Viene de Parte I
Hoy sería uno
de esos días que teníamos bien marcado en nuestro plan de ruta, el trekking
para llegar a la cascada de Dindefelo y la aldea de Dande. Así que a las siete
de la mañana ya estábamos en planta para desayunar y media hora después partir
hacia el interior del bosque.
Nuestra ruta
tendrá unos 9 kilómetros, en la que tendremos que ascender unos 350 metros de
desnivel y estaremos andando unas 5 horas.
En total seríamos siete los miembros que formaríamos el grupo: nosotros cuatro, Frederic, nuestro conductor Musa y el guía local que nos iría explicando todos los detalles de la ruta.
Adentrándonos
en una frondosa arboleda y tras una fuerte y empinada subida, llegamos a un
claro en donde allí abajo podíamos ver el poblado de Dindefelo y alrededor de
nosotros unas vistas espectaculares de toda la zona. Aquí hicimos una pequeña
parada para recobrar el aliento.
Pasada una hora desde que iniciamos la ruta llegamos a una pequeña cascada que caía hacia al interior de una cueva.
Estamos
situado a unos 500 metros de altitud en los contrafuertes del Fouta Djalon
monte de la cercana Guinea, prácticamente en la misma frontera.
Esta enorme y
espectacular cavidad esculpida en la piedra, origen de la extracción de tierra
que servía de pólvora al rey de Guinea Alpha Yaya Toure en el siglo XIX, en su
afán por islamizar toda esta región de África occidental.
Descendiendo
por un resbaladizo y estrecho sendero nos acercaremos a ver el nacimiento de la
cascada de Dindefelo.
Este
nacimiento se encuentra en una balconada, desde donde, de forma precipitada sus
aguas caen al vacío, formando la poza de la cascada, a la que iremos más tarde
tras visitar la aldea de Dande.
Ahora nos encontamos en la zona más alta de Senegal, poco más de 550
metros, y asomándonos desde aquí, las vistas son espectaculares. Esto es todo
selva, frondosidad y agua por todas partes.
De hecho, este macizo (Fouta Djalón) esta considerado como el Castillo de las Aguas del África
occidental ya que aquí tienen sus principales fuentes los ríos, entre otros, el
Niger, el Senegal, el Gambia, el Mongo y el Koliba.
Nos dirigimos ahora hacia la remota aldea de Dande, que algunos dicen que ya está en territorio guineano aunque ellos se sientan senegaleses, cosa que dudo ya que consultando mapas veo que está en territorio senegalés, en la misma frontera. En algún momento me paro a reflexionar en donde estamos, y no dejo de sorprenderme, ¡que apartado está este lugar de la civilización! ¡Y que espectacular resulta todo esto!
Entramos en Dande
Situada en la meseta que se extiende en lo alto de la montaña, aquí no hay electricidad y el agua la obtienen de uno de los ríos que se dirige hacia la cascada de Dande.
Pertenecientes a la etnia Peul o Fulani, son el pueblo nómada mayor del mundo (se estima en unos treinta millones) cuyo origen es desconocido y repartidos por gran parte del Sahel y África occidental: Malí (1,6 millones), Guinea (1,4), Camerún 1,1), Senegal (1), Niger (950.000), Burkina Faso (550.000), Guinea-Bissau (210.000) y en número menor en Ghana, Mauritania, Sierra leona, Togo y Chad. Hablan Fulfulde y estuvieron entre los primeros grupos africanos que abrazaron el islam.
El poblado está rodeado por un pequeño cercado de cañizo, en el que para acceder a él, tendremos que subir unos peldaños y saltar. Esto lo hacen para que los animales no puedan entrar en su recinto. Estando aquí, parezco inmerso en uno de los muchos documentales que tantas veces he visto, y que ahora lo vivo en primera persona.
Mujeres
Peul moliendo el maíz en pilón de barro
Nos vamos adentrando en el poblado y poco a poco empezamos a vivir esta increíble aventura. Las imágenes que vamos viendo son las mismas que se verían siglos atrás. Aquí el tiempo parece haberse detenido.
Las mujeres preparan los avíos para la comida, y cuando pasamos por las chozas, ellas están moliendo el maíz. Utilizan un pilón cilíndrico o cónico y una “mano de moler”. Con un ritmo rápido van golpeando sin parar los granos de maíz.
Realmente es un trabajo duro, muy duro, y si además llevan la carga de sus bebes a la espalda, aún más.
Las mujeres son las verdaderas trabajadoras en estos países, llevan la carga familiar al cien por cien: preparan la comida, acarrean el agua, cuidan de los pequeños…puede que sea su tradición y sus costumbres, pero desde el punto de vista occidental no deja de ser injusto. Jamás he visto a un hombre llevando en su cabeza grandes recipientes de agua, o de comida…o de ropa para lavar.
Rosa y yo hicimos el intento y puedo confirmar que no es fácil mantener el ritmo entre los dos, además cansa, y solo estuvimos algunos minutos.
¡Seguimos avanzando por el poblado!
Los críos (y sobre todo ellas) ya de pequeños aprenden las labores para ayudar a su madre y siendo todavía unas adolecentes llevan a sus pequeños atada a sus espaldas.
El pagne (porta bebé) es la tela fina y resistente que usan para llevar a los bebes en la espalda, y es tan grande que rodea no solamente al bebé sino también a la madre.
Nos detenemos en una de las cabañas para hablar con una familia, nuestro guía nos hace de interprete. El Fula es su lengua, la misma que se habla en otros tantos paises del África occidental y central de la etnia Peul.
Su forma de sustento es básicamente a base de la agricultura y la ganadería. Desde hace algunos años, el turismo se está acercando a estas tierras remotas y se han creado algunos campamentos muy rudimentarios en donde se pueden alojar los viajeros.
Estando cerca las cascadas de Dindefelo (un fuerte reclamo turístico) son muchos los guías locales que se ofrecen para llevar a los viajeros por las tierras del país Bassari.
Abandonamos la aldea y ponemos rumbo hacia la cascada de Dindefelo.
Saliendo de Dande y disfrutando de un verde paisaje, empezamos a ver cientos de hormigueros con forma de seta. Repartidos todos por el campo nos daba una bonita estampa, y como no, teníamos que hacer un poco el “ganso” saltando de desde uno de ellos. ¡Ahí vamos!
Llegamos a la cascada de Dindefelo
Bajando por el frondoso bosque tropical, de vez en cuando escuchábamos algun animalito merodeando cerca de nosotros. Al estar en época de monzón, y con tanta lluvia, los árboles están cargado de vida, y el intenso color verde nos hace disfrutar aún más de nuestra ruta.
Todo este espacio está declarado como Reserva Natural de la Biosfera y zona de repoblación de chimpancés. Además, existen panteras (súper difícil de ver), multitud de aves y otros tantos mamíferos, incluso serpientes.
¡Qué maravilla, llegamos a la esperada cascada! ¡El lugar es increíble!
En este pequeño “jardín del edén” uno parece haber encontrado el paraíso.
La leyenda cuenta que este “ritual de baño místico” a pie de la montaña recompensa al viajero con sus virtudes terapéuticas. No sé si eso será verdad, pero nadar en sus aguas y acercarse a la cascada y dejar caer el agua en nuestras cabezas, es realmente toda una gozada.Dindefelo, en lengua peul significa “al pie de la montaña”. Con una altura de 100 metros fue descubierta en 1922 por un cazador y es una de las grandes maravillas del País Bassari.
Esta cascada nace a unos 400 metros de altitud en el monte Dande (donde estuvimos horas atrás) en el corazón de una frondosa vegetación, siendo un paraíso para el senderismo y disfrutar de una naturaleza virgen.
Tras casi una hora de relax y de baño, pusimos rumbo hacia el poblado de Dindefelo, a la que llegaríamos en algo más de media hora.
Según abandonamos la cascada, notamos como el cielo se teñía de gris y algunas nuebes empezaron amenazar con agua.
No tardó mucho en llover, y en pocos minutos descargó una buena tromba de agua.
Ya en Dindefelo recogimos el equipaje y con unos bocatas de tortilla en la mochila partimos hacia nuestro larguísimo destino (que ya lo conocíamos), Tanbacunda.
Seguía y seguía lloviendo, con lo que las pistas se convirtieron en auténticas trampas para los coches. Nuestro conductor Musa cogía los baches a gran velocidad, así que en más de una ocasión pensé que nos quedaríamos allí a vivir para siempre, pero bajo tierra.
Tras seis horas de viaje y después de atravesar de nuevo el Parque Nacional de Niokolo Koba llegamos a Tanbacunda, sobre las ocho y media de la noche.
De nuevo y agradeciéndolo mucho tras los dos intensos días, nuestro alojamiento sería el hotel Le Realis, un buen lugar en donde descansar.
Día 9. Tambacunda-(Casamance) Seleki
Tras una excelente cena, charla, descanso y desayuno, a las ocho y media de la mañana salimos con dirección a Casamance, en el suroeste de Senegal. ¡Ah, y que quede claro, que aunque el hotel tenía piscina, no nos bañamos, es temporada baja y no la tienen preparada!
Por delante tendríamos un largo recorrido, 415 km hasta llegar a Seleki.
Durante gran parte de nuestro recorrido, la lluvia fue nuestro fiel acompañante. A nuestro paso, el paisaje tropical llenos de palmerales y muchísima frondosidad. La carretera en algunos tramos infernal con profundos baches y varios camiones atascados en el barrizal. No se veía nada con la tromba de agua, y como siempre, nuestro conductor a gran velocidad, intentando evitar el quedarnos atascados.Al paso de las aldeas, en las que tenemos que reducir bruscamente la velocidad, ya que colocan troncos de árboles en la calzada para no atropellar a los muchos niños que corretean cerca de ella. En muchas ocasiones las vendedoras ambulantes aprovechan estos parones para vendernos algo de frutos. Y como no, siempre le compramos algo, así le damos un poco de vidilla al tema.
Siguiendo por la carretera nos encontramos con un grupo de senegaleses que estaban celebrando la fiesta de iniciación (el paso de la niñez a la edad adulta) a la que por cierto asistiremos más adelante en unos de los poblados de Casamance. En Mlomp.
Este tipo de actividad no lo teníamos previsto en nuestro plan de ruta (ya hemos tenido y tendremos otras tantas modificaciones), pero este viaje lo tenemos pensado para acercarnos a su gente, a sus fiestas, a su cultura…así que si hay algo que tenemos que cambiar por coincidencia de algún acontecimiento especial en la ruta, lo hacemos.
De este modo Campos y Frederic estaban viendo y estudiando cuando y en qué población se celebraba la fiesta de iniciación, visto ya lo tendríamos en Mlomp pasados cuatro días más.
Estos acontecimientos se hacen cada “x” años y en distintas poblaciones, por lo que cuando vimos a este grupo están simplemente recaudando fondo para dicha fiesta y de ahí que vayan de pueblo en pueblo.Claro, al ver este espectacular panorama tuvimos que parar el coche. Rápidamente ellos viendo que éramos varios guiris los que bajábamos del coche se acercaron a nosotros y empezaron a danzar alrededor nuestro. Mientras escribo esto estoy escuchando el ritmo de sus movimientos y de su traqueteo con los palos y el impacto de sus chinarros golpeándose con otro instrumento de hierro.
¡Guau, como estamos disfrutando de este viaje con tantas sorpresas en el camino!
Nos ponemos a bailar con ellos, aunque aguantar y llevar su ritmo es un tanto difícil, pero da igual, lo intentamos y nos divertimos.
Uno de ellos, pega un salto y se sube en lo alto de nuestro coche, todos al mismo ritmo siguen bailando. Nosotros seguimos alucinando con este momento y que por suerte lo hemos podido vivir en nuestro camino hacia Casamance. ¡Increíble, que espectáculo!
Como es natural, les dimos algo de dinero y seguimos nuestra marcha.
A mitad de camino paramos en un pequeño pueblo para comer pero ¿Dónde?, ¿Dónde hay un restaurante o algo que se le parezca? Tras varios intentos y preguntar nuestro guía por un sitio que nos diera un mínimo de confianza, al final dimos con uno, pero muy local. ¿Qué hay de comer?, lo de siempre arroz con carne y una salsa por encima. 800 CFA, 1,20 céntimos de euro, no está mal. Aunque por suerte no cayó ninguna de las moscas que vi en el patio (donde preparaban la comida).
Acercándonos ya al río Casamanza (de solo 320 km y que nace cerca de las colinas de Fout Djalon), este río realmente es una especie de brazo de mar, que se encuentra bajo el nivel del mar lo que permite al océano avanzar en él.
De hecho cuando circulamos por algunas de sus carreteras podemos decir que estamos literalmente sumergidos parcialmente por el océano.
Ya estamos cerca de Ziguinchor, capital de Casamance y la ciudad mayor.
Casamance, está formada por la baja y alta Casamance. La primera en torno al río Ziguinchor (será toda la zona que nosotros visitaremos) y la segunda en las regiones de Kolda y Sedhiou (solo visitaremos Mlomp, fiesta de iniciación)
Tras un espectacular último tramo de carretera que nos acercó a Seleki, por fin llegamos a las seis de la tarde.
¡Qué paraje más bonito! ¡Qué entorno más agradable! Y donde está el campamento solidario de Seleki, aún más. ¡Un buen lugar para pernoctar!
Los campamentos solidarios es una asociación española, civil, privada y sin ánimo de lucro fundada en 2002, cuyo principal cometido es contribuir al desarrollo sostenible de las zonas de extrema pobreza del tercer mundo. Poniendo en funcionamiento y manteniendo campamentos ecoturísticos (hospedaje de viajeros respetuosos con el entorno) en regiones que tienen una gran importancia ecológica, etnológica y cultural.
Los pueblos del entorno en los que se levanta los campamentos son sus principales beneficiarios porque ellos son quienes lo construyen, quienes acceden a los empleos directos e indirectos que se crean y quienes lo gestionan. La riqueza que se genera se queda en la región en donde se genera.
En el caso del campamento solidario de Seleki está gestionado por la etnia Diola (la mayoritaria de Casamance) y junto con los otros campamentos de Badian (en País Bassari) y Fayone en el delta del Saloum son los tres únicos existentes en Senegal.
El de Seleki es una casa “impluvium” (típica construcción Diola) con 10 habitaciones en torno a un bosque sagrado de Baobabs, Ceibas y palmeras junto a un brazo del río Casamance.
Foto
cedida por la Asociación Española de Ecoturismo Activo
Nuestra ruta por esta bella región histórica la iniciamos en Seleki, para ello una vez que nos instalamos en el campamento, empezamos a recorrer el poblado.
Seleki es muy pequeño, solo algunas casas salpicadas entre un mágico paisaje: enormes palmerales, inmensos ceibas y grandiosos baobabs. Disfrutando del paisaje y a ritmo muy relajado nos acompañó Fredric y un guía local.
Junto a este bosque sagrado, vemos como las aguas del río Casamance se acerca tímidamente, y a lo lejos, algún pescador intentando pescar a estas horas de la tarde.
Son muchos los baobabs que hemos visto desde que llegamos a Senegal, pero cuanto más los miro y los observo más me impresionan, sobre todo por su gran belleza.
Una leyenda africana cuenta que un largo tiempo atrás el Baobab era considerado por todos los seres de la creación como el más hermoso de los árboles de la tierra. Desde los más pequeños animales hasta los poderosos dioses estaban cautivados por su belleza, por la fortaleza de sus ramas, la suave textura de su corteza y por el colorido de sus incontables flores.
Debido a la admiración que sentían los dioses por el Baobab, decidieron hacerle un regalo, convirtiéndole en uno de los seres vivos más longevos de la creación. Con orgullo por su nueva condición, el baobab creció y creció durante años y años, haciéndose más grande, fuerte y alto. Con el paso del tiempo las ramas del baobab comenzaron a dar sombra al resto de los árboles impidiendo que recibieran la tan necesaria luz del sol y condenando a las criaturas de la tierra a una vida de frío y obscuridad. Con un orgullo tan desmedido como su propia estatura, el baobab anunció a los dioses que pronto les alcanzaría, poniéndose a su altura.
Cuando sus ramas estuvieron cerca de tocar la morada de los dioses en los cielos, estos montaron en cólera por la osadía de del baobab y para darle una lección de humildad no solo le retiraron su bendición, sino que el baobab fue condenado a crecer al revés y a vivir con sus flores bajo tierra y sus raíces al aire, dándose el extraño aspecto que tienen hoy día.
Información obtenida de la web sobreleyendas.com.
Además de esta leyenda existen otras tantas. Y lo que es innegable, es que todas estas leyendas tienen su origen en la peculiaridad y belleza de este árbol.
Pueden medir más de treinta metros de alto y doce de diámetro. Su longevidad es sorprendente, pudiendo vivir hasta 3000 años.Poco a poco nos vamos adentrando en su mundo local, entramos en sus casas. Dicen que la etnia de los diolas son los mejores arquitectos de toda África, construyen sus casas al modo impluvium, esto es, dejando en sus tejados de hierba seca un gran embudo que permite recoger el agua de lluvia.
Son siempre circulares, en torno a un patio con un depósito de agua central. Alrededor del patio hay habitaciones con diminutas ventanas que abren hacia el interior, dejando entrar la luz por el espacio abierto en el centro del tejado.
De hecho, incluso nuestro campamento está construido a modo de impluvium, estando las habitaciones situadas alrededor del gran hueco central.
Ya entrada la noche y con los frontales encendidos
regresamos a nuestro campamento por algunos de los senderillos hechos en el
poblado. Una buena y completa cena, y eso sí, huyendo de la luz de las
bombillas que atraían a cientos de insectos. Una buena dormida local (aunque
quitando algunos bichos extraños de las paredes) y hasta mañana.
Día 10. Seleki-isla de Eulobaline-Ediongou-Oussouye-Mlomp-Elinkine-isla
de Carabane
Hoy tendremos un día muy completo, lleno de actividades. Para ello no hay nada como levantarse en esta inmensidad de paz, con este paisaje y un buen desayuno.
A las nueve de la mañana salimos con nuestro todo terreno con dirección a una zona de arrozales, muy cerca, en donde habíamos quedado con unos guías que nos llevarían a la isla de Eloubaline. Tiramos por unas pistas de tierra, en tramos casi intransitable, y en media hora llegamos.
La pista donde nos dejó el coche estaba algo retirada de donde teníamos que coger la barca, así que durante una media hora estuvimos andando por medio de los arrozales, a veces dando salto para evitar las zonas inundadas. A nuestro paso nos encontramos con algunos críos que estaban recolectando.
Una vez que llegamos en donde nos estaba esperando la barca (en un inmenso barrizal) partimos navegando por unos de los brazos del río Casamance hacia la isla de Eloubaline.
Tras unos quince minutos de navegación llegamos a la isla.
Lo primero que hacemos es descalzarnos, aquí no podemos ir con calzado. En todo el poblado el barrizal será nuestro terreno a pisar.
Hasta ahora (en el viaje), pensaba que después de haber vivido tantas nuevas experiencias, no habría algo más que me pudiera sorprender ¡cómo que no, aquí está, frente a mis ojos!
Según llegamos, todos los críos parecían esperarnos, ¡estaban impacientes! ¡Querían ver algo o alguien del exterior!
Eloubaline es una pequeña isla de solo 6 km de longitud y una anchura de 2 km, teniendo en total unos 12 km2. Su población es escasa, no llega a los 800 habitantes, por lo que toda la isla vive como si se tratase de una gran familia.
Sin lugar a dudas este poblado es de los más primitivos y auténticos de la zona. Una vez que desembarcamos y rodeados de niños empezamos a recorrer la isla. Nos resultaba extraño tener que andar todo el rato por un eterno barrizal. Yo que iba descalzo, aunque con calcetines, tenía una rara sensación de ir siempre hundido.
Al escribir estas líneas me viene a la mente lo que nos comentó nuestro guía Frederic sobre una chica española que el año anterior estuvo aquí, y por lo visto se empecinó en ir con zapatos de tacones. ¿os lo imagináis?
Cuando
paseo por el poblado no dejo de sorprenderme del lugar en el que estoy. Son
cientos de reportajes, de documentales…que siempre había visto sobre etnias y
tribus perdidas de África. Es verdad, que este lugar no es que este perdido
pero por suerte no suele estar en el itinerario de los turistas cuando se viaja
por Casamance. ¿Qué pensarán estos ancianos al vernos por aquí?
Todas las casas del poblado están construida al modo Impluvium. Nuestro guía local nos muestra algunas de ellas.
Como ya había comentado en otro apartado de este
reportaje, estas casas están construidas para aprovechar el agua de lluvia en
época de sequía.
Sus habitantes nos abren las puertas de sus casas y
amablemente nos la enseñan. Son dos grandes experiencias las que percibimos al
descubrir esta isla, por una parte la gran hospitalidad y sencillez de su
gente, que sin tener nada que ofrecer nos abren sus corazones, y eso es de
agradecer. Y por otra parte la de hundirse en el fango cuando nos trasladamos
de un lugar a otro.
Acostumbrados ya al barrizal, nos trasladamos a otra de las casas, en la que se concentran cantidad de críos y una abuela sin ropa de cintura hacia arriba, y con toda naturalidad la vemos que está trabajando con un huso, hilando a mano. Esta forma de hilado nos trae recuerdos de España, ya hace decenas de años, cuando esto era el primer paso para la confección de algunas ropas.
Los críos ensimismados nos observan de forma asombrada, al igual que nosotros los hacemos con todo lo que nos rodea, mientras, un nítido haz de luz penetra desde el hueco del techo de la casa dando un poco de claridad a su interior. Ella, la abuela, sigue ajena a las explicaciones de nuestro guía y continúa con su faena como si nosotros nos estuviéramos ¡Qué acumulación de experiencias para perpetuar en el recuerdo!
Viendo y viviendo todo esto,
¡cuantas ganas me da de seguir conociendo este bello continente! Solo tengo que
fijarme en sus sencillas y honestas miradas, son transparentes, sin maldad, son
miradas que me calan y me llegan a lo más profundo de mi ser.
Tras visitar varias casas, de nuevo al barrizal, es nuestro hábitat por algunas horas de esta mañana. Parece que el cielo se está ennegreciendo por minutos, de momento pare aguantar sin llover.
Ahora nos retiramos del poblado y nos trasladamos a otras zonas de la isla, nuestro guía nos muestra algunos depósitos de agua construidas por algunas ONG y zonas donde ellos cultivan.
Entramos en una rudimentaria escuela, con lo mínimo de mobiliario para que los profesores puedan enseñar. Los críos muy amablemente se adentran en la escuela y se colocan en los austeros pupitres para que los pueda fotografiar.
Cada vez que nos movemos de un sitio a otro, los críos son nuestros permanentes acompañantes. Aprovechamos que vemos un tenderete de chuches y les compramos unas pocas de bolsas.
Ya damos por finalizada nuestra visita cuando ahora
sí empieza a llover, aprovechamos para
refugiarnos junto al embarcadero en un
bar improvisado para los viajeros.
Tomamos unas cervezas, y el guía nos enseña toda una
serie de abalorios preparado para estos menesteres.
Sin dejar de llover, aunque llueve menos, partimos
en el cayuco cubierto por unos plásticos con dirección a Ediongou (donde nos recogerá el coche)
tras pasar por una zona de frondosos manglares y media hora de navegación.
Hacia Mlomp
Antes de llegar a Mlomp paramos en Ossouye para
comer. Un improvisado bar, que antes era un pequeño polideportivo, y ahora
nosotros solos estamos aquí comiendo: patatas con pollo, 1000 CFA (1,3 céntimos
de €).
Con el estómago “engañado” partimos e hicimos una parada en Mlomp para visitar una excepcional casa de dos plantas y museo, ambos de la etnia Diola.
En el interior de la casa se reune
la familia y una de ellas nos presenta a la abuela que con 100 años se mantiene
estupendamente.
Como siempre, Rosa no lo puede
resistir y le da un fuerte achuchón a la pequeñaja que anda jugueteando por la
casa.
Junto a la casa, el museo Diola, con todos aquellos aperos que utilizaban, incluso siguen utilizando.
Una vez que abandonamos el museo, justo en frente nos encontramos con inmenso árbol, una Ceiba, sus grandiosas raíces no solo se extienden por el suelo sino que crecen de forma vertical. Si observamos la foto algunas de las raíces tienen una altura aproximada a la de un ser humano. Además el tronco tiene unas enormes dimensiones.
De nuevo cogemos el coche y ahora nos dirigimos hacia Elinquine, en donde cogeremos la barca hacia la isla de Carabane. Antes, hacemos una pequeña parada para visitar la familia de Frederic, que por cierto el padre estaba enfermo con malaria, aunque recuperándose. Allí nos presentó a sus padres, hermanos, sobrinos…
Ya en el mismo Elinquine nos dirigimos hacia el
embarcadero.
La travesía aquí si será bastante mayor, con lo que nos obligan a ponernos unos salvavidas. El tiempo empeoró y a mitad de camino nos empezó a llover, rápidamente tuvimos que cubrir nuestros equipajes con unos enormes plásticos, y entre la lluvia y la velocidad a la que iba la barca nos pusimos chorreando.
Una vez en la isla (tras algo más de media hora), en un espigón nos debemos de parar para efectuar el correspondiente control policial. Nos piden el pasaporte y posteriormente a desembarcar.
La primera vista de la isla nos impacta, ya que enormes palmerales caen sobre la misma playa, y nuestro campamento en la propia orilla.
Sobre las seis de la tarde ya estábamos instalado y en las siguientes horas la lluvia no dejo de cesar. Así que tranquilamente nos lo tomamos con relax, unas cervezas y un juego de cartas, y a descansar.
Día 11. Isla de Carabane-Cap Skirring
Esta isla situada casi en la desembocadura del río Casamance y propuesta para ser candidata a Patrimonio de la Humanidad por la Unesco es un pequeño paraíso escondido en la Baja Casamance con solo 57 m2. Sus esbeltos palmerales, sus bellos árboles con rojizas flores, sus cabañas de cañas, por un momento parece que estemos en aguas caribeñas. Con unos 900 habitantes en ella nos podemos encontrar un templo católico, una mezquita y junto a estas, un número indeterminado de animistas hacen que entre todos tengan una cordial convivencia.
De nuevo volvemos a nuestro campamento y nos ponemos
a desayunar contemplando las tranquilas aguas del río-océano.
Después
del desayuno dedicaremos toda la mañana a visitar el poblado, para ello lo
primero que hicimos fue darle algo de dinero a Frederic para que se lo diera a
sus tíos ya que iríamos a comer con ellos a su casa. A la una del mediodía
iríamos a comer.
Ya en el poblado visitamos el centro de maternidad que hace las mismas funciones de centro de salud. Las condiciones sanitarias son muy precarias y solo con ayuda de las ONG hace que ese centro parezca un centro de salud de verdad.
Todas las medicinas que habíamos traído la donamos, incluso el termómetro electrónico que también llevábamos. Todo ello es de gran ayuda. La enfermera que se encarga del centro nos la estuvo enseñando. Hace no mucho tiempo las parturientas tenían que acudir de forma urgente fuera de la isla con los consiguientes problemas, muchas no llegaban. Por lo menos ahora, aunque precario si lo comparamos con cualquier centro de occidente, por lo menos hay un centro donde acudir.
Justo al lado (todo está muy cerca) nos acercamos a la pequeña biblioteca. Los niños están repasando e intentando no olvidar lo aprendido durante el curso. Para ello un profesor de la zona les explica y corrige todas sus dudas.
En el centro del poblado hay como una plaza mayor en donde se concentran la enorme iglesia católica (parece una catedral), semiderruida, con otra más pequeña y de reciente construcción, el centro de salud, biblioteca y en el centro un imponente ceiba en el que bajo sus sombra las mujeres y los críos parecen estar cada uno con sus faenas…y al lado la famosa sastrería en la que el más famoso sastre de la isla viste a todas las mujeres y algunos turistas con tan coloridas y floreadas prendas. De hecho se compró un vestido.
Seguimos paseando por el poblado en donde los animales domésticos deambulan a sus anchas entre las casas, la gran mayoría construidas de adobe y tejado de cañizo.
De nuevo nos asomamos a la costa viendo a un grupo de críos como se preparan para recoger conchas y otros tantos moluscos, y al lado el pequeño cementerio en donde se mezclan las tumbas católicas con las musulmanas.
Pero hay una tumba que nos llama la atención, la del Capitan Protet célebre militar que pidió ser enterrado de pie para poder seguir defendiendo la isla.
Se acercaba la hora de la comida, así que nos dirigimos para casa de los tíos de Frederic, nos lo presentó, un poco de charla con traducción incluida y a comer. Por cierto se estaban construyendo una casa, pero una casa de verdad, con buenos cimientos.
Sus tíos estaban recién casados, de ahí que se estuvieran construyendo la casa. Junto a esta y bajo la sombra de un enorme cañizo de dos aguas improvisamos nuestro peculiar restaurante.
¿Que tenemos de comer? De entrante, gambas rebozadas pero con un tipo de masa que hacía que las gambas estuvieran exquisitas, de segundo más gambas y por supuesto con el consabido arroz (todo mezclado y con una salsa, tenía un buen sabor) de postre una especie de melocotones en almíbar y de bebida agua (vaya no hay cerveza) y un licor hecho por ellos, un tanto fuerte.
Después de almorzar y con un sol radiante nos fuimos a la playa para pegarnos unos buenos baños y a las cuatro y media quedamos para partir hacia nuestro siguiente destino Cap Skirring.
Antes, hicimos una parada en Ossouye para visitar al rey de los Diolas y que nos contara un poco la historia y el por que de la existencia de este rey.
Siendo rey (no a efectos oficiales pero si siguiendo sus creencias ancestrales) desde el año 2000, a él acuden cuando se genera algún conflicto en alguno de los 17 pueblos en los que el “reina”. Sin nada que ver con temas judiciales, mucha gente intenta solucionar sus problemas acudiendo a él, y haciendo éste de mediador.
En Ossouye como es natural se nos acercan las vendedoras en busca del “guiri blanco” para ver qué es lo que nos pueden vender…un poco de regateo y a comprar algún regalito.
Sobre las seis y media llegamos a Cap Skirring, quizás el centro turístico más importante del sur de Casamance, alojándonos solo por esta noche en el campamento “La Diaspora” en donde tengo que decir que nos encontramos con la mejor comida puesta hasta ahora en Senegal, orientada hacia los occidentales.
Una vez que dejamos todos nuestros bártulos nos asomamos a la costa, que estaba a unos 300 metros, y dimos un paseo antes de que fuéramos a cenar. Algunos pescadores seguían con labor de limpieza de algunos peces, mientras otros acarreaban conchas en grandes cubos que portaban sobre su cabeza…y los buitres se pegaban el atracón con los desperdicios.
Día 12. Cap
Skirring-Kabrousse-Cap Skirring
Después de desayunar partimos en el mismo Cap Skirring hacia el campamento “Nom Estrés” ubicado en un bonito lugar y haciendo de balconada con vistas al mar.
Ya salimos lloviendo y cuando llegamos seguía cayendo una buena tromba de agua, así que dejamos nuestras cosas en la habitación y en la terraza del bar con unas buenas vistas al Atlántico esperamos a que escampara un poco. Sobre las 11,30 partimos con dirección a kabrouse, en la misma frontera de Guinea Bissau.
Kabrousse
A poca distancia de Cap Skirring llegamos a este
pequeño pueblo de poco más de mil habitantes, en donde nos estaba esperando un
guía local. Muy tradicionalista y con fuertes creencias animistas, de hecho en
muchos rincones del poblado nos encontraremos con curiosos y adornados
fetiches.
Con una amenazante mañana de lluvia y con un calor
bochornoso, nos levantamos temprano y antes desayunar nos fuimos a pasear un
poco por esta coqueta y solitaria playa
(la ventaja de estar en temporada baja).
Esta isla situada casi en la desembocadura del río Casamance y propuesta para ser candidata a Patrimonio de la Humanidad por la Unesco es un pequeño paraíso escondido en la Baja Casamance con solo 57 m2. Sus esbeltos palmerales, sus bellos árboles con rojizas flores, sus cabañas de cañas, por un momento parece que estemos en aguas caribeñas. Con unos 900 habitantes en ella nos podemos encontrar un templo católico, una mezquita y junto a estas, un número indeterminado de animistas hacen que entre todos tengan una cordial convivencia.
De nuevo volvemos a nuestro campamento y nos ponemos
a desayunar contemplando las tranquilas aguas del río-océano.
Después
del desayuno dedicaremos toda la mañana a visitar el poblado, para ello lo
primero que hicimos fue darle algo de dinero a Frederic para que se lo diera a
sus tíos ya que iríamos a comer con ellos a su casa. A la una del mediodía
iríamos a comer.Ya en el poblado visitamos el centro de maternidad que hace las mismas funciones de centro de salud. Las condiciones sanitarias son muy precarias y solo con ayuda de las ONG hace que ese centro parezca un centro de salud de verdad.
Todas las medicinas que habíamos traído la donamos, incluso el termómetro electrónico que también llevábamos. Todo ello es de gran ayuda. La enfermera que se encarga del centro nos la estuvo enseñando. Hace no mucho tiempo las parturientas tenían que acudir de forma urgente fuera de la isla con los consiguientes problemas, muchas no llegaban. Por lo menos ahora, aunque precario si lo comparamos con cualquier centro de occidente, por lo menos hay un centro donde acudir.
Justo al lado (todo está muy cerca) nos acercamos a la pequeña biblioteca. Los niños están repasando e intentando no olvidar lo aprendido durante el curso. Para ello un profesor de la zona les explica y corrige todas sus dudas.
En el centro del poblado hay como una plaza mayor en donde se concentran la enorme iglesia católica (parece una catedral), semiderruida, con otra más pequeña y de reciente construcción, el centro de salud, biblioteca y en el centro un imponente ceiba en el que bajo sus sombra las mujeres y los críos parecen estar cada uno con sus faenas…y al lado la famosa sastrería en la que el más famoso sastre de la isla viste a todas las mujeres y algunos turistas con tan coloridas y floreadas prendas. De hecho se compró un vestido.
Seguimos paseando por el poblado en donde los animales domésticos deambulan a sus anchas entre las casas, la gran mayoría construidas de adobe y tejado de cañizo.
De nuevo nos asomamos a la costa viendo a un grupo de críos como se preparan para recoger conchas y otros tantos moluscos, y al lado el pequeño cementerio en donde se mezclan las tumbas católicas con las musulmanas.
Pero hay una tumba que nos llama la atención, la del Capitan Protet célebre militar que pidió ser enterrado de pie para poder seguir defendiendo la isla.
Se acercaba la hora de la comida, así que nos dirigimos para casa de los tíos de Frederic, nos lo presentó, un poco de charla con traducción incluida y a comer. Por cierto se estaban construyendo una casa, pero una casa de verdad, con buenos cimientos.
Sus tíos estaban recién casados, de ahí que se estuvieran construyendo la casa. Junto a esta y bajo la sombra de un enorme cañizo de dos aguas improvisamos nuestro peculiar restaurante.
¿Que tenemos de comer? De entrante, gambas rebozadas pero con un tipo de masa que hacía que las gambas estuvieran exquisitas, de segundo más gambas y por supuesto con el consabido arroz (todo mezclado y con una salsa, tenía un buen sabor) de postre una especie de melocotones en almíbar y de bebida agua (vaya no hay cerveza) y un licor hecho por ellos, un tanto fuerte.
Después de almorzar y con un sol radiante nos fuimos a la playa para pegarnos unos buenos baños y a las cuatro y media quedamos para partir hacia nuestro siguiente destino Cap Skirring.
Antes, hicimos una parada en Ossouye para visitar al rey de los Diolas y que nos contara un poco la historia y el por que de la existencia de este rey.
Siendo rey (no a efectos oficiales pero si siguiendo sus creencias ancestrales) desde el año 2000, a él acuden cuando se genera algún conflicto en alguno de los 17 pueblos en los que el “reina”. Sin nada que ver con temas judiciales, mucha gente intenta solucionar sus problemas acudiendo a él, y haciendo éste de mediador.
En Ossouye como es natural se nos acercan las vendedoras en busca del “guiri blanco” para ver qué es lo que nos pueden vender…un poco de regateo y a comprar algún regalito.
Cap Skirring
Sobre las seis y media llegamos a Cap Skirring, quizás el centro turístico más importante del sur de Casamance, alojándonos solo por esta noche en el campamento “La Diaspora” en donde tengo que decir que nos encontramos con la mejor comida puesta hasta ahora en Senegal, orientada hacia los occidentales.
Una vez que dejamos todos nuestros bártulos nos asomamos a la costa, que estaba a unos 300 metros, y dimos un paseo antes de que fuéramos a cenar. Algunos pescadores seguían con labor de limpieza de algunos peces, mientras otros acarreaban conchas en grandes cubos que portaban sobre su cabeza…y los buitres se pegaban el atracón con los desperdicios.
Día 12. Cap
Skirring-Kabrousse-Cap Skirring
Después de desayunar partimos en el mismo Cap Skirring hacia el campamento “Nom Estrés” ubicado en un bonito lugar y haciendo de balconada con vistas al mar.
Ya salimos lloviendo y cuando llegamos seguía cayendo una buena tromba de agua, así que dejamos nuestras cosas en la habitación y en la terraza del bar con unas buenas vistas al Atlántico esperamos a que escampara un poco. Sobre las 11,30 partimos con dirección a kabrouse, en la misma frontera de Guinea Bissau.
Junto a nuestra habitación reside la familia que
trabaja en este campamento. Tiene varios críos pequeños y cuando vamos hacia
nuestra habitación siempre vienen con nosotros curioseando para ver que hacemos
o que le podemos dar.
Kabrousse
Estos fetiches no son más que una acumulación de objetos o figuras con la intención de que les traiga buena suerte a todos aquellos que los usan o los posean. Representa a un ser sobrenatural al que se le atribuye el poder de gobernar una parte de las cosas o de las personas y al que se adora y se rinde culto.
Como en todos los poblados a los que vamos, los niños son siempre los protagonistas, ya que salen por todas partes a la espera de recibir algún regalo. Salimos del poblado y anduvimos por los alrededores del mismo viendo algunas plantaciones e incluso nos mostró una arboleda que se veía a lo lejos, indicándonos que eso ya era tierra de Guinea Bissau.
Ya era la hora de la comida, con lo que nos llevaron al único bar que se suponía que hacía a la vez de restaurante.
Una vez dentro me dirigí a la cocina para ver qué es lo que tenían de comer y…sorpresa ¿A cómo no sabéis lo íbamos comer? Acertasteis, arroz con carne y una salsa por encima. Pues nada, que aproveche, 1000 CFA el plato.
De vuelta a nuestro campamento de Cap Skirring hicimos una parada para visitar un centro de minusválido en el que se encontraba un familiar de Campos.
Nos
estuvo explicando su dedicación y los distintos objetos de artesanía que venden
para sufragarse los gastos.
Sobre las cuatro ya estábamos en nuestro campamento, tarde de playa y de relax. Primero aprovechamos para pasear por la desierta y solitaria costa en un fantástico día de sol. A nuestro paso vimos verdaderas mansiones junto a la playa, sobre todo de europeos, franceses.
La playa de Cap Skirring se encuentra en el cabo del mismo nombre, siendo un importante reclamo turístico del sur de Senegal, sin que evidentemente su infraestructura se parezca en nada a las costas europeas.
Se encuentra a unos 70 km de Ziguinchor, la capital de Casamance y según he podido leer fue “descubierto” y apreciado por los expatriados franceses de Ziguinchor como área para establecer un balneario en la década de 1960.
La época fuerte a nivel turístico es en invierno y primavera, con lo que ahora en época de monzón los que quieren garantizar un buen tiempo de playa no vienen por estos lares. Suerte para nosotros que de este modo podemos disfrutar de la costa en solitario.
Tras un par de kilómetros andando por la playa y llegando a la parte más saliente (la forma del cabo) nos encontramos con un grupo de chavales que junto con sus madres estaban cogiendo conchas.
Sin reparo alguno, ellos rápidamente se pusieron a posar para que les pudiera fotografiar. Era demasiado evidente, después pusieron la mano para que se les diera algo de dinero
Llenaban unos cestos de conchas y los cargaban hacia el interior de la costa, en una zona de palmeras, y una vez allí, los descargaban formando grandes montículos. El por qué, ni idea. Le pregunte a nuestro guía pero no sabía el motivo.
Día 13. Cap Skirring-Diembering-Cap Skirring
A unos diez kilómetros al norte de Cap Skirring nos encontramos con el bonito pueblo de Diembering. Construida sobre las dunas, aquí se habla el kwatay, un dialecto del Diola. Según nos deja nuestro coche, un inmenso ceiba colocado en medio de una plaza es nuestro primer lugar para recibir información de nuestro guía local (que por cierto el coloreado pantalón que llevaba puesto se lo regaló a Rosa).
Nuestro guía local, simpático, buen relaciones publicas y con mucha experiencia en estas labores, nos enseñó y explico formidablemente todos los detalles de este pueblo.
Nos acercamos hacia el interior de Diembering y por sus laberínticas calles los niños no dejaban de salir a nuestro encuentro. Esta aldea está formada por siete barrios, cada una con su plaza pública. En ellas se guarda celosamente los bomboloms, y tam-tam hecho de una sola pieza a partir de un tronco de árbol. Uno es sagrado y utilizado durante las manifestaciones religiosas y otro sirve para el baile de los luchadores o guerreros.
Sin lugar a dudas este poblado es un auténtico ejemplo
de la cultura Diola.
Nuestro guía nos cuenta que cada
año se celebra el festival de los arrozales, entre finales de marzo y
principios de abril dependiendo de final de las cosechas. Este acontecimiento
es una ocasión para exhibir la cultura de Casamance, sobre todo del Diola kassa, por lo tanto Diembering es una de
las cunas del arroz en Senegal.
¡Este poblado me está encantando!, Algunos críos (ya es
extraño) ignoran nuestro paso por la aldea y ajenos a nosotros siguen jugando a
aquellos pasatiempos que tantos recuerdos me traen de mi niñez. Otros sin
embargo si corretean en busca de nosotros para que le demos algunas chucherías,
o camisetas o material escolar.Al paso de unas de las plazas públicas, un grupo de muchachos que descansan bajo la sombra de un enorme ceiba se dirigen a nosotros en frances, y allí con ayuda de nuestro guías mantenemos una larga conversación sobre Senegal, España y por supuesto Diembering.
Salimos de pueblo y nos dirigimos hacia una pequeña colina desde la que podremos disfrutar de una excelentes vistas de Diembering.
Podemos observar que su
distribución es totalmente desordenada, cada casa o choza está simplemente
instalada junto a unos enormes palmerales. Muchas de las casa están construida
con adobe y techos de paja, otra por lo contrario están construida de forma más
consistente y con tejados de chapa.
No muy lejos, a un kilómetro escaso se encuentra la costa a la que no llegamos a ir aunque nuestro guía ya nos comentó que es una prolongación de playa extensa, arenosa y que llega a Cap Skirring. Poco a poco abandonamos el poblado y antes de salir pudimos presenciar un funeral pero por respeto no nos quedamos.
Diembering concentra el mayor número de ceibas de toda Senega y aquí tenemos una muestra de un verdadero ejemplar d más de 30 metros de altura.
Este viaje que estamos haciendo es
una verdadera inmersión en su cultura, su gente, sus tradiciones, su naturaleza…y
también en la medida de lo posible estamos colaborando con aquellas situaciones
que nos parece más urgente y vital.
He aquí un caso que ya nos comentó
nuestro guía y al que fuimos a visitar. Son dos hermanos gemelos y uno de ellos
padece una enfermedad en la espalda que hace que su desarrollo no sea normal y
que requiere de una operación, que sin ser excesivamente cara para ellos si lo
es.
Estuvimos hablando con su familia (son cinco hermanos) y nos estuvieron contando el problema, así que algunos colaboramos aportando algo de dinero para esta intervención quirúrgica y además nos comprometimos al volver a España intentar recaudar fondos y enviarlo a ese país a través de un número de cuenta (estamos en ello) que por cierto ya tenemos recaudado algo de ayuda y en breve se enviará.
Es triste que en este país al igual
que en Gambia (mucho más) los gobiernos poco hagan para cubrir las necesidades
mínimas de su población.
Afortunadamente son muchas las ONGs
y voluntariados europeos (varias españolas) que colaboran para sacar de la
pobreza a buena parte de estos países.
Volvimos a Cap Skirring para comer
y pasear un poco por sus mercados y tenderetes y aprovechar para regatear y
comprar algunos objetos de recuerdo.
Ya en el campamento, dedicaríamos la tarde a relajarnos en la
playa y disfrutar de este día soleado.Llegada la noche ya nos dijo nuestro guía que tendríamos una sorpresa. ¡Cual sería ese misterio, nos preguntamos nosotros cuatro! Simplemente nos dijeron que iríamos a cenar a un lugar, ¿pero que lugar sería?
Nos montamos en nuestro coche y circulando por varias calles obscuras por fin llegamos a un lugar ¿pero donde estamos? El secreto seguía hacia delante. Ya fuera del coche seguimos andando por otras tantas callejuelas totalmente a obscuras, es más, incluso tuvimos que encender nuestras linternas para ver por donde andábamos…Y por fin llegamos. Estamos en casa de Campos (nuestro guía principal y con el que contacté para ese viaje). Nos invita a comer a su casa con toda su familia. ¡Dios que familia más extensa!
Nos colocaron una mesa con mucho mimo y ¡ala! a comer. De primero el consabido arroz con carne y salsa, pero después ¡que pasada, ya no podíamos más! Nécoras, centollos y langostas…
Frederic, por favor no traigas más, estamos que vamos reventar. De forma insistente se lo decíamos una y otra vez, pero claro no queríamos que lo tomaran como un desprecio, es que ya no podíamos más.
Y en esta excelente velada no puede faltar el baile y el cante. Al compás de los tambores y su tintineo, las mujeres mantenían un acelerado ritmo bailando como ya lo habíamos visto en otras tantas ocasiones.
Junto a nosotros, también vimos a una pareja, él australiano y ella canadiense. Estaban alucinando al igual que nosotros.
¡vaya cena y vaya fiesta! ¡que
velada más espectacular estamos pasando! Desde luego esto ha sido la guinda a
este formidable viaje.
Y como es normal quien se resiste a danzar con este frenético ritmo. Pues si, ahí va Rosa, nosotros con tanto marisco preferimos de momento descansar.
…Y después a dormir.
Día 14. Cap Skirring-Mlomp-A Gambia de Nuevo (Sanyang)
De vuelta a Gambia, haremos una parada en el pueblo de
Mlomp, en el que disfrutaremos de la fiesta (ritual) de iniciación. Ya hacía
algunos días que nuestros guías se estaban informando de en qué pueblo se haría.
El Kankurang es un rito de iniciación practicado en todas las provincias mandingas del Senegal y de Gambia, principalmente en la región de Casamancia y en la ciudad de Mlomp.
Según la tradición, el origen del Kankurang sería el Komo, una sociedad secreta de cazadores cuya organización y prácticas esotéricas contribuyeron a la emergencia de los mandingas.
El personaje central del Kankurang es un iniciado que lleva una máscara hecha con la corteza y la fibra del árbol llamado faara; va vestido con hojas y lleva el cuerpo pintado con tintes vegetales.
Se lo asocia a las ceremonias de circuncisión y a los ritos de iniciación. Su aparición está marcada por varias etapas rituales: la designación del iniciado que llevará la máscara y su investidura por los ancianos, su retirada a la selva con los iniciados, y las vigilias y procesiones de los nuevos iniciados a través de la aldea.
Generalmente, el rito se celebra entre agosto y septiembre. El Kankurang siempre desfila rodeado de los antiguos iniciados y de los habitantes del lugar, quienes siguen su comportamiento y gestos respetuosamente, al tiempo que ejecutan cantos y danzas. Sus demostraciones van acompañadas de una danza entrecortada durante la cual maneja dos machetes y profiere gritos agudos.
Sus seguidores, armados de palos y de hojas de palma, marcan el ritmo contando en coro y con tam-tams. El Kankurang aparece como una garantía de orden y justicia, además de ser el exorcista para alejar a los malos espíritus.
Como tal, asegura la transmisión y la enseñanza de una serie de conocimientos y prácticas que constituyen el fundamento de la identidad cultural mandinga.
Es un rito que se ha extendido a otras comunidades y
grupos de la zona, constituyendo una ocasión para los jóvenes circuncisos de
aprender las reglas de conducta que garantizan la cohesión de la comunidad,
conocer los secretos de las plantas y sus valores medicinales, y aprender las
técnicas de caza.
Esta práctica tradicional está en decadencia a causa
de la rápida urbanización de la mayoría de las regiones de Senegal y de Gambia,
y de la reducción de los bosques sagrados, que han sido transformados en
tierras de cultivo. Como resultado, el rito se ha trivializado y la autoridad
del Kankurang se ha socavado.
Estuvimos viendo estas danzas de iniciación en un par
de barrios de Mlomp. Tras tres horas de disfrute en esta zona partimos hacia la
frontera de Gambia.
Una vez en la frontera, el paso por Senegal no tuvimos
problema, solo la entrega del pasaporte, sello y a pasar.
Pero al entrar en Gambia la cosa cambia y la
corrupción está presente:
El visado se puede tramitar desde España, pagando 50 €,
pero al cruzar la frontera te dirán igualmente que tienes que pagar dinero por
el visado (les pasó a las dos compañeras de Madrid, cuando entraron desde el
norte de Gambia).Nosotros que entramos por el sur tuvimos que negociar la cantidad a pagar. Nos pidieron 68 €, pero gracias a nuestro guía y tras la intervención del conductor gambiano se quedó en 30.
Ya en Gambia y en el
primer control tuvimos igualmente que dar dinero (50 dalasi, 1 €,
insignificante, cuenta el detalle) a una mujer policía, con la excusa de que no
tendría dinero para volver después a su casa.
De nuevo en
Sanyang
Sobre las 17:30 llegamos a nuestro campamento el cual ya lo conocíamos. Tarde de playa y de relax y por la noche… más fiesta.
En
esta ocasión la danza del fuego. Uno de los bailarines con antorchas en las
manos y al ritmo de los tambores prende fuego en una ornamentación que lleva
sobre su cabeza…y sigue bailando.
Día 15. Sanyang-Banjul-Barcelona-Sevilla
Nuestro
vuelo saldría a las 23 horas, con lo que tendríamos toda la mañana y parte de
la tarde para seguir disfrutando de la playa ya que hasta las 20 horas no nos
íbamos hacia el aeropuerto. Dicho y hecho, a esa hora partimos hacia Banjul.
Tras todo el trámite de pasaportes (tuvimos que rellenar un formulario),
controles, equipaje (esta vez sin problema alguno) ya situados en la sala de
espera hasta la salida del vuelo.
Nuestro
vuelo desde Barcelona a Sevilla salía a las 8:50, con lo que en un principio
teníamos tiempo ya que el vuelo Banjul-Barcelona llegaba a las 6:00. Casi tres
horas de margen.
Pero
eso no fue así, ya que el vuelo desde Gambia partió con una hora y media de
retraso, con lo que ya teníamos que correr para no perder el de Sevilla.
A
Barcelona llegamos a las 7:30 en la terminal T1, nosotros tendríamos que ir a
la T2 para Sevilla. ¿Y qué pasó? De todo un poco…
Con
un tiempo súper justísimo: las cintas de equipaje no devolvían las maletas
(hubo un problema, 15 minutos), traslado del autobús T1-T2 (otros diez minutos),
¡No nos da tiempo,
lo perdemos seguro!
Nos
dirigimos para hacer el check-in (lógicamente cerrado, se había pasado de la
hora). Nos envían al mostrador de last time (último minuto) la chica nos dice
que imposible no llegaremos, ya que la puerta de embarque se encuentra en la R9, está lejísimo, en la otra punta
del aeropuerto. “Aunque corráis no lo vais a coger”, dijo la chica, además
llevaros la maleta para cargarla directamente en el avión. Rápidamente nos
dirigimos al control y registro de equipaje (el policía me hizo abrir mi
equipaje, otros 5 minutos ¡por favor que lo perdemos!).
Literalmente corriendo a gran velocidad pasando de puerta en puerta de embarque hasta la R9 y con la carga de todo el equipaje. De refilón miraba los paneles de información y el nuestro ponía CERRADO, EN TIERRA. Parece que no prestaba atención a esos paneles, seguíamos corriendo a gran velocidad. Ya estábamos cerca de nuestra puerta de embarque…R12, R11, R10, que no llegamos, por fin la R9. No me lo podía creer, estaba la chica en la puerta, nuestra gran salvadora, nuestro ángel de la guarda. Eran las 8,40, solo diez minutos para la salida del vuelo. La chica muy rápidamente nos coge nuestras tarjetas de embarque (que ya la llevábamos impresas, por suerte) y entramos en el avión. Doloridos, asfixiados, las caras hirviendo, chorreando de sudor…yo creo que las azafatas incluso se preocuparon al vernos en tal estado…”agua por favor”, ellas sin dudarlo nos la dieron. Por fin sentados…a dormir hasta llegar a Sevilla una hora y media después.
Fin del viaje