En esta ocasión, nos vamos de fin de semana 16 compañeros del club, pertenecientes al grupo de montaña. El sábado subiremos al Fuerte (976 msnm) y el Cerro Monederos (938 msnm), desde Frigiliana, y el domingo realizaremos una ruta por los tajos del río Cacín (desde el embalse de los Bermejales, cerca de Alhama de Granada). Ambas rutas están dentro del Parque Natural de la Sierra de Almijara, Tejeda y Alhama, situándonos para ello en las provincias de Málaga y Granada. Nos quedaremos a pernoctar en Nerja.
A las once de la mañana nos dimos cita en el pozo de Lizar (en Frgiliana) con los otros compañeros que venían de Sevilla, otros tantos ya pernoctamos esa noche en Nerja. Como teníamos tiempo, y en lo que llegaban los otros compañeros que no pernoctaron aquí, dimos un paseo por el bonito pueblo de Frgiliana, perteneciente a la comarca de la Axarquía.
Sin lugar a dudas, es uno de los más bellos de la zona y es
el que mejor conserva su primigenia estructura morisca, con sinuosas
callejuelas, empinadas escalinatas, y siempre decoradas con bonitas plantas
cargadas de coloreadas flores.
Llegada la hora de nuestra cita, nos dirigimos hacia el pozo de Lizar (407 msnm), para ello, cogeremos la carretera de circunvalación que rodea al pueblo, y a unos 400 metros a la derecha sale una carreterilla en forma de pista que nos subirá hasta nuestro lugar de partida.
Una
vez reunidos todos, preparamos nuestras mochilas, echamos algo de abrigo (el
pronóstico del tiempo daba fuerte viento) y nos disponemos a emprender nuestra
ruta, la cual constará de unos 13 km, 900 metros de desnivel y siete horas de
caminata. Distinguiendo claramente esta ruta en dos partes; la primera, subida
al Fuerte, sin problemas, bien indicado el sendero; la segunda, subida al cerro
Monederos, algo más delicada, con alguna zona
expuesta y con parte del camino por explorar.
Para iniciar la ruta nos dirigimos hacia la balsa de agua, y subiendo por unas escalerillas que la rodea, empezamos a subir fuertemente y de forma permanente por el senderillo que nos encontramos, y que está bien marcado con postes indicativos.
Rápidamente empezamos
a coger altura y allá abajo podemos contemplar el pueblo de Frigiliana, y Nerja
en la costa. Incluso podemos divisar en donde están aparcados nuestros coches,
junto a la balsa de agua.
En la subida de vez en cuando hacemos una pequeña parada para
resoplar y reagruparnos.
La pendiente no da tregua, pero las hermosas vistas de
toda la Sierra de Almijara compensan el esfuerzo.
Por un lado la costa, y por el otro las cumbres del
Navachica, Lucero, Cisne, Almendrón, Cielo… que majestuosamente coronan toda
esta sierra, y que tantos recuerdos nos traen.
Tras dos horas de subida, y algo menos de cinco
kilómetros, llegamos a la cumbre del Fuerte (976 msnm).
Haciendo un poco de historia, la cima del Fuerte,
antiguamente conocida como el peñón de Frigiliana tuvo una especial relevancia
histórica a mediados del siglo XVI cuando se produjo la rebelión de los
Moriscos en las Alpujarras. Siendo éste uno de los asentamientos más difíciles
de conquistar por parte de los cristianos.
¡Que hermosas vistas!, detrás de nosotros las cumbres del
Lucero, Navachica, Almendrón, Los Tajos del Sol (cuanto calor pasamos aquel día
de junio) y por debajo la cuenca del río Higuerón.
Después de unos quince
minutos disfrutando del lugar, proseguimos nuestra marcha hacia el Cerro
Monederos.Para ello, empezamos a bajar por el mismo lugar de subida y a unos 200 metros abandonaremos el sendero hacia la izquierda, rodeando el cerro del fuerte por la parte oriental.
¡Espectacular!, parecía imposible que por allí discurriera un sendero casi adosado a una de las paredes del mismo cerro del fuerte.
María José, que va algo fastidiada con una rodilla, y Manolo,
se vuelven para atrás. Nosotros seguimos hacia ese paredón.
Por un senderillo muy ajustado a la pared vanos avanzando, algunos con más vértigo que otros, pero todos juntos, ayudándonos los unos a los otros. Mejor los palos a la mochila, para llevar las manos libres.
En algunos tramos, la vertiginosa caída hacia abajo nos hace
mantener la precaución a la hora de avanzar. A
veces, el senderillo solo lo veíamos cuando lo teníamos de frente; desde lejos
parecía que por allí no se podía pasar.
Un camino algo complicado para algunos y que poco a poco
fuimos superando. ¡Un sustillo de vez en cuando! Y tras quince minutos de paso
abandonamos el paredón.
Una vez abajo, ahora ya si nos podemos relajar. El senderillo marcado en tramos con puntos azules nos dirige directamente al Cerro Monederos.
Una vez arriba, nos encontramos con las ruinas de la ermita mozárabe de San Calixto del
siglo XI.
Lorenzo, que llevaba un rato en la zona, bajó para reunirse
con nosotros, y juntos en un pequeño y agradable llano nos pusimos a comer.
Una vez con el estómago lleno, y tumbados bajo este agradable sol que nos calienta, algunos, los menos, subieron al cerro Monederos, y los más, nos quedamos reposando en forma de siesta durante algunos minutos. Tras casi una hora de relax entre una cosa y otra, teníamos que ver ahora cual sería nuestro camino de vuelta. ¿Por el mismo lugar? ¿Buscando el río Higuerón?
Una vez con el estómago lleno, y tumbados bajo este agradable sol que nos calienta, algunos, los menos, subieron al cerro Monederos, y los más, nos quedamos reposando en forma de siesta durante algunos minutos. Tras casi una hora de relax entre una cosa y otra, teníamos que ver ahora cual sería nuestro camino de vuelta. ¿Por el mismo lugar? ¿Buscando el río Higuerón?
Intentamos lo segundo, y para ello bajamos hacia los restos
de un cortijo que veíamos un poco más abajo. No había camino definido, solo
muchos pinchos, zarzas… rocas, tajos y todo aquello que hacía prácticamente
imposible poder caminar. Lorenzo, Juan y yo tiramos por tres sitios distintos
intentando encontrar algún paso de bajada en busca del río Higuerón (que por cierto
veíamos allá muy abajo). Estaba complicado, así que dimos la vuelta y nos
reagrupamos con el resto de compañeros y de camino por el mismo sitio, que sería más seguro.
El fuerte viento en ocasiones y el intenso calor en otros, hace
que cada poco tengamos que cambiarnos de
ropa. La maleza nos inunda en algunos tramos y los pinchazos en nuestras manos
son testigos de dichos suplicios.
De frente, y de forma muy picuda siempre vemos el Fuerte, hacia él
nos dirigimos.
De nuevo en el paredón.
Más de uno resopla al saber por dónde tenemos que pasar, así que otra vez, los
palos a la mochila y a subir con precaución.
Aunque tenemos que mirar bien por donde pisamos y en donde nos apoyamos, el sentido del humor no
lo perdemos y las bromas y las risas son permanentes en todos los tramos de la
marcha.
Superado el paredón, se
nota una cierta relajación, y aquí, ya le pasamos “al Ortega” el mando de la
ruta para que nos lleve sanos y salvos hasta nuestro destino.
Una vez que llegamos a la bifurcación del Cerro Monederos con el
Fuerte, ya solo nos queda bajar y bajar. De frente Frigiliana y Nerja, e
incluso ya empezamos a ver de nuevo los
coches aparcados junto a la balsa.
A las seis y media de la tarde llegamos a nuestro destino.
¡Otro día de pateo y de risas para llenar nuestra insaciable
mochila cargada de montañas y de buenos momentos!, y mañana más… a los tajos
del río Cacín, pero eso ya será otra nueva historia…