martes, 26 de noviembre de 2013

Ruta diario Marruecos (parte IV) Agosto/13





Tras el desayuno, quedamos para abandonar el desierto a las 8 de la mañana. Tenemos por delante una larga caminata de 180 kilómetros por unas bellas y extenuadas carreteras. Además ha terminado el ramadán y hoy es fiesta, con lo que todos los poblados por los que pasamos son un verdadero festín de coloridos.



   


A las 11,30 horas llegamos al valle del Todra. Nuestro vehículo nos dejo en una explanada que había a la entrada del pueblo.


Espectaculares vistas se veían desde lo alto. Allí abajo, un floreciente oasis repleto de palmeras, y al fondo un bello poblado de adobe, donde los ventanucos de sus casas me recordaban aquellos nostálgicos portales de Belén.


Bajamos hacía el riachuelo, y junto a él, haremos un senderillo de unos 7 kilómetros, disfrutando del frescor de este milagroso oasis.


Con impresionantes palmerales y aldeas bereberes, el agua aquí parece brotar por todas partes.
A nuestro paso, los huertos gozan de vida, y las acequias bañan cada rincón del oasis.


Es un paseo agradable, sobre todo cuando el camino se adentra en las zonas más umbrías. Se agradece, porque aquí el sol castiga fuertemente.



Tras una hora y media de marcha, llegamos a una pequeña piscina natural. Aquí termina nuestro recorrido, junto a una terraza de un bar restaurante.
Tomamos algo fresquito, y Mustafá nos recogió con el vehículo para llevarnos a las cercanas gargantas del Todra.



Al final del valle se abre una enorme falla en la meseta que separa el Alto Atlas del Jebel Sarhro, con un río de aguas cristalinas  y una altura de 300 metros en su punto más estrecho.



Sin lugar a dudas no es la mejor hora de llegar a este lugar, ya que las sombras estropean el bello color de estas gargantas. Seguro que por la mañana cuando el sol penetra en el fondo del cañón, luciría mucho más.




Aprovecho para andar un poco, y me alejo de la muchedumbre que acude a este lugar, unos en microbuses, otros en su coche particular, y otros por el río incluso en 4x4.

Varios hoteles restaurantes adosados a la misma pared de la garganta pueden dar cobijo.


Aprovechamos para comer aquí, y sobre las cuatro de la tarde partimos con dirección a las gargantas del Dades, situado a unos 50 kilómetros.

Gargantas del Dades


Espectacular paisaje del que podremos disfrutar a lo largo de toda la ruta hasta llegar a las gargantas del Dades. Haremos alguna paradilla en el camino para disfrutar de las vistas.



A esta hora de la tarde, los rayos del sol son suaves, y al reflejarse sobre esta tierra seca nos da unos bonitos tonos de colores.


Las mujeres ataviadas con todas sus vestimentas ascienden sobre la loma de la aldea, su colorido contrasta fuertemente con el rojizo del terreno.


En una de nuestras paradas, los niños se acercan hacia nosotros, y parecen haber salido de la nada. Nos piden que le demos cualquier cosa: un lápiz, cuadernos, dinero etc.



Ya con la tarde caída, llegamos a nuestro hotel, situado junto al río. Dejamos rápidamente las cosas y nos dirigimos por una serpenteante carretera hasta un puerto, donde hay ubicado un restaurante, con excelentes vistas.



Tras un ratillo allí arriba, descendimos los dos kilómetros a pie por esta impresionante carretera.

Ya de noche llegamos a nuestro hotel.

Hoy ha sido un día realmente largo, y más de uno estamos extenuados, ya que el madrugón del desierto lo van notando nuestros cuerpos.


Teníamos incluida la comida  bereber, así que reparto de habitaciones y a comer. Un té en la terraza y a dormir que mañana toca más.



Día 6.  Gargantas del Dades-Ourzazate-Kasba AÏT Benhaddou-Imnil (420 km).


Ouarzazate


Hoy también tendremos un día largo de ruta, así que paciencia, intentar refrescarnos un poco y mitigar este sofocante calor, esto es lo que queda si queremos disfrutar de este bello país.


Haremos una pequeña parada en Ouarzazate, desayunaremos y daremos una pequeña vuelta por el mercado para comprar algo de fruta.


Ourzazate, conocida como el Hollywood del desierto se ha convertido en el centro cinematográfico de Marruecos, y muchas producciones como Gladiator, la última tentación de Cristo, 007: alta tensión y Asterix se han filmado en la zona. Pero sin lugar a dudas el rodaje de Alejandro Magno trajo una gran inversión extranjera a este lugar.




Ksars bereber AÏt Benhaddou



Estos pueblos fortificados consisten en un recinto amurallado rectangular con cuatro torres  esquineras. El espacio entre las calles y la muralla lo ocupan casas minúsculas con patio y callejones, una mezquita y un pozo.




El Ksars de AÏt Benhaddou, cerca de Ourzazate es un ejemplo claro de este tipo de construcción, y ha servido de escenario para muchas películas de cine.


Lawrence de Arabia, Jesús de Nazaret o Gladiator, son algunos de los ejemplos rodados en este exótico lugar.


Es mediodía y hace un calor sofocante. Nuestro guía Alí nos lleva por un sitio en el que no hay que pagar entrada. Por lo visto, uno de los habitantes del lugar ha colocado junto a su casa, especie de una taquilla para cobrar la visita a la ciudad.


Esta Ksars es una de las más exóticas y mejor conservadas de toda la región del Atlas. 

Actualmente está protegida por la Unesco, y gracias a ella se ha podido conservar en tan buenas condiciones. 


Para adentrarse en la parte más pintoresca de la ksars, debemos atravesar el gran lecho de un río, y que en esta ocasión va totalmente seca. Una vez allí, el callejeo es imprescindible para disfrutar de su visita.


Las casas construidas de adobe, y con ese característico color del barro, contrasta con los colorines de algunos tenderetes de recuerdos que hay en muchos callejones de la Ksars.


En la parte más alta hay una pequeña fortaleza parcialmente derruida, pero con estos casi 45º evitamos seguir subiendo y buscamos la sombra de algunos rincones y alguna que otra tienda. 

Abandonamos AÏt Benhaddou y nos dirigimos hacia el alto Atlas, tras un largo y bello recorrido.







Puerto de Tichka (2260 metros)


Con dirección norte, y hacia la cordillera del Atlas, el paisaje se hace más abrupto, y las montañas peladas reflejan  bonitas tonalidades.


El puerto de Tichka (2260 m) nos indica que estamos en la carretera principal más alta de Marruecos. Desde aquí hay una panorámica extraordinaria del paisaje lunar del Anti atlas con el desierto al fondo.


Poco antes del puerto paramos a comer en un restaurante. Desde su terraza podíamos disfrutar de unas bonitas vistas de todo el valle, y al fondo las montañas del Atlas.

La mitad del grupo solo comía arroz en blanco. Según avanzan los días, lo cuerpos cada vez parecen más cascados. Los que todavía aguantamos, unos pinchitos morunos.


La anécdota del viaje

Cuando nos estábamos acercando a la localidad de Imnil, y al atravesar el bullicioso y animado pueblo de Eurita, nos paró la policía. Al parecer había adelantado en un lugar donde no se podía; cosa que parece increíble, porque aquí cada uno adelanta donde quiere y cuando quiere, sin prestar atención a las invisibles señales de tráfico. El caso es que Mustafá (nuestro conductor) estaba discutiendo con los policías para ver si resolvían el tema. En ese momento llaman por teléfono a Alí (nuestro guía).  ¡ Sorpresa!
Es la policía secreta de Rabat. Están interesado en saber cómo nos encontrábamos, ya que por lo visto nos estaban siguiendo desde que entramos en la Sinagoga de Fez, y pensaban que éramos un grupo de judíos. Y como el tema de los atentados estaba un poco revuelto, nos seguían para salvaguardar nuestra seguridad.
Hablaron con los otros policías de tráfico y nos dejaron marchar.


Imnil


Llegamos a Imnil ya prácticamente de noche. El tiempo justo de repartir las habitaciones y bajar a cenar. Nos hospedamos en el hotel Riad Imnil, un bonito y agradable lugar. Unos té de bienvenida, y a saborear nuestro manjar.


Ya estuve aquí hace cuatro años, cuando junto con otros compañeros hicimos una expedición para subir al Pico Toubkal (4167 m), el más alto de la cordillera del Atlas y del norte de África. Pero en aquella ocasión no tuvimos ocasión de disfrutar de la gente y del pueblo, ya que subimos directamente hacia el refugio de Nemret. Ahora si lo disfruté.



Día 7 Imnil-ruta a pie al Morabito de Sidi Chamarouch-Imnil-Marrakech (80 km).



Subida hacia el morabito de Sidi Chamarauch


Esta mañana la dedicaremos para realizar una ruta a pie hasta el morabito de Sidi Chamarauch, un lugar de peregrinación y rezo de los musulmanes.


Para ello partimos sobre las 8,30 horas un reducido grupito de ocho compañeros, aunque al final llegaríamos solo siete, uno se volvería. El resto o están convaleciente o no se encuentran bien.  

Conocía perfectamente la ruta, ya que es lugar de paso hacia el pico Toubkal.


Imnil está a unos 1850 metros de altitud, y el Morabito a unos 2350, con lo que tendremos unos 500 metros de desnivel hasta conseguir el objetivo.


El camino está perfectamente marcado, y no tiene pérdida alguna. De hecho, vemos mucha gente que sube, sin ser montañeros, son simplemente excursionistas musulmanes que van a pasar el día al morabito o la Piedra Blanca, como también se le conoce.


La ruta me trajo muchos recuerdos, aunque en la otra ocasión, toda la cordillera estaba cargada de nieve, y lógicamente eso lo embellecía mucho más.

Tras dos horas y media de marcha llegamos al Morabito. Dimos un paseo por las tiendas y nos acercamos hasta el Morabito, pero sin llegar a él, puesto que está prohibida la entrada para los no musulmanes.




Subimos a la terraza donde ya estuve la otra vez, allí tomamos un fresco zumo de naranja y disfrutamos de unas excelentes vistas de la zona. Tras 45 minutos de estancia empezamos a bajar.


El pueblo de Around, ya cerca de Imnil, nos regala una bella estampa para recrearnos en nuestra tranquila y sosegada bajada.


A las 14 horas llegaríamos a Imnil.



Una vez abajo aprovecho para dar una vuelta por el pueblo, ya que hasta las 15,30 no partimos hacia Marrakech.


¡Qué ambiente hay en la calle! 



Es la hora de la comida, y la única calle de Imnil está atiborrada de gente que va de compras, otros suben por la empinada calle, y otros preparados para comer.

El olor y el humo se impregnan en nuestro olfato, y aunque buscamos algún sitio donde comer, al final optamos por coger algo de fruta.


La llamada al rezo del muecín, junto a las  muchas familias reunidas en torno a una sabrosa carne al grill completa una jornada de fiesta en este rincón del país.



Marrakech


Sobre las 17 horas llegamos a Marrakech. Cuando salimos de nuestro vehículo, una fuerte bofetada de un calor infernal nos azotó en nuestros templados rostros. Son 47º los que hace según la gente del hotel. Es horrorosa la  calorina que hace. 


Esta es la temperatura normal, incluso algo más, que marcan los termómetros en la capital de Marrakech.
 De este modo, las horas centrales del día  se  hace  penoso  circular  por  las calles, y si se está, hay que estar permanentemente ingiriendo líquidos y buscando algo de sombra.



Así que cuando llegamos al hotel, estuvimos refrescándonos un poco en la piscina, y sobre las ocho de la tarde quedamos para dirigirnos al centro de Marrakech.
Ya estuve aquí en otra ocasión, y por lo tanto, la visita a esta ciudad me la tomé con tranquilidad, y casi en plan observador. Por la noche fuimos a cenar a un Riad, y paseamos un poco por las calles principales que desembocan en la plaza de Djemaa el Fna, sin adentrarnos en la medina.


Día 8 Marrakech


Una vez desayunados partimos hacia la medina. Lo primero que queríamos ver era la mezquita y la madraza de Alí ibn Yusuf.


Es la mayor mezquita de toda la medina y constituye un núcleo intelectual y religioso. Y fue construida en la segunda mitad del siglo XII por el sultán almorávide del mismo nombre.



La madraza es la mayor facultad de teología del Magreb, fue construida por los saadíes en 1565 y restaurada en gran parte en la década de 1960.

Al igual que casi todas las madrazas fue construida en época de benimerín y sigue su estilo más arquetipo con decoración en yeso combinada y techos tallados en madera de cedro.




En la planta superior se encuentran las pequeñas y austeras habitaciones de los estudiantes. Es un lugar tranquilo y que invita a la meditación.


Tiene algunos impresionantes ejemplos de decoración en estuco, y el tesoro más preciado de la madraza es una pila de mármol del siglo X y antiguamente decoraba el patio y que ha sido trasladado al museo Dar Si Said.

 



Hora de perderse por este laberinto de callejuelas. Desde la gran mezquita hasta la plaza de Djemaa el Fna, es una zona relativamente bastante compacta, y siguiendo unas indicaciones es fácil guiarse, y si nos despistamos, a preguntar por la plaza, que es la mejor referencia. 



Los zocos de Marrakech son quizás los que más vida tienen de todo Marruecos. Llega un momento en el que estás borracho, mareado, incluso en algunos momentos hay quien llega a agobiarse.

Los vendedores no paran de asaltarte y ofrecerte a buen precio todos sus artículos.


Aquí se vende de casi todo, pero sobre todo los que ellos dicen que es en plan artesanal: alfombras, objetos de latón, carpintería, telas. Y muchos productores naturales como las especias y las sales.


La plaza de Djemaa el Fna de día

Djemaa el Fna es la principal atracción de Marrakech, y sin lugar a dudas, es  el escenario de uno de los mayores espectáculos del mundo.
Por la mañana la plaza se convierte en un centro comercial lleno de tenderetes, y muchos vendedores ambulantes que se mueven y persiguen a los turistas hasta la saciedad.
El encantador de serpientes, el sacamuelas, el cuentacuentos, el orador... Son   muchos   los   personajes curiosos que se concentran en esta mágica plaza.
Según el escritor Paul Bowles, sin ella Marrakech solo sería una ciudad marroquí más.
Sentarse en una de las terrazas de los muchos restaurantes y bares que hay en la plaza, es visita obligada. Desde allí podremos ver el espectáculo, con mayor tranquilidad y distancia. 

Al igual que hace cientos de años, los zocos de Marrakech viven intensamente el mundillo comercial. Sus habitantes se aferran al estilo tradicional, y esto forma parte de la concepción de Marrakech.


Zambullirse por sus callejuelas y regatear con los comerciantes, son cosas que nadie se debería perder cuando visita esta exótica ciudad.


Dejarse llevar por una gran muchedumbre, dejarse arrastrar, simplemente dejarse llevar por las sensaciones olfativas y visuales. Casi seguro que al  final  salimos  a  la  plaza más importante y con más vida de todo Marrakech, la plaza de Djemaa el Fna, y si no hemos salido no pasa nada, preguntamos y ellos amablemente nos indicarán.


Desde la misma plaza Djemaa el Fna podemos acceder a muchos zocos, algunos de ellos escondidos al final de un callejón donde no parece haber nada.


Cuando nos adentramos en ellos, y quizás con algo menos de turismo, los vendedores no son tan agresivos, y puedes tranquilamente echar un vistazo de forma sosegada a las tiendas.






La plaza de Djemaa el Fna de noche


Con casi 52º, y a las cuatro de la tarde decidimos ir un poco al hotel, refrescarnos y descansar un rato, porque esta noche volveremos a Marrakech para disfrutar del ambiente nocturno.


Cuando el sol se pone, y la noche recobra vida, parece estar en una escena teatral totalmente distinta a la que hemos visto por la mañana.
Donde estaban instalados los tenderetes, ahora son decenas y decenas de humeantes chiringuitos, donde cada uno de ellos marcado con un número, los camareros   te   hacen   recordar   dicho número para comer en cualquier momento posterior.


Los chiringuitos rebozan de comida, y con tantos camareros como relaciones públicas, son un reclamo permanente para que acudas a sus mesas.

Lo más habitual para comer son los variados pinchitos  de cordero, ternera y pollo, acompañado de ensaladas diversas. Aunque también podemos catar algo de pescado y de mariscos.



Los camareros rápidamente te preguntan que de dónde eres, y con una astucia impresionante, son capaces de pronunciar un sinfín de coletillas de cada una de las regiones españolas. 


-Camarero-¿Cuántas cervezas cruz campo queréis, o preferís estrella del sur, o Mahón?
Sabiendo que ellos no sirven cervezas, pero el caso es establecer una relación de simpatía, y así un sinfín de detalles más.

Son unos verdaderos artistas del negocio.


Junto a los chiringuitos, decenas de espectáculos ambulantes de lo más variopinto: músicos, bailarines, malabaristas, acróbatas, cuenta cuentos, y algún que otro lunático que improvisa su tenderete, y  que atraen a locales y turistas. Y en torno a este mejunje, los carteristas, vendedores de baratijas, y timadores se mueven a sus anchas por esta feria nocturna.  


Hay pocas ciudades en el mundo que puedan presumir de este tan excepcional ambiente local, y reclamo tan importante para los viajeros.



… Y ya por último la Koutoubia, es gemela de nuestra querida Giralda y de la torre Hassan de Rabat.
Con sus 70 metros de altura es el monumento más importante de Marrakech, y su minarete se puede divisar  desde algunos kilómetros a la redonda.
Construida por el almohade Yusuf al Mansur (1184-1199) es la ubicación de una mezquita almorávide del siglo XI. 
Parece ser que está construida sobre los restos de una mezquita original, y que fue derruida por no encontrase orientada hacia la Meca. 

Día 9.  Marrakech-Rabat-Moulay Bousselhan-Asilah (550 km).

Rabat


A las 8 de la mañana partimos hacia Rabat en el que haremos una pequeña parada para ver el complejo de la Torre Hassan y el Mausoleo de Mohamed V.


La torre Hassan fue construida por el Sultán almohade Yusuf al Mansur en 1195 con la intención de que alcanzara los 60 metros de altura y se convirtiera en el mayor y más alto del Islam. El proyecto fue abandonado cuatro años más tarde al morir el Sultán.


En el Mausoleo de Mohamed V es donde descansan los restos del abuelo y del padre (Hassan II) del actual rey. Construido en un estilo tradicional marroquí, este mausoleo de mármol está profusamente  decorado con elaborados mosaicos desde el suelo hasta el techo.









La entrada es gratuita y está abierto desde el alba hasta el crepúsculo.

Una visita fugaz de poco menos de una hora, y en el que el objetivo era solo la visita a este recinto.
Picamos algo en un bar que había por la zona y partimos hacia la localidad costera de Mulay Bousselham.





Mulay Bousselham


Llegamos a esta bonita localidad sobre las cuatro de la tarde, así que decidimos estar en ella hasta las seis y media que partiríamos hacia Asilah.


Este pequeño pueblo pesquero situado a unos 44 km de Larache es un destino turístico para los marroquís, y por lo tanto con bastante atractivo desde el punto de vista local.


Ubicado en un enclave pintoresco, donde la playa se une a una laguna interior.

Junto a este, el Parque nacional de Merdja Zerga (laguna azul).


Es uno de los mejores lugares de Marruecos para disfrutar de la observación ornitológica: Zancudas, flamencos, aves de caza, garzas reales, espátulas, chorlitos…, pero que lógicamente en este mes de agosto poco o nada se ve por aquí.


Aquí, varias barquitas están atravesando permanente a la otra orilla de la laguna. Los barqueros te reclaman para montarte por unos pocos de Dírhams


Mulay Bousselham es el nombre de un santón egipcio del siglo X que se venera en uno de los santuarios situados por la  ladera que va hacia el mar.


Yo me dirijo hacia las escalerillas que nos accede a la playa, y que es donde se encuentran todas las barquitas. Ando por la playa y avanzo hasta el final de la misma. Aquí, sin nadie y relajadamente disfruto de un apetitoso baño disfrutando de hermosas vistas sobre el pueblo. 





A la hora acordada partimos hacia Asilah, llegando sobre las 19,45 horas. Directamente al hotel, reparto de habitaciones y a cenar pescadito (por fin) a casa Pepe.


Día 10. Asilah




Situada a unos 50 km al sur de Tánger. Aslah es una bonita y colorida localidad costera, en la que cada vez prolifera más el turismo europeo.



Ya estuve aquí hace cuatro años, cuando hicimos la expedición al Toubkal, y que de vuelta hacia Tánger hicimos una parada en Asilah.


Pero en aquel momento solo estuvimos un par de horas, y además por la mañana muy temprano, con lo que no disfruté del lugar como lo he hecho ahora.


Asilah, rodeada de unas impresionantes fortificaciones portuguesas del siglo XV se conservan intactas en su mayor parte, debido sobre todo a las modernas obras de restauración.


Desayuno pronto, y sobre las 9,30 me adentro en la medina por la puerta “Bab Kasaba”, cercana al mar.
 Las calles están solitarias, solo alguna señora vestida con sus habituales vestimentas marroquís, se deja ver.



Sus casas encaladas con un intenso blanco, las puertas y ventanas pintadas con un brillante color verde y azul, y muchas paredes decoradas con exquisitos dibujos.



Asilah es un destino de bohemios y artistas. Es un refugio para ellos, y cuando paseo por sus calles se respira este ambiente de pintores y escultores.

Los coloristas murales que decoran las murallas son pintados durante el festival internacional de la cultura.



El silencio es lo que manda al caminar por estas coloridas y estrechas callejuelas. Yo y mi cámara no dejamos de inmortalizar muchas bellas imágenes. Ahora me dirijo por el interior de la medina buscando la parte de muralla que da hacia el mar. 



Llego a una balconada con vistas al mar. A estas horas de la mañana, todavía la bruma que viene del océano se deja notar.



Hermosas vistas se pueden divisar desde este excelente mirador. Hacia un lado parte de la muralla se mezcla con casas blancas colgantes, y hacia el otro lado, las rocas medio sumergidas en el agua embellecen todo el tramo de la costa.



Son las 11,30 horas de la mañana, y ya se va viendo algo de movimiento por la medina, sobre todo de curiosos turistas.



Así que decido bajar un poco hacia la costa y pasear un poco por ella. Unos pequeños chiringuitos hay justo al lado del mar. Yo paso por delante de ellos y avanzo hacia las rocas que hay junto a la orilla.


Durante un buen rato voy bordeando la costa, y cuando veo un sitio agradable, me tumbo en una roca y me pongo a tomar el sol. Observo a las familias de marroquís que llegan por la zona, unos pasean, otros se bañan (las mujeres siempre con todas sus vestimentas) y otros tientan la suerte con la caña de pescar.



Cuando miro el reloj, veo que ha pasado una hora. Así que vuelvo hacia la muralla, pero ahora en vez de entrar a la medina, la bordeo y paso por delante de un bello morabito.



Me sitúo ahora en la parte comercial de Aslah. La calle paralela a la muralla está repleta de vendedores ambulantes y de tenderetes de ropas, frutas, verduras, y de otros tantos objetos del hogar.


Muchas de las vendedoras ambulantes, son campesinas rifeñas que desde sus campos y sus aldeas traen los productos cultivados en sus huertos para venderlos aquí.


Debo de reconocer que estas imágenes me encantan y son las que más busco cuando viajo por ahí.

Es una sucesión de bellas estampas, de coloridas escenas, y pintorescos personajes.
Cada dos pasos me paro, y disfruto de cada imagen de este ajetreado comercio.


El bullicio es constante, y los marroquís no dejan de trasladarse de un sitio para otro, y además lo mejor de todo, por esta zona no se ven turistas.


Las mujeres vestidas con sus coloridas prendas parecen ir de compras. Muchas de ellas, con sus canastas repletas de comidas.


En una de las calles centrales de esta zona comercial, veo un morabito con su cúpula verde y blanca. Delante de ella un murete en forma de muralla la resguarda.


La imagen y escena es formidable para fotografiar. Durante más de media hora me quedo allí parado, esperando ver a todos los personajes pasar por delante de esa colorida fachada.


Contemplar este ajetreo con este colorido es fantástico, y aunque estoy aquí parado no me canso de observar cientos de detalles, e intento  inmortalizar en mi retina y a la vez con mi cámara todas estas imágenes.Ya es mediodía, en unos de los tenderetes compro bastante fruta y eso será  lo que comeré.

A las 16 horas hemos quedado para irnos a una playa cercana a Asilah.


Playa de las cuevas o del Paraíso


A unos cuatro kilómetros al sur de Asilah podemos llegar a esta exótica y salvaje playa, tras avanzar en el último tramo por una pista de tierra.


Extensa y soleada playa, que aunque con bastante gente en su parte central, solo tenemos que desplazarnos algunos cientos de metros para disfrutar de ella en solitario.
Tenemos varios chiringuitos donde podemos comer y beber algo.


Por un módico precio nos podemos dar un duchazo en un pequeño baño improvisado. Ya, sobre las 19,30 horas volvimos hacia Asilah, llegando media hora después.



Por la noche quedamos para cenar todos juntos, y ya en forma de despedida por ser nuestra última noche en Marruecos, lo queríamos pasar juntos, y de este modo nos fuimos a cenar pescaditos al restaurante “El Espigón”.

Día 11. Asilah-Tánger-Algeciras-Sevilla (250 km)

Llegó nuestro último día, el día que volvemos a nuestros respectivos hogares; unos a Andalucía, otros a Cataluña, otros a Castilla, y otros a Extremadura, pero todos volvemos a España tras este aprovechado viaje a Marruecos.

Marruecos es un país de contrastes, de fuertes contrastes: montañas, desiertos, gargantas, pueblos, costas, y su gente, gente humilde y entregada hacia el viajero.

A las 7,15 horas partimos con dirección al puerto de Tánger Med, a unos 50 kilómetros.
Entre espera y espera, el barco lo cogimos sobre las 11,30 de la mañana, y a Sevilla llegaríamos sobre las 16,30 horas, tras dejar a otros compañeros en Jerez.


Bibliografía: Marruecos, de Loney Planet. GeoPlaneta.