En este día de octubre, y con un calor que sigue siendo sofocante, nos vamos de ruta por el Arco Calizo, haciendo frontera con las provincias de Málaga y Granada. Para ello nos damos cita 12 compañeros del grupo de montaña.
Nos trasladamos con dirección a Villanueva del Trabuco, viniendo de la A92M (Sevilla-Granada), antes de entrar en el pueblo cogemos la carretera que nos lleva a Alfarnate, y a unos cinco kilómetros a la derecha, cogemos la pista que nos lleva hasta la fuente de los cien caños, que está bien indicado.
Avanzamos por esta pista algo más de 500 metros, dejando el coche aparcado en la finca de los Poyales, ya que justamente en el inicio de la pista (y donde empezará nuestra ruta) el coche no lo pudimos aparcar por ser muy estrecho.
Como la ruta terminará mas allá de la fuente de los cien caños, acercamos los otros coches para volver con ellos por la pista, ahorrándonos para ello unos cinco kilómetros.
Reunidos ya todo el grupo completo, retrocedimos por la pista hasta la misma carretera y empezamos a subir por el sendero que sale a mano derecha y que está bien marcado con una indicación:
"próxima flecha a 500 metros"
Son las 10:30, y estamos situados a una altura de poco más de 800 metros.
Por delante tenemos cuatro picos por subir, y para ello echaremos unas seis horas y media, 1100 metros de desnivel acumulado y unos 10 kilómetros de recorrido, en donde tendremos cresteo, mucha zona caliza, senderos sin marcar...y una impresionantes vistas de toda las sierra de Loja, las Cabras, Torcal, Chamizo...incluso a lo lejos también veremos la sierra de Almijara, con su Maroma cubierta de nubes.
Pues allá vamos, a subir, y bien digo a subir por un buen repecho, en donde el resoplio en más de una ocasión de oía en voz bajita. ¡No me extraña, son 250 metros de desnivel en muy poco trayecto!
Una vez arriba del collado, tiraremos por los senderillos de cabras que nos encontramos a nuestra derecha y que nos llevará directamente hasta el cerro del Penal.
A nuestras espaldas va quedando la Sierra de Gibalto (la tenemos pendiente) y tras unos quince minutos de ascensión llegamos a otro pequeño collado, desde donde podemos ver en su cumbre a Lorenzo, que ha subido por la otra vertiente.
Esquivando las rocas a veces, otras saltándolas, y otras agarrándonos con las manos, poco a poco vamos subiendo hasta la cumbre.
En algunas zonas de la subida hay que prestar mucha atención, ya que las rocas a veces están sueltas y es fácil tropezar.
Llegamos arriba, son las 12, hemos tardado una hora y media en alcanzar esta pequeña cumbre, que nosotros pensábamos que era el Cerro Tajo de la Higuera, pero que viendo el mapa lo acabo de bautizar con el nombre del Penal (1264 m), osea, hemos ascendido unos 450 metros de desnivel.
Las correspondientes fotos de grupo, una teniendo a nuestras espaldas la zona del Chamizo y la otra la Sierrra de Gibalto.
Seguimos nuestro recorrido, a pedruzquear para abajo.
Nos dirigimos hacia el Cerro Tajo de la Higuera, en donde por delante de esta, se encuentra la laguna de San Jorge totalmente seca.
Nos dirigimos hacia el collado que podemos contemplar en la foto, y desde allí un grupito subiremos hasta la cumbre del Cerro tajo de la Higuera
Para ello, ante de llegar al collado tendremos que cruzar una alambrada, lo haremos como siempre, con cuidado.
Y ya, algo más allá del collado y tras un pequeño descanso para tomar algún refrigerio, un grupito subimos hasta la cumbre y los otros compañeros bajaron por el senderillo que lleva a la laguna de San Jorge.
Tras un buen peluseo de rocas, en 10 minutos alcanzamos la cumbre.
Y ahora toca crestear y crestear...ha sido lo más divertido.
Yo me quedé atrás, el último, para poder fotografiar a mis compañeros pegando saltos al paso de las rocas. Desde lejos siempre impacta más el cresteo.
Y una vez abajo nos reunimos con el otro grupito, que ya como era de esperar la laguna estaba seca.
En la foto podemos ver los dos recorridos.
Y de nuevo a subir, en busca del Cerro Tajo Tello, viendo como allá abajo vamos dejando el pueblo de Villanueva del Trabuco.
Y de nuevo más pedruzqueo, en donde nuestras compañeras están hechas todas unas expertas.
Son las 14:30, la hora justa para comer en este excelente mirador del Cerro Tajo Tello (1336 m).
Por detrás, imponente la Sierra del Chamizo y la Cruz del Camarolo.
Tras una exquisita comilona de bocatas, y mucha risa como siempre, empezamos a bajar con dirección a nuestro último cerro, el más alto, el de San Jorge.
A saltar de nuevo por las rocas y para abajo, que por ese pequeño valle, la cosa parece estar más llanita.
Y de nuevo para arriba, buscando la alambrada que tendremos que saltar.
El camino ahora marcado con hitos nos lleva hasta, casi el final de la cresta, para poder subir más cómodamente. Algún compañero impaciente empezó a subir antes, Lorenzo por ejemplo.
A nuestras espaldas vemos la Sierra de Loja bien pelada, ni un árbol, en donde tenemos buenos recuerdos de las vías ferratas allí instaladas.
Mientras nosotros subimos, Paco ya lleva allí un rato, posiblemente habrá ido corriendo por toda la cresta de la otra vertiente.
Y poco a poco van llegando el resto. Yo me detengo para inmortalizar con algunas instantáneas a mis compañeros cresteando la subida.
Y desde lo alto del Cerro de San Jorge (1413 m), podemos contemplar parte del fantástico recorrido que hemos hecho.
¡Vaya se nos ha olvidado la foto de grupo en lo alto de este cerro!
Pues para abajo de nuevo, cada uno que baje por donde pueda.
De nuevo en el senderillo por el que hemos subido, pero ahora para abajo directamente buscando un pequeño bosquete de pinos.
Y bajando paralelo a la alambrada, por fin ¡sombra!
Francamente, con toda una ruta sin árbol y a pleno sol, agradecemos toda esta bajada al abrigo de los pinos. De vez en cuando miramos para atrás y vemos desde donde venimos, este último el cerro de San Jorge.
Y ya relajados y charlatanes, sobre las cinco de la tarde llegamos a la pista en donde se había dejado los otros coches.
Y ya relajados y charlatanes, sobre las cinco de la tarde llegamos a la pista en donde se había dejado los otros coches.
Una vez en la pista y mientras los conductores iban a por los otros coches, nosotros aprovechamos para seguir avanzando por el sendero que hay paralelo a la pista.
Pero, ¡atención! las bicicletas que por aquí bajan lo hacen a toda velocidad, ya que el camino está habilitado para tal fin.
Así que a la vez que andamos tenemos que estar permanentemente mirando hacia atrás para que no nos atropellen. Carmina nos inmortalizó a Carmen y a mi que íbamos charlando, y Pepi y Víctor que se tuvieron que retirar de forma repentina al paso del ciclista.
Una vez regresados en los coches, hicimos una pequeña parada en la fuente de los cien caños.
Agua muy poquita, casi nada, solo unas gotitas en los primeros chorros, pero dio para bromear con el agua, los unos con los otros.
Y ya de vuelta como siempre, unas buenas cervezas fresquitas, unas charlas, y para Sevilla.
¡Que buen día hemos echado!
¡Muy buena ruta!
¡Chapó por estos formidables compañeros!
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