Las dos comarcas por la que recorremos su costa...
Entre montaña y montaña haremos un breve descanso y visitar la costa cántabra entre la localidad de Somo (a escasos kilómetros de Santander) con dirección oriental y Castro-Urdiales.
Para ello dedicamos dos días y situamos la tienda de campaña en el camping ubicado en la localidad de Islares.
Nuestra primera parada Somo donde una gran playa ubicada en la bahía santanderina nos dará la bienvenida, y junto a ella la playa de los tranquilos, donde la olas azotan fuertemente en la roca.
A escasos kilómetros la playa de langre, sin lugar a dudas una de las más bellas y más salvajes de la zona.
Decenas de furgonas con matriculas alemanas, austriacas, belgas ........ ataviadas con todo lo necesario para la práctica del surf.
Grandes olas se levantan sobre el agua y hacen disfrutar a los muchos surfistas instalados en la zona.
Sobre los acantilados de la playa un senderillo nos llevará hasta la playa siguiente en solo 20 minutos. Arnillas es una playa coqueta, tranquila y con un paisaje espectacular.
A continuación, en la localidad de Ajo nos desviamos hacia el mar para acercarnos al faro de Ajo. Una puerta cerrada nos impide el paso. Nos acercamos a los acantilados para intentarlo ver desde lo lejos.
De todos modos parece una zona algo más turística por lo que nos vamos hacia Santoña.
Enclavada en un escenario, donde la belleza paisajistica y natural está garantizada. Se trata de un paraiso ornitólogico con más de 4500 hectáreas y alberga un valioso ecosistema con abundante fauna y flora.
Nuestro siguiente destino, Laredo. Impresionante playa vista desde uno de los miradores antes de llegar a la localidad.
La Puebla Vieja y el Arrabal, declarado conjunto histórico artístico está formada por callejuelas o rúas y rodeada por una esbelta muralla, en donde todavía podemos acceder a ella por una de sus puertas de entrada
Ahora iremos a una de las playas mas hermosa de la zona, la playa de San Julian. Pasado Laredo, y sin salir a la autovia, una carreterilla nos conduce hasta la localidad de Liendo. Aquí, una indicación nos envia hasta la playa de San Julian. Una pista de un kilómetro aproximadamente, y en un estado algo malo en algunos tramos nos llevará a este paraiso.
Como aquellas playas de ensueño, solitaria, silenciosa. Esta playa, con grandes acantilados vertiginosos que miran hacia el mar.
Allá abajo, la playa desierta. Nadie se puede bañar. Solo dos surfistas se aventuran en esta playa paradisiaca.
Sobre los acantilados nos sentamos, y no nos cansamos de contemplar tanta belleza.
Intentamos avanzar por el borde del acantilado. Imposible, la vegetación está muy cerrada y no nos deja pasar. Nos conformaremos con esta excepcional vista.
Bordeando la costa salimos a Oriñón y Sonabia y por último a Islares, donde nos quedaremos a dormir.
Como casi siempre, nos despertamos con lluvia, un fuerte aguacero cae sobre Islares. Aún así nos vamos a la playa para disfrutar de las vistas. Una pequeña playa junto a su puerto y en frente la pequeña bahía de Oriñón por donde pasamos ayer.
Así que visto lo visto nos vamos a visitar Castro-Urdiales, una de las joyas cántabras.
Situada en la costa oriental, cerca ya de la frontera con Vizcaya, Castro-Urdiales está rodeada de espectaculares paisajes costeros repletos de abruptos acantilados.
Situado en el extremo de un promontorio y junto a la iglesia de santa maría se encuentra el castillo medieval. Sólida fortaleza convertida en faro.
Y frente a él unida por el puente medieval se encuentra la Ermita de Santa Ana.
Localidad marinera por excelencia, su economía se mueve mirando al mar y además de todos los turistas que se agolpan para disfrutar de este bello lugar.
En la plaza del Ayuntamiento, los soportales acogen a muchos bares donde se mezclan los lugareños con todos los viajeros que rondan por estos lares.
Pero sin lugar a dudas, donde se forma un verdadero festin es en torno al puerto pesquero. Cuando los barcos vienen cargados de pesca, las gaviotas revolotean en busca de su recompensa. El espectáculo está servido, y el ambiente pesquero se respira a cada paso que damos.
Y como no, a la hora de comer, donde mejor que picar que en los muchos bares existentes en la zona. Buen tapeo, buen pescado y sobre todo para todos los bolsillos.
Y por la tarde hermosas terrazas donde saborear excelente reposteria, y el cafe que ya toca.
Castro-Urdiales es perfecta, reune todos los ingredientes para que un viajero pueda disfrutar de este trocito de costa, y además al estar cerca de Vizcaya, en sus bares, en la calle, se respira cierto ambiente del País Vasco. Estar por aquí y no vistarlo sería un gran error.
¡Ah se me olvidaba!, su gente encantadora, he aquí una pequeña muestra .............
Y mañana que ...., seguiremos subiendo montañas.