulas de la fachada principal. Todas las paredes están revestidas, hasta la mitad, con loza y azulejos.
La Madrasa Thaalibia fue fundad en el 1904 convirtiéndose en uno de los principales centros espirituales y educativos la capital. Con cuatro cúpulas que flanquean a la cúpula central, un vestíbulo y un porche abierto entre las dos cúpulas de la fachada principal. Todas las paredes están revestidas, hasta la mitad con loza y azulejos.
Quizás la apreciación más grandiosa de la Casbah es la que proviene del inglés Samuel Purchas, que publicó relatos de viajes por todo el mundo a principios del siglo XVII. La llamó “el remolino de estas yeguas, el trono d la piratería, la cloaca del comercio y el hedor de la esclavitud…el receptáculo de los renegados de Dios y de los traidores de la patria”
Al bajar por unas escalinatas, en donde algunos de sus escalones estaban desprendidos, un fuerte y agradable olor a comida notamos a nuestro paso por esta calleja. En un diminuto local donde se sirven comidas caseras, la gente se agolpa haciendo cola y pedir algún manjar para llevar. El local es tan pequeño que la gente saca su comida y sentados en la calle saborean dicho manjar. Se va acercando la hora del mediodía, y el estómago ya nos va avisando de que tenemos que comer.
Poco a poco vamos abandonando la Casbah y, tiramos hacia la parte baja de la misma, en donde se concentran cientos de tenderetes que venden desde frutas, ropas, dátiles (muchos dátiles) o cualquier otra objeto que nosotros podamos imaginar: tornillos oxidados, varillas metálicas, candados rotos…y un sin fin de aparatos que no sirven ya para nada, al estar estropeados…
Son las 14:30, hora de comer y, que mejor sitio que en los restaurantes que hay en el mismos puerto, allá vamos.
Aunque es verdad que llevábamos la referencia de comer en un restaurante, al llegar allí no nos convencía, ya que según uno de nuestros compañeros que entendía bastante de pescado, no lo veía bien. Así que seguimos buscando y entramos en uno muy bueno, y de calidad excelente.
Todo tenía muy buena pinta, podíamos pedir el pescado deseado al peso o simplemente las raciones ya sentados en la mesa.
Gambones a la brasa, corvinas, mero…y mariscos varios..
En el restaurante, los pocos argelinos que comían, se veían que tenían que ser de clase media-alta, ya que para el nivel de vida en general de Argelia, este restaurante sería prohibitivo para la gran mayoría de ellos.
Comimos bien, muy bien pagando una media de unos 15 € cada uno. No estaba mal para degustar los pescados y mariscos de aquí.
Y de postre, exquisitos dulces que podemos encontrar en las muchas pastelerías que hay salpicadas por la ciudad y, atención superbaratos, 0,25 céntimos de euro.
Con varios pastelitos comprados cada uno, nos sentamos a tomar café en una de las cafeterías más populares de Argel, Grand le Tantonville, cafeteria famosa por estar situada junto al Teatro Nacional y, ser el destino de muchos artistas, actores y actrices.
Junto a nuestra mesa, había una pareja de argelinos, ella era comediante y actuaba en ese Teatro.
Le pregunto a José, en francés, de donde éramos, a lo que el ampliando la conversación le dijo que éramos españoles.
Tras una pequeña charla, ella nos invitó a acudir al teatro a las seis de la tarde, ya que se iba interpretar una pequeña obra reivindicativa del pueblo saharahui.
Pues allí fuimos, no solamente nosotros, también la televisión argelina, la radio. Con presencia de la Minista de Cultura y altos mandos del ejército de Argelia.
Todo un despliegue informativo para este evento en pro de la independencia del pueblo saharahui. Fue toda una sorpresa final en nuestro viaje a Argelia.