lunes, 14 de septiembre de 2015

Viaje a Nepal, via Qatar (Julio/15) parte (VIII, y último)



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http://antonio-bueno-todosmisviajes.blogspot.com.es/2015/08/nepal_31.html 



A las 9:30 habíamos quedado con Rama, nuestro guía que ya nos había mostrado los ricones de katmandú. Nos recogió en el hotel, y con un coche privado nos fuimos los cuatro a visitar las ciudades de Patán y bahktapur, ambas en el Valle de Katmandú.
 El primero que visitamos fue Patán. Se encuentra a solo dos kilómetros de katmandú, atravesando el puente sobre el río Bagmati.

Junto con katmandu y Bhaktapur, sus templos están declarados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, aunque después del terrible terremoto producido en abril, muchos de ellos han quedado totalmente destruidos.
Conocida también como Latitpur o “la ciudad de la belleza”, su historia se remonmta a algunos siglo A.C. Es la segunda ciudad en tamaño del valle, después de katmandú.
 La plaza Durbar es su mayor exponente, ahí se encuentran todos sus grandes templos y edificios. El Palacio Real es sin duda el más imponente. Ocupa toda la zona oeste de Durbar y sus partes más antiguas datan del siglo XIV. Todos estos monumentos sufrieron graves desperfectos  durante el otro gran terremoto del año 1934.

Es una pena pasear por esta plaza y contemplar los grandes destrozos que han provocado este terremoto. Algunos de sus templos son simplemtente un amasijo de escombros, y otros, los que todavía se mantienen en pie, están apuntalados. Siglos de historia se han venido abajo en cuestión de minutos.

  Somos quizás  los únicos extranjeros que en este momento pisamos la plaza Durbar, y como es natural las muchachas vendedoras nos siguen de forma desesperada para vendernos algunos abalorios.


 Las dos muchachas están a nuestro acecho para que no nos escapemos. Nos dan una pequeña tregua para que visitemos la plaza, y después, de nuevo encima de nosotros. Una de ellas se defendía bastante bien en español y utilizaba casi todas las babilidades y estrtegias aprendidas en muchos años. Eran simpáticas, estaba claro que algo le comprariamos tras un largo y minusioso regateo, que dicho de paso todos disfrutamos.


Recorreremos la Plaza Durbar describiendo algunos de sus monumentos:
La gran campana de Taleju apoyada entre dos columnas fue instalada aquí bajo el reinado de Vishnu malla, a mediados del siglo XVIII.



El templo de hari Shankar dedicado al dios que reune las personalidades de Shiva y Vishnu. Tiene forma de pagoda y en sus vigas hay tallas de madera que muestran las torturas del infierno. Fue levantado en los primeros años del siglo XVIII.

 La columna y estatua del rey Yoganarendra malla. En el centro de la plaza se halla esta columna con una estatua de este monarca que reinó hasta 1705 en Patán, la estatua es dorada y está protegida por una cobra de anillos desplegados.

El templo Kwabahal, concocido también como el golden temple, es también un templo budista fundado en el siglo XII.


 La puerta bajo un mandala, está flanqueada por dos leones, siendo un edificio también en forma de pagoda. Su sobrenombre proviene de la capa dorada que recubre la fachada. 
 En el patio e interiores hay varias estatuas budistas y algunos frescos y relieves que describen la vida de Buda. En este templo podemos observar la combinación perfecta entre simbolos y detalles del budismo al igual que del hinduismo.


 Otros templos que destacan son el templo Umamaheshwar, el Kumbeshwar, el Bishwakarma, el templo Rato Machendrath…
 Varios registros históricos, indican que Patan es la más antigua de todas las ciudades ubicadas en el valle de Katmandú.

Ha sido una interesante visita la que hemos hecho a esta hermosa ciudad, aunque tenemos que entender que para este pueblo ha sido un gra mazazo la tragedia del terremoto. Ya no solo por el destrozo en sus templos sino por el impacto negativo en la afluencia de turistas, que en una situación normal, Patan ahora mismo estaría a tope de turistas y viajeros.

 Tras callejear un rato por las cecanías de la Plaza Durbar, nos reunimos de nuevo con nuestro guía Rama con el que poco a poco fuimos poniendo rumbo hacia nuestro siguiente destino, Bhaktapur.
Cogemos de nuevo el coche y recorremos los 12 km que nos separa ahora hasta llegar a la ciudad de Bhaktapur.



Bhaktapur

 Bhaktapur, conocida también como Khowpa en la lengua newari (lengua local de los newares). Es la capital cultural de Nepal. La historia de esta ciudad se remonta a principios del siglo VII y fue capital de Nepal desde el siglo XI hasta el XV.

 Rodeado por una muralla, cuando llegamos tenemos que dejar el coche en las afueras de la misma y ascender por una calllejuela que nos accede direstamente a la plaza Durbar. Como decía E.A Powel “aunque no hubiera en Nepal más que la plaza Durbar de Bhaktapur, merecería la pena cruzar medio mundo solo para verla”.




 Al igual que en Patán y katmandú, aquí vemos los grandes destrozos que ocasionó el terremoto, destruyendo algunos de sus templos. Algunas calles con todas sus viviendas han desaparecido.

 A diferencia de katmandú y Patan, Bhaktapur tiene un gran callejeo, estando todo el centro de la ciudad declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.



 No solamente la plaza Durbar tiene bellos templos, sino que nos podemos situar en la plaza Taumadh y la plaza Dattatraya (la zona más antigua de la ciudad), considerándose esta última como un museo al aire libre, especialmente por sus tallas de madera.


La plaza Durbar, es la plaza principal de la ciudad y es donde se concentra el mayor número de templos. Es un verdadero conglomerado de arte en piedra, madera, metal, terracota y auténticas joyas arquitectónicas.


La puerta dorada, la estatua del rey Bhupatindra Malla encaramado en la parte superior del monolito de piedra, el palacio de las 55 ventanas…y otros tantos monumentos, son algunos de los lugares que podremos ver.

Varios templos de peregrinación hindú como el Jag Noth, el badri Nath, el Rameswot y el Kedarmath. Otras muchas obras maestras de la escultura en piedra son las principales atracciones de esta plaza.


 A la ciudad de Bhaktapur también se la conoce con el nombre de “ciudad de los devotos” y está considerada la ciudad más hermosa de Nepal.



 El Palacio Real es el edificio que preside a la plaza Durbar cuya primera piedra se colocó en el siglo XV bajo el reinado de Yaksha Malla, pero que ha sufrido muchas restauraciones a través de su historia.  De los casi 100 patios que tenía, actualmente solo conserva siete de ellos.




 Nos trasladamos a la zona  de los alfareros, pero antes pasaremos por muchas de las calles que han quedado totalmente destruidas por el terremoto. Nuestro guía Rama, está sorprendido de ver tanta tragedia.



 Pasamos por algunas zonas, que antes eran hermosas casas dentro del conjunto arquitectonico de Bhaktapur. Rama emocionado, no puede contener tanta rabia de impotencia al ver lugares que hasta ayer eran tan espectaculares.


Llegamos a la la plaza de la Alfareria. La cerámica es una de las profesiones más antiguas del mundo, y en Bhaktapur aún trabajan muchos alfareros y se les puede ver trabajando con sus tornos de manera tradicional haciendo piezas de arcilla de diversos tamaños y formas.


 Esparcidas por el suelo, los jarrones, vasijas y otros tantos objetos de cerámica están expuestos para ser vendidos a los pocos transeutes que en este momento pasean por aquí.
 Talako y Suryamadhi son dos lugares en los que se hacen ollas de barro y se conocen como la plaza de la cerámica. Una de ellas se encuentra se encuentra cerca de la plaza Taumadhi y la otra al lado de la plaza Dattatraya.






Abandonamos este lugar y seguimos callejeando por las zonas más destruidas de la ciudad. Los obreros nos dejan de acarrear carros con escombros sacados del interior de muchas viviendas. ¡intentamos imaginar estas calles antes del terremoto!


 Nos acercamos a la plaza Taumadhi, una de las más bellas de Bhaktapur y en donde se concentran gran cantidad de templos rectangularres y templos de tejados múltiples.



 En la plaza, muchas esculturas de piedra, surtidores y tanques de agua tradicionales son las que se encuentran repartidas por la misma.




Los templos de Nyatapola, Bhairabnath y Tilmadhav narayan son los principales monumentos de la plaza.
Uno de los más bellos, y que ha quedado intacto por el terremoto, es el que se encuentra en la misma plaza y que en su parte superior está formado por cinco pisos de tejados. En el centro del mismo unas empinadas escaleras nos acceden a él. Flanqueadas por grandes esculturas de piedra con figuras de elefantes, leones, dios y guerreros. Como es natural teníamos que subir hacia él. Las vistas de la plaza desde arriba son impresionantes. Por suerte en esta zona los templos parecen haber resistido al gran movimiento sísmico.
Va siendo hora de comer, es mediodía, así que le decimos a Rama que nos busque un buen restaurante donde podamos almorzar.

 Queríamos invitarlo, es un buen guía y una excelente persona, así que le dijimos que se viniera con nosotros. Nos llevó a uno que está junto a la misma plaza. Tampoco nos complicamos a la hora de pedir, siempre lo mismo: Mo-mo, sopas, Dal Bhat, rollos de verduras, y para beber, como no, cerveza nepalí y unos lassi de banana (especie de un yourt líquido, muy bueno). Total a pagar 1600 rupias, poco más de 14 €.

 Cuando terminamos, nos dijo, “ahora vamos a ver una peregrinación de mujeres hinduistas”. Pues allá vamos.
 Para los hinduistas el año en el que estamos según su calendario, es abril del 2072, de este modo el cuarto mes de cada año (o sea en el que estamos), y cada lunes de ese mes (tenemos suerte hoy es lunes) se celebra una peregrinación al templo hindú.


 Decenas, cientos, miles de mujeres haciendo interminables colas se dirigen hacia el templo para entregar sus ofrendas: algunas dejan dinero, otras frutas, y otras, pequeños objetos.

El colorido de sus saris verdes, rojos, amarillos, anaranjados…embrujan a cualquier amante de la fotografía. Como loco, intento coger todos los ángulos de la plaza, el colorido es bestial.

 No me canso de observar tantos detalles ajenos a nuestra cultura y a nuestra religión. Muchas de ellas llevan horas esperando para entregar sus ofrendas. Rosa y yo nos acercamos al templo, no podemos acceder, solo los hinduistas pueden entrar. Da igual, podemos disfrutarlo igualmente desde aquí afuera.






Este lugar es un museo viviente. Ya no sé a dónde mirar. Mi cámara no deja de plasmar tan bellas imágenes, y a través de mi retina y de mi objetivo las intento inmortalizar para el recuerdo.






 Sus rostros expresan dulzura, sencillez y devoción. Es admirable la entrega de estas mujeres hacia sus dioses.


Cuando veo esas interminables colas y este penetrante calor húmedo que las azota, más las admiro y más me asombro. Y eso es lo bueno de este mundo, asombrarse de las distintas culturas, tradiciones y religiones.

 Bajo este calor achicharrante, el aguador va pasando junto a la cola y les va ofreciendo agua a las  señoras sedientas.
 Yo no me pierdo ni un solo instante de tan bellas imágenes. Rosa y yo desentonamos ante todo este brotar de colorido. Muchas de ellas nos miran atónitas (somos los únicos extranjeros) mientras que el aguador sigue repartiendo el agua entre sus devotas.
 Tras disfrutar un buen rato de este espectáculo de experiencias, poco a poco vamos abandonando la plaza y nos dirigimos de nuevo al coche.

 A nuestro paso, muchas vendedoras improvisadas salen a nuestro encuentro con la intención de sacar algunas rupias. Cuando somos los únicos extranjeros es fácil entender que seamos la diana fácil para ellos.

Igualmente nos encontramos al vendedor de setas. A Rosa le encanta cogerlas y cocinarlas, con lo que la aproximación a este vendedor estaba asegurada. A través de nuestro guía le preguntábamos que tipo de setas eran, y entre ellos que son los entendidos intercambiaron algunas lecciones de setas. Además Rama aprovechó para llevarse unas pocas.
 Antes de salir de Bhaktapur pudimos disfrutar de la imagen de la Ventana del Pavo Real del siglo IX declarada como patrimonio de la Humanidad por la Unesco.




Día 14. Katmandú-Doha (Qatar)


 Hoy será nuestro último día en Nepal. Agotaremos nuestras últimas rupias, compraremos los últimos detalles para regalar y remataremos las últimas sensaciones en el barrio de Thamel.
Hoy será nuestro último día en Nepal. Agotaremos nuestras últimas rupias, compraremos los últimos detalles para regalar y remataremos las últimas sensaciones en el barrio de Thamel.

 Nuestro avión saldrá a las 21:30 con lo que hemos quedado con Shihir a las 18.00 para partir al aeropuerto. Así que tenemos gran parte del día para tomarnos con tranquilidad la despedida de este maravilloso país.
Tras tomar sosegadamente nuestro gran desayuno compuesto por tortilla de verduras, patatas rehogadas, cereales, tostadas con mantequilla,  mermelada y café con leche (todo esto 350 rupias, era el precio habitual en los hoteles) y bajo la sombra de los árboles de este pequeño jardín, nos fuimos a pasear a la parte local (no turística) del barrio de Thamel. Habíamos quedado con Shishir a las 13:00 horas para irnos a comer como despedida de nuestro viaje. Así que sobre las 10:00 ya estábamos metido de lleno en el ambiente de mercado del barrio de Thamel.
Aquí no hay tiendas de suvenir, ni de trekking, ni agencia de aventuras, no hay turistas, ni viajeros; solo están ellos con su habitual rutina diaria.
 Las tiendas de verduras, carnes y pescados secos están a cada paso que damos. Esto es el auténtico Thamel, apartado de toda seña turística.

 Las calles son estrechas y es fácil tropezar con la muchedumbre, al igual que con los ciclorickshaws que no avisan cuando pasan a gran velocidad. Los vendedores de mangos y bananas se apresuran hacia nosotros para vendernos estos deliciosos frutales.

El olor a especias se mezcla con el aceite requemado de freír una y otra vez las rosquillas, empanadillas y otros dulces que comen por aquí.

 Por desgracia, en esta zona si vemos algunas de las secuelas que dejo el terremoto y que derribó algunos edificios de la parte vieja de Katmandú y del barrio de Thamel.
 De una calle pasamos a otra, y el ambiente de compras se respira por cada esquina. De vez en cuando se ve algún crío correteando y esquivando a las decenas de personas que por aquí se concentran.
 Son las 13:00 horas. Hemos quedado con Shishir en nuestro hotel para irnos a comer. Ya teníamos claro donde iríamos, a un Macdonals nepalí, ubicado en una de las calles turísticas. Sería nuestra comida de despedida, así que como no podía ser de otra forma lo invitamos a almorzar.
Parece que teníamos hambre, y francamente el lugar era bastante barato. A saber lo que pedimos: 2 tandori chickens, 2 lassi de banana, 1 sopa de pollo, 1 sprin roll, 2 butter naam y 2 cervezas nepalíes. Total a pagar 1900 rupias.

Tras una distendida charla, a veces en español, otras en inglés, y otras con algún intento frustrado en la lengua nepalí, pusimos rumbo hacia una cafetería (muy cerca de nuestro hotel, en frente del templo de las tres diosas) que nos recomendó Shishir y donde tomamos el mejor café que jamás probamos  en Nepal. Casi dos euros el café con leche, pero bueno, muy rico.



Templo de las tres diosas

Poco después de las 17:00 horas ya estábamos de recogida en nuestro hotel. Preparamos nuestras maletas, mochilas y a recepción. Entre charla de despedida con el personal del hotel, algo de lectura y algo de escritura nos dieron las 18:00 horas. Shishir ya no nos acompañaría al aeropuerto, solo un conductor con coche privado que nos dejaría media horas después en las puertas del pequeño aeropuerto. Una vez dentro los correspondientes controles de equipaje, pasaporte y visados. Aunque mi pequeño sustillo también me llevé. Los detectores que tienen en este “control” no son técnicamente perfectos con lo que a través de sus cámaras no se aprecia con exactitud si lo que llevas en el interior de la mochila es un artefacto, una bomba, droga o simplemente un “queso de yak”. Y eso fue lo que a mí me paso. Cuando dejo la mochila en la cinta y pasa por el arco, veo que los dos policías le cambian la cara y uno de ellos rápidamente se aproxima a mí. Me pregunta que es lo que llevo dentro (yo entendía que me decía un libro, es cierto llevaba uno de Nepal). Abro la mochila, saco el libro, unos cuadernos…pero incluso así me dice que saque todo lo que tengo dentro ¡qué raro, no entiendo nada! Por fin, aparece el arma del delito, el queso de yak. Lo desempaqueto y se lo enseño, les digo que es un regalo. Ellos sonríen y por fin me dejan pasar. Esto no sucedería en el súper sofisticado aeropuerto de Doha, ya en Qatar.
Facturamos, y que por cierto, aquí nos hicieron empaquetar y facturar nuestros bastones de trekking (según ellos, por seguridad) cosa que no pasó cuando vinimos de Madrid, que lo pudimos llevar en nuestras mochilas. Nos dirigimos hacia nuestra puerta de embarque, y a las 21,30 partimos con dirección a Doha, llegando a las 23,10 horas locales.

Día 15. Doha (Qatar)-Madrid-Sevilla
Tras algo más de cuatro horas de vuelo, dar cabezada y cabezada sin poder dormir, intentar ver alguna película, y las camareras que te despiertan cuando te traen la comida, aterrizamos en Doha a la hora prevista. Impecable esta aerolínea qatarí; buena comida y muy buen servicio.
Ya conocíamos el aeropuerto de Doha, con lo que nos movimos como pez en el agua por este inmenso y lujoso aeropuerto. Solo era cuestión de esperar sentados en nuestra puerta de embarque hasta la hora de la salida. Aquí ya se veían muchos españoles que volvían a Madrid  de diferentes destinos asiáticos.
A las 1.55 (hora local) teníamos nuestra salida hacia la capital española. Algo más de siete horas de vuelo, ahora sí que pude dormir a ratos, quizás tres horas en total. A las 8:10 aterrizamos en la T4 del aeropuerto de Barajas. Ya solo quedaba recoger las maletas, coger el metro hasta donde habíamos dejado nuestro coche, y carretera hacia Sevilla a la que llegaríamos sobre las cinco de la tarde, después de hacer un viaje tranquilo y comer en un excelente bar en la localidad jienense de Andújar.
Esto es lo que se dice un viaje 10. Hemos disfrutado de un bello país en el que hemos podido hacer un trekking por las fantásticas montañas del Himalaya, pasear y ver animales en la selva de Chitwan y haber aprendido de sus costumbres, su religión, su gastronomía, su arquitectura…y todo esto en un momento tan delicado como ha sido el terremoto de Nepal.

FIN DE RUTA