Hoy nos iremos a una curiosa y peculiar playa, muy cerca de Sevilla, y situada entre las localidades de Sanlucar de Barrameda y Chipiona, perteneciendo a esta última, y dentro de la provincia de Cádiz.
Playa invadida por el mar cuando llega la pleamar. La playa desaparece y los pocos veraneantes que andan por la playa tiene que huir...
Para acceder a esta playa viniendo de Sevilla cogeremos la carretera A-480, tomando la primera de las siete rotondas que hay con dirección a Chipiona, tomar la desviación a la derecha por el camino de la Reyerta, límite del término municipal y acceso a la playa por su extremo derecho hasta el final.
Es una playa virgen, salvaje, sin ningún edificio cercano a ella.
La playa, alejada del
municipio se extiende en un entorno agrícola, con algunas urbanizaciones dispersas cuyos
habitantes constituyen los principales usuarios de la misma, y algún que otro despistado como nosotros buscando una playa tranquila, sin masificación y algo distinta.
Una vez que llegamos, aparcamos nuestro coche junto al chiringuito que queda sobre la playa.
El acceso a la misma la haremos por unas escalerillas, y que en su parte inferior ha quedado destrozada por el oleaje y por la invasión de sus aguas.
Para algunas personas, le puede resultar peligroso bajar por aquí, ya que se ha improvisado una escalerilla vertical con algunos peldaños para evitar el "salto" a la playa.
Pero, si queremos para más seguridad, unos metros después pasado el chiringuito hay un acceso por el que cómodamente se accede a la playa.
Una vez visto los horarios de la pleamar-bajamar, a las 10:30 nos situamos en la playa de Montijo, justo cuando coincide la bajamar. Tendremos hasta las cuatro de la tarde para disfrutar del entorno, ya que a esa hora llegará la pleamar, y la playa desaparecerá por completo.
En la arena, quedan salpicadas muchas rocas dispersas, dándole un toque de belleza a esta playa.
No hay prácticamente nadie cuando nosotros llegamos, solo algún que otro bañista introducido en el mar, y otros paseando, justamente lo que nosotros vamos hacer, una vez instalados.
Seguimos por la orilla, dirección Chipiona. A lo lejos podemos divisar el faro de esta misma localidad, obviamente no llegaremos hasta allí.
Este tramo del litoral está salpicado por grandes rocas en forma de rompeolas.
El color verdoso de las mismas le da un toque especial, algo de encanto y de colorido...
El tramo que queda de paso, es prácticamente nulo, hay que meterse en el mar.
Llegamos a la altura de un bonito complejo hotelero rodeado de un palmeral, que lejos de deslucir en el entorno, le da cierto encanto a este tramos de la costa.
Regresamos de nuevo a nuestra playa, y aquí disfrutaremos un buen rato de su coqueto entorno de rocas. Cuando pasen algunas horas, estas quedaran cubiertas por las aguas.
Andaremos ahora en dirección contraria, dirección Sanlucar de Barrameda.
Frente a nosotros una escollera de rocas que protege la playa, un área de arena se extiende adaptándose a la forma esquinada de la costa. Al frente en el mar, los muros del corral de pesca invaden las aguas y moldean el paisaje.
Frente a nosotros una escollera de rocas que protege la playa, un área de arena se extiende adaptándose a la forma esquinada de la costa. Al frente en el mar, los muros del corral de pesca invaden las aguas y moldean el paisaje.
Y seguimos andando por la costa...
Varias son las parcelas que vamos viendo a nuestro paso, algunas con pequeñas construcciones en forma de chatet, "casi improvisado", otras simplemente quedan resguardada con la demarcación de sus tierras, sin que nada se haya construido. En cualquier caso no afean el paisaje. Una pequeña arboleda lo compensa.
Allá a lo lejos, podemos contemplar la localidad de Sanlucar de Barrameda, y en frente tras la desembocadura del río Guadalquivir, el Parque Nacional de Doñana.
Y regresando de nuevo, un poco de relax, de lectura...y a la espera de que el agua nos intimide y nos expulse de este entorno.
Son casi las cuatro de la tarde.
Los cangrejos se dirigen al mar. Ellos intuyen que queda poco tiempo para desplazarse por la arena, en poco tiempo, toda esta arena se convertirá en mar.
Apuramos los últimos metros, y nos trasladamos hacia la rocas que forman el rompeolas.
Queda poco tiempo: diez, quince minutos...antes de que el mar nos tiré para atrás.
Y llegó ese momento, son las 16:15.
Subimos hacia el chiringuito, y desde ahí vemos como la playa ha quedado tragada por el mar.
¿Un cafelito?
¡Vale!
Pues va a ser que no, hora de la comida, no ponen café todavía...
Pues nada cogemos el coche y nos trasladamos a la cercana Sanlucar de Barrameda, y aquí sí.
Café y unos pastelitos...
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