Viene de Parte III
http://antonio-bueno-todosmisviajes.blogspot.com.es/2013/11/ruta-diario-por-marruecos-parte-iii.html
Valle y Gargantas del Todra
Tras el desayuno, quedamos para abandonar el desierto a las 8 de la mañana. Tenemos por delante una larga caminata de 180 kilómetros por unas bellas y extenuadas carreteras. Además ha terminado el ramadán y hoy es fiesta, con lo que todos los poblados por los que pasamos son un verdadero festín de coloridos.
A las 11,30 horas llegamos al
valle del Todra. Nuestro vehículo nos dejo en una explanada que había a la
entrada del pueblo.
Espectaculares vistas se veían
desde lo alto. Allí abajo, un floreciente oasis repleto de palmeras, y al fondo
un bello poblado de adobe, donde los ventanucos de sus casas me recordaban
aquellos nostálgicos portales de Belén.
Bajamos hacía el riachuelo, y
junto a él, haremos un senderillo de unos 7 kilómetros, disfrutando del frescor
de este milagroso oasis.
Con impresionantes palmerales y
aldeas bereberes, el agua aquí parece brotar por todas partes.
A nuestro paso, los huertos gozan
de vida, y las acequias bañan cada rincón del oasis.
Es un paseo agradable, sobre todo
cuando el camino se adentra en las zonas más umbrías. Se agradece, porque aquí
el sol castiga fuertemente.
Tras una hora y media de marcha,
llegamos a una pequeña piscina natural. Aquí termina nuestro recorrido, junto a
una terraza de un bar restaurante.
Tomamos algo fresquito, y Mustafá
nos recogió con el vehículo para llevarnos a las cercanas gargantas del Todra.
Al final del valle se abre una
enorme falla en la meseta que separa el Alto Atlas del Jebel Sarhro, con un río
de aguas cristalinas y una altura de 300
metros en su punto más estrecho.
Sin lugar a dudas no es la mejor
hora de llegar a este lugar, ya que las sombras estropean el bello color de
estas gargantas. Seguro que por la mañana cuando el sol penetra en el fondo del
cañón, luciría mucho más.
Aprovecho para andar
un poco, y me alejo de la muchedumbre que acude a este lugar, unos en
microbuses, otros en su coche particular, y otros por el río incluso en 4x4.
Varios hoteles
restaurantes adosados a la misma pared de la garganta pueden dar cobijo.
Aprovechamos para
comer aquí, y sobre las cuatro de la tarde partimos con dirección a las
gargantas del Dades, situado a unos 50 kilómetros.
Gargantas del Dades
Espectacular paisaje del que
podremos disfrutar a lo largo de toda la ruta hasta llegar a las gargantas del
Dades. Haremos alguna paradilla en el
camino para disfrutar de las vistas.
A esta hora de la tarde, los
rayos del sol son suaves, y al reflejarse sobre esta tierra seca nos da unos
bonitos tonos de colores.
Las mujeres ataviadas con todas
sus vestimentas ascienden sobre la loma de la aldea, su colorido contrasta
fuertemente con el rojizo del terreno.
En una de nuestras paradas, los
niños se acercan hacia nosotros, y parecen haber salido de la nada. Nos piden
que le demos cualquier cosa: un lápiz, cuadernos, dinero etc.
Ya con la tarde caída, llegamos a
nuestro hotel, situado junto al río. Dejamos rápidamente las cosas y nos
dirigimos por una serpenteante carretera hasta un puerto, donde hay ubicado un
restaurante, con excelentes vistas.
Tras un ratillo allí arriba,
descendimos los dos kilómetros a pie por esta impresionante carretera.
Ya de noche llegamos a nuestro
hotel.
Hoy ha sido un día realmente
largo, y más de uno estamos extenuados, ya que el madrugón del desierto lo van
notando nuestros cuerpos.
Teníamos incluida la comida bereber, así que reparto de habitaciones y a
comer. Un té en la terraza y a dormir que mañana toca más.
Día
6. Gargantas del Dades-Ourzazate-Kasba
AÏT Benhaddou-Imnil (420 km).
Ouarzazate
Hoy también tendremos un día
largo de ruta, así que paciencia, intentar refrescarnos un poco y mitigar este
sofocante calor, esto es lo que queda si queremos disfrutar de este bello país.
Haremos una pequeña parada en
Ouarzazate, desayunaremos y daremos una pequeña vuelta por el mercado para
comprar algo de fruta.
Ourzazate, conocida como el Hollywood
del desierto se ha convertido en el centro cinematográfico de Marruecos, y
muchas producciones como Gladiator, la
última tentación de Cristo, 007: alta tensión y Asterix se han filmado en
la zona. Pero sin lugar a dudas el
rodaje de Alejandro Magno trajo una
gran inversión extranjera a este lugar.
Ksars bereber AÏt Benhaddou
Estos pueblos fortificados consisten en un recinto amurallado rectangular con cuatro torres esquineras. El espacio entre las calles y la muralla lo ocupan casas minúsculas con patio y callejones, una mezquita y un pozo.
El Ksars de AÏt Benhaddou, cerca
de Ourzazate es un ejemplo claro de este tipo de construcción, y ha servido de
escenario para muchas películas de cine.
Lawrence de Arabia, Jesús de Nazaret
o Gladiator, son algunos de los ejemplos rodados en este exótico lugar.
Es mediodía y hace un calor
sofocante. Nuestro guía Alí nos lleva por un sitio en el que no hay que pagar
entrada. Por lo visto, uno de los habitantes del lugar ha colocado junto a su
casa, especie de una taquilla para cobrar la visita a la ciudad.
Esta Ksars es una de las más
exóticas y mejor conservadas de toda la región del Atlas.
Actualmente está protegida por la
Unesco, y gracias a ella se ha podido conservar en tan buenas condiciones.
Para adentrarse en la parte más
pintoresca de la ksars, debemos atravesar el gran lecho de un río, y que en
esta ocasión va totalmente seca. Una vez allí, el callejeo es imprescindible
para disfrutar de su visita.
Las casas construidas de adobe, y
con ese característico color del barro, contrasta con los colorines de algunos
tenderetes de recuerdos que hay en muchos callejones de la Ksars.
En la parte más alta hay una
pequeña fortaleza parcialmente derruida, pero con estos casi 45º evitamos
seguir subiendo y buscamos la sombra de algunos rincones y alguna que otra
tienda.
Abandonamos AÏt Benhaddou y nos
dirigimos hacia el alto Atlas, tras un largo y bello recorrido.
Puerto de Tichka (2260 metros)
Con dirección norte, y hacia la
cordillera del Atlas, el paisaje se hace más abrupto, y las montañas peladas
reflejan bonitas tonalidades.
El puerto de Tichka (2260 m) nos
indica que estamos en la carretera principal más alta de Marruecos. Desde aquí
hay una panorámica extraordinaria del paisaje lunar del Anti atlas con el
desierto al fondo.
Poco antes del puerto paramos a
comer en un restaurante. Desde su terraza podíamos disfrutar de unas bonitas
vistas de todo el valle, y al fondo las montañas del Atlas.
La mitad del grupo solo comía
arroz en blanco. Según avanzan los días, lo cuerpos cada vez parecen más
cascados. Los que todavía aguantamos, unos pinchitos morunos.
La anécdota del viaje
Cuando nos estábamos acercando a la localidad de Imnil, y al atravesar el
bullicioso y animado pueblo de Eurita, nos paró la policía. Al parecer había
adelantado en un lugar donde no se podía; cosa que parece increíble, porque
aquí cada uno adelanta donde quiere y cuando quiere, sin prestar atención a las
invisibles señales de tráfico. El caso es que Mustafá (nuestro conductor)
estaba discutiendo con los policías para ver si resolvían el tema. En ese
momento llaman por teléfono a Alí (nuestro guía). ¡ Sorpresa!
Es la policía secreta de Rabat. Están interesado en saber cómo nos
encontrábamos, ya que por lo visto nos estaban siguiendo desde que entramos en
la Sinagoga de Fez, y pensaban que éramos un grupo de judíos. Y como el tema de
los atentados estaba un poco revuelto, nos seguían para salvaguardar nuestra
seguridad.
Hablaron con los otros policías de tráfico y nos dejaron marchar.
Imnil
Llegamos a Imnil ya prácticamente
de noche. El tiempo justo de repartir las habitaciones y bajar a cenar. Nos
hospedamos en el hotel Riad Imnil, un bonito y agradable lugar. Unos té de
bienvenida, y a saborear nuestro manjar.
Ya estuve aquí hace cuatro años,
cuando junto con otros compañeros hicimos una expedición para subir al Pico
Toubkal (4167 m), el más alto de la cordillera del Atlas y del norte de África.
Pero en aquella ocasión no tuvimos ocasión de disfrutar de la gente y del
pueblo, ya que subimos directamente hacia el refugio de Nemret. Ahora si lo
disfruté.
Día
7 Imnil-ruta a pie al Morabito de Sidi Chamarouch-Imnil-Marrakech (80 km).
Subida hacia el morabito de Sidi
Chamarauch
Esta mañana la dedicaremos para
realizar una ruta a pie hasta el morabito de Sidi Chamarauch, un lugar de
peregrinación y rezo de los musulmanes.
Para ello partimos sobre las 8,30
horas un reducido grupito de ocho compañeros, aunque al final llegaríamos solo
siete, uno se volvería. El resto o están convaleciente o no se encuentran bien.
Conocía perfectamente la ruta, ya
que es lugar de paso hacia el pico Toubkal.
Imnil está a unos 1850 metros de
altitud, y el Morabito a unos 2350, con lo que tendremos unos 500 metros de
desnivel hasta conseguir el objetivo.
El camino está perfectamente
marcado, y no tiene pérdida alguna. De hecho, vemos mucha gente que sube, sin
ser montañeros, son simplemente excursionistas musulmanes que van a pasar el
día al morabito o la Piedra Blanca, como también se le conoce.
La ruta me trajo muchos
recuerdos, aunque en la otra ocasión, toda la cordillera estaba cargada de
nieve, y lógicamente eso lo embellecía mucho más.
Tras dos horas y media de marcha
llegamos al Morabito. Dimos un paseo por las tiendas y nos acercamos
hasta el Morabito, pero sin llegar a él, puesto que está prohibida la entrada
para los no musulmanes.
Subimos a la terraza donde ya
estuve la otra vez, allí tomamos un fresco zumo de naranja y disfrutamos de
unas excelentes vistas de la zona. Tras 45 minutos de estancia empezamos a
bajar.
El pueblo de Around, ya cerca de Imnil,
nos regala una bella estampa para recrearnos en nuestra tranquila y sosegada
bajada.
A las 14 horas llegaríamos a
Imnil.
Una vez abajo aprovecho para dar
una vuelta por el pueblo, ya que hasta las 15,30 no partimos hacia Marrakech.
¡Qué ambiente hay en
la calle!
Es la hora de la comida, y la
única calle de Imnil está atiborrada de gente que va de compras, otros suben
por la empinada calle, y otros preparados para comer.
El olor y el humo se impregnan en
nuestro olfato, y aunque buscamos algún sitio donde comer, al final optamos por
coger algo de fruta.
La llamada al rezo del muecín,
junto a las muchas familias reunidas en
torno a una sabrosa carne al grill completa una jornada de fiesta en este rincón
del país.
Marrakech
Sobre las 17 horas llegamos a
Marrakech. Cuando salimos de nuestro vehículo, una fuerte bofetada de un calor
infernal nos azotó en nuestros templados rostros. Son 47º los que hace según la
gente del hotel. Es horrorosa la calorina
que hace.
Esta es la temperatura normal,
incluso algo más, que marcan los termómetros en la capital de Marrakech.
Así que cuando
llegamos al hotel, estuvimos refrescándonos un poco en la piscina, y sobre las
ocho de la tarde quedamos para dirigirnos al centro de Marrakech.
Ya estuve aquí en
otra ocasión, y por lo tanto, la visita a esta ciudad me la tomé con
tranquilidad, y casi en plan observador. Por la noche fuimos a cenar a un Riad,
y paseamos un poco por las calles principales que desembocan en la plaza de
Djemaa el Fna, sin adentrarnos en la medina.
Día
8 Marrakech
Una vez desayunados partimos
hacia la medina. Lo primero que queríamos ver era la mezquita y la madraza de
Alí ibn Yusuf.
Es la mayor mezquita de toda la
medina y constituye un núcleo intelectual y religioso. Y fue construida en la
segunda mitad del siglo XII por el sultán almorávide del mismo nombre.
La madraza es la mayor facultad
de teología del Magreb, fue construida por los saadíes en 1565 y restaurada en
gran parte en la década de 1960.
Al igual que casi todas las madrazas
fue construida en época de benimerín y sigue su estilo más arquetipo con
decoración en yeso combinada y techos tallados en madera de cedro.
En la planta superior se
encuentran las pequeñas y austeras habitaciones de los estudiantes. Es un lugar tranquilo y que
invita a la meditación.
Tiene algunos impresionantes
ejemplos de decoración en estuco, y el tesoro más preciado de la madraza es una
pila de mármol del siglo X y antiguamente decoraba el patio y que ha sido
trasladado al museo Dar Si Said.
Hora de perderse por este
laberinto de callejuelas. Desde la gran mezquita hasta la plaza de Djemaa el
Fna, es una zona relativamente bastante compacta, y siguiendo unas indicaciones
es fácil guiarse, y si nos despistamos, a preguntar por la plaza, que es la
mejor referencia.
Los zocos de Marrakech son quizás
los que más vida tienen de todo Marruecos. Llega un momento en el que estás
borracho, mareado, incluso en algunos momentos hay quien llega a agobiarse.
Los vendedores no paran de asaltarte
y ofrecerte a buen precio todos sus artículos.
Aquí se vende de casi todo, pero
sobre todo los que ellos dicen que es en plan artesanal: alfombras, objetos de
latón, carpintería, telas. Y muchos productores naturales como las especias y
las sales.
La plaza de Djemaa el Fna de día
Djemaa el Fna es la principal atracción
de Marrakech, y sin lugar a dudas, es el
escenario de uno de los mayores espectáculos del mundo.
Por la mañana la plaza se
convierte en un centro comercial lleno de tenderetes, y muchos vendedores
ambulantes que se mueven y persiguen a los turistas hasta la saciedad.
El encantador de serpientes, el
sacamuelas, el cuentacuentos, el orador... Son muchos los personajes curiosos que se concentran en
esta mágica plaza.
Según el escritor Paul Bowles,
sin ella Marrakech solo sería una ciudad marroquí más.
Sentarse en una de las terrazas
de los muchos restaurantes y bares que hay en la plaza, es visita obligada.
Desde allí podremos ver el espectáculo, con mayor tranquilidad y distancia.
Al igual que hace cientos de
años, los zocos de Marrakech viven intensamente el mundillo comercial. Sus
habitantes se aferran al estilo tradicional, y esto forma parte de la
concepción de Marrakech.
Zambullirse por sus callejuelas y
regatear con los comerciantes, son cosas que nadie se debería perder cuando
visita esta exótica ciudad.
Dejarse llevar por una gran
muchedumbre, dejarse arrastrar, simplemente dejarse llevar por las sensaciones olfativas y visuales.
Casi seguro que al final salimos
a la plaza más importante y con más vida de todo
Marrakech, la plaza de Djemaa el Fna, y si no hemos salido no pasa nada,
preguntamos y ellos amablemente nos indicarán.
Desde la misma plaza Djemaa el Fna podemos
acceder a muchos zocos, algunos de ellos escondidos al final de un callejón
donde no parece haber nada.
Cuando nos adentramos en ellos, y
quizás con algo menos de turismo, los vendedores no son tan agresivos, y puedes
tranquilamente echar un vistazo de forma sosegada a las tiendas.
La plaza de Djemaa el Fna de noche
Con casi 52º, y a las cuatro de
la tarde decidimos ir un poco al hotel, refrescarnos y descansar un rato,
porque esta noche volveremos a Marrakech para disfrutar del ambiente nocturno.
Cuando el sol se pone, y la noche
recobra vida, parece estar en una escena teatral totalmente distinta a la que
hemos visto por la mañana.
Donde estaban instalados los
tenderetes, ahora son decenas y decenas de humeantes chiringuitos, donde cada
uno de ellos marcado con un número, los camareros te hacen recordar dicho número para comer en cualquier
momento posterior.
Los chiringuitos rebozan de
comida, y con tantos camareros como relaciones públicas, son un reclamo
permanente para que acudas a sus mesas.
Lo más habitual para comer son
los variados pinchitos de cordero,
ternera y pollo, acompañado de ensaladas diversas. Aunque también podemos catar algo
de pescado y de mariscos.
Los camareros rápidamente te
preguntan que de dónde eres, y con una astucia impresionante, son capaces de
pronunciar un sinfín de coletillas de cada una de las regiones españolas.
-Camarero-¿Cuántas cervezas cruz campo queréis, o preferís estrella
del sur, o Mahón?
Sabiendo que ellos no sirven
cervezas, pero el caso es establecer una relación de simpatía, y así un sinfín
de detalles más.
Son unos verdaderos artistas del
negocio.
Junto a los chiringuitos, decenas
de espectáculos ambulantes de lo más variopinto: músicos, bailarines,
malabaristas, acróbatas, cuenta cuentos, y algún que otro lunático que
improvisa su tenderete, y que atraen a
locales y turistas. Y en torno a este mejunje, los carteristas, vendedores de
baratijas, y timadores se mueven a sus anchas por esta feria nocturna.
Hay pocas ciudades en el mundo
que puedan presumir de este tan excepcional ambiente local, y reclamo tan
importante para los viajeros.
… Y ya por último la
Koutoubia, es gemela de nuestra querida Giralda y de la torre Hassan de Rabat.
Con sus 70 metros de
altura es el monumento más importante de Marrakech, y su minarete se puede
divisar desde algunos kilómetros a la
redonda.
Construida por el
almohade Yusuf al Mansur (1184-1199) es la ubicación de una mezquita almorávide
del siglo XI.
Parece ser que está
construida sobre los restos de una mezquita original, y que fue derruida por no
encontrase orientada hacia la Meca.
La torre Hassan fue construida
por el Sultán almohade Yusuf al Mansur en 1195 con la intención de que
alcanzara los 60 metros de altura y se convirtiera en el mayor y más alto del
Islam. El proyecto fue abandonado cuatro años más tarde al morir el Sultán.
En el Mausoleo de Mohamed V es
donde descansan los restos del abuelo y del padre (Hassan II) del actual rey. Construido en un estilo
tradicional marroquí, este mausoleo de mármol está profusamente decorado con elaborados mosaicos desde el
suelo hasta el techo.
Llegamos a esta bonita localidad
sobre las cuatro de la tarde, así que decidimos estar en ella hasta las seis y
media que partiríamos hacia Asilah.
Aquí, varias barquitas están
atravesando permanente a la otra orilla de la laguna. Los barqueros te reclaman
para montarte por unos pocos de Dírhams
Situada a unos 50 km al sur de
Tánger. Aslah es una bonita y colorida localidad costera, en la que cada vez
prolifera más el turismo europeo.
Las calles están solitarias, solo
alguna señora vestida con sus habituales vestimentas marroquís, se deja ver.
Sus casas encaladas con un
intenso blanco, las puertas y ventanas pintadas con un brillante color verde y
azul, y muchas paredes decoradas con exquisitos dibujos.
Hermosas vistas se pueden divisar
desde este excelente mirador. Hacia un lado parte de la muralla se mezcla con
casas blancas colgantes, y hacia el otro lado, las rocas medio sumergidas en el
agua embellecen todo el tramo de la costa.
Playa de las cuevas o del Paraíso
A unos cuatro kilómetros al sur
de Asilah podemos llegar a esta exótica y salvaje playa, tras avanzar en el
último tramo por una pista de tierra.
Tenemos varios chiringuitos donde
podemos comer y beber algo.
Día 9. Marrakech-Rabat-Moulay Bousselhan-Asilah (550
km).
Rabat
A las 8 de la mañana partimos hacia
Rabat en el que haremos una pequeña parada para ver el complejo de la Torre
Hassan y el Mausoleo de Mohamed V.
La entrada es gratuita y está
abierto desde el alba hasta el crepúsculo.
Una visita fugaz de poco menos de
una hora, y en el que el objetivo era solo la visita a este recinto.
Picamos algo en un bar que había
por la zona y partimos hacia la localidad costera de Mulay Bousselham.
Mulay Bousselham
Este pequeño pueblo pesquero
situado a unos 44 km de Larache es un destino turístico para los marroquís, y
por lo tanto con bastante atractivo desde el punto de vista local.
Ubicado en un enclave pintoresco,
donde la playa se une a una laguna interior.
Junto a este, el Parque nacional
de Merdja Zerga (laguna azul).
Es uno de los mejores lugares de
Marruecos para disfrutar de la observación ornitológica: Zancudas, flamencos,
aves de caza, garzas reales, espátulas, chorlitos…, pero que lógicamente en
este mes de agosto poco o nada se ve por aquí.
Mulay Bousselham es el nombre de
un santón egipcio del siglo X que se venera en uno de los santuarios situados
por la ladera que va hacia el mar.
Yo me dirijo hacia las
escalerillas que nos accede a la playa, y que es donde se encuentran todas las
barquitas. Ando por la playa y avanzo hasta
el final de la misma. Aquí, sin nadie y relajadamente disfruto de un apetitoso
baño disfrutando de hermosas vistas sobre el pueblo.
A la hora acordada
partimos hacia Asilah, llegando sobre las 19,45 horas. Directamente al hotel,
reparto de habitaciones y a cenar pescadito (por fin) a casa Pepe.
Día
10. Asilah
Ya estuve aquí hace cuatro años,
cuando hicimos la expedición al Toubkal, y que de vuelta hacia Tánger hicimos
una parada en Asilah.
Pero en aquel momento solo
estuvimos un par de horas, y además por la mañana muy temprano, con lo que no
disfruté del lugar como lo he hecho ahora.
Asilah, rodeada de unas
impresionantes fortificaciones portuguesas del siglo XV se conservan intactas
en su mayor parte, debido sobre todo a las modernas obras de restauración.
Desayuno pronto, y sobre las 9,30
me adentro en la medina por la puerta “Bab Kasaba”, cercana al mar.
Asilah es un destino de bohemios
y artistas. Es un refugio para ellos, y cuando paseo por sus calles se respira
este ambiente de pintores y escultores.
Los coloristas murales que
decoran las murallas son pintados durante el festival internacional de la
cultura.
El silencio es lo que manda al
caminar por estas coloridas y estrechas callejuelas. Yo y mi cámara no
dejamos de inmortalizar muchas bellas
imágenes. Ahora me dirijo por el interior
de la medina buscando la parte de muralla que da hacia el mar.
Llego a una balconada con vistas
al mar. A estas horas de la mañana, todavía la bruma que viene del océano se
deja notar.
Son las 11,30 horas de la mañana,
y ya se va viendo algo de movimiento por la medina, sobre todo de curiosos
turistas.
Así que decido bajar un poco
hacia la costa y pasear un poco por ella. Unos pequeños chiringuitos hay justo
al lado del mar. Yo paso por delante de ellos y avanzo hacia las rocas que hay
junto a la orilla.
Durante un buen rato voy
bordeando la costa, y cuando veo un sitio agradable, me tumbo en una roca y me
pongo a tomar el sol. Observo a las familias de
marroquís que llegan por la zona, unos pasean, otros se bañan (las mujeres
siempre con todas sus vestimentas) y otros tientan la suerte con la caña de
pescar.
Cuando miro el reloj, veo que ha
pasado una hora. Así que vuelvo hacia la muralla, pero ahora en vez de entrar a
la medina, la bordeo y paso por
delante de un bello morabito.
Me sitúo ahora en la parte
comercial de Aslah. La calle paralela a la muralla está repleta de vendedores
ambulantes y de tenderetes de ropas, frutas, verduras, y de otros tantos
objetos del hogar.
Muchas de las vendedoras
ambulantes, son campesinas rifeñas que desde sus campos y sus aldeas traen los
productos cultivados en sus huertos para venderlos aquí.
Debo de reconocer que estas
imágenes me encantan y son las que más busco cuando viajo por ahí.
Es una sucesión de bellas
estampas, de coloridas escenas, y pintorescos personajes.
Cada dos pasos me paro, y
disfruto de cada imagen de este ajetreado comercio.
El bullicio es constante, y los
marroquís no dejan de trasladarse de un sitio para otro, y además lo mejor de
todo, por esta zona no se ven turistas.
Las mujeres vestidas con sus
coloridas prendas parecen ir de compras. Muchas de ellas, con sus canastas
repletas de comidas.
En una de las calles centrales de
esta zona comercial, veo un morabito con su cúpula verde y blanca. Delante de
ella un murete en forma de muralla la resguarda.
La imagen y escena es formidable
para fotografiar. Durante más de media hora me quedo allí parado, esperando ver
a todos los personajes pasar por delante de esa colorida fachada.
Contemplar este ajetreo con este
colorido es fantástico, y aunque estoy aquí parado no me canso de observar
cientos de detalles, e intento
inmortalizar en mi retina y a la vez con mi cámara todas estas imágenes.Ya es mediodía, en unos de los
tenderetes compro bastante fruta y eso será
lo que comeré.
A las 16 horas hemos quedado para
irnos a una playa cercana a Asilah.
Playa de las cuevas o del Paraíso
Extensa y soleada playa, que
aunque con bastante gente en su parte central, solo tenemos que desplazarnos
algunos cientos de metros para disfrutar de ella en solitario.
Por un módico precio
nos podemos dar un duchazo en un pequeño baño improvisado. Ya, sobre las 19,30
horas volvimos hacia Asilah, llegando media hora después.
Por la noche quedamos
para cenar todos juntos, y ya en forma de despedida por ser nuestra última
noche en Marruecos, lo queríamos pasar juntos, y de este modo nos fuimos a
cenar pescaditos al restaurante “El Espigón”.
Día
11. Asilah-Tánger-Algeciras-Sevilla (250 km)
Llegó nuestro último
día, el día que volvemos a nuestros respectivos hogares; unos a Andalucía,
otros a Cataluña, otros a Castilla, y otros a Extremadura, pero todos volvemos
a España tras este aprovechado viaje a Marruecos.
Marruecos es un país
de contrastes, de fuertes contrastes: montañas, desiertos, gargantas, pueblos,
costas, y su gente, gente humilde y entregada hacia el viajero.
A las 7,15 horas
partimos con dirección al puerto de Tánger Med, a unos 50 kilómetros.
Entre espera y
espera, el barco lo cogimos sobre las 11,30 de la mañana, y a Sevilla
llegaríamos sobre las 16,30 horas, tras dejar a otros compañeros en Jerez.
Bibliografía: Marruecos, de Loney Planet. GeoPlaneta.