En esta Semana Santa, haremos una escapada de cuatro días por la Sierra de Segura, y dos días de ellos, las dedicaremos a hacer algo de montaña. Un día subiremos a la cumbre del Peñalta desde Benatae y otro, al espectacular Peñamujo, al que a continuación daré más detalles.
En esta ocasión, nos daremos cita varios compañeros del club: Irene, Rosa, Julio, Jesús y el que escribe, Antonio. Allá vamos, con dirección a la localidad de Pontones, en pleno corazón de la Sierra de Segura.
Por delante tendremos un fantástico día, con nubes y algo de sol, y una temperatura perfecta. En total recorreremos unos 14 kilómetros, casi 500 metros de desnivel y seis horas de marcha.
Para iniciar esta ruta nos trasladaremos a la carretera A-317 que une Hornos con Pontones, y poco antes de llegar a esta, en el kilómetro 36, pasando la aldea de Casas de Carrasco, tiraremos por una pista de tierra hasta llegar a la aldea del Artuñedo, a un kilómetro escaso. Aquí dejaremos los coches.
Con el track que seguiremos y preparado en nuestros móviles, nos dirigimos en nuestra primera parte hasta una balsa de agua, tras finalizar una pista que llega hasta ella.
Y nos adentramos en una zona de pinos carrasco, en donde algunos de ellos, con gran porte, llegan a alcanzar hasta más de 25 metros de altura.
Y entre pinos y pinos vemos una zona arenisca de rocas con curiosas formaciones, así que aprovechamos para inmortalizarnos con unas imágenes para el recuerdo.
Seguimos avanzando por este sendero bien marcado con postes indicativos hasta llegar al cruce con el sendero que viene de Artuñedo. Estamos a unos 1495 metros de altitud.
Desde ahí, y a no mucha distancia nos desviaremos para asomarmos al mirador del Valle de las Aldeas perdidas, a una altitud de 1523 metros, aunque en el cartel pone 1718 metros, cosa que no entiendo. Un espectacular mirador natural con unas vistas alucinantes hacia muchos de los puntos de esta hermosa Sierra de Segura, pudiendo contemplar incluso el pico del Banderillas y el Gilillo.
De nuevo nos adentramos en el bosque y pasaremos por fuente seca, aunque de seca no tenía nada, ya que el agua no dejaba de caer.
Y cuando salimos del bosque nos vemos sorprendido por una imagen grandiosa cuando alzamos nuestra mirada, y la vemos allí de frente. ¡Guau, impactante!
Estamos en Peñamujo, una elevada peña que puede ser considerada un fabuloso mirador natural de Santiag-Pontones. Desde este enclave se pueden apreciar espectaculares panorámicas del embalse del Tranco, de varias poblaciones cercanas y todas sus sierras.
No lo podía resistir, había que fotografiarse ante ella...
Nos acercamos, y un cartel informativo nos da muestra de los lugares que podemos divisar desde este fantástico enclave...
Y de nuevo a inmortalizarnos...
La gran peña, con una curiosa forma y una gran brecha en su centro, está situada sobre un montículo de hierba y rodeado de pinares...
Aunque al principio, cuando de frente vemos la peña, parece infranqueable, observamos como por su parte central hay una brecha abierta por la que podremos acceder tras una fácil trepada...
Y ahora tocaba saltar de aquí para allá, subiéndonos en las distintas peñas a las que pudimos acceder..
¡Que maravilla de lugar, y que vistas!
Mires hacia donde mires, como si nuestra mirada fuesen las manillas de un reloj...el entorno y este enclave es una pasada.
No nos cansamos, como lagartijas inquietas seguimos moviéndonos por sus peñas de aquí para allá ...
Y como no, aquí teníamos que hacer nuestra pausa para comer. No hay mejor restaurante que este entorno natural, y además gratis, que más se podía pedir.
Ahí dejo unas fantásticas imágenes de este idílico entorno, Peñamujo
Hora de partir, tras una estupenda parada de un disfrute extremo...
De nuevo nos adentramos en el bosque, poniendo rumbo ahora, en una prolongada bajada hacia el abandonado cortijo-aldea de la Espumadera, también en un hermoso paraje rodeado de muchos chopos.
¡En otoño este lugar tiene que ser mágico!
Ahora tocaba subir unos 200 metros de desnivel, primero alcanzaremos el cortijo también abandonado de la Espumadera de Arriba, y ya desde ahí una pista nos llevará hasta la balsa de agua por la que ya esta mañana pudimos pasar...
Ya solo nos tocaba andar el kilómetro que nos restaba hasta nuestro coche...pero antes, comentar el paisano que nos encontramos de la zona y que con sus 75 años de edad estaba fresco como una flor. Con bastón en mano para apoyarse, una gorra típica de las zonas de campo y un uniforme de color obscuro. Un verdadero personaje de la zona.
Hablar y hablar, contar historias pasadas y volver a hablar...Interminable este parlanchin y narrador. Como empalmaba historia tras historias, y casi sin respirar no daba tregua para que nosotros pudiéramos intervenir en la charla, no fuera que perdiera su hilo narrador.
Diez minutos, quince, veinte..Bueno nos vamos.
¡Imposible! quiere continuar con sus historias. Tendremos que avanzar poco a poco aunque siga hablando. Por fin, nos vamos, casi huyendo...
Bonita ruta y mejor compañía y al menos para mi el Peñamujo
¡Espectacular!
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