Día de mucho frío, una ola polar ha invadido a Europa y
también ha llegado a España. En estos días atrás se han batido temperaturas
bajo cero y en consecuencia ha nevado en cotas muy bajas, incluso en la misma
costa, y a Andalucía también nos tocó.
Pero nosotros estamos deseando de salir a la montaña, así que
en esta ocasión nuestro compañero Paco, como siempre, nos aportó una estupenda
sugerencia, una circular por la Sierra de Alcaparain, junto a Ardales (Málaga),
subiendo al pico Grajo y los tajos de la Canana.
Pues allá vamos, carretera adelante por la A-92 con dirección
Málaga, y en Osuna nos desviamos para poner rumbo hacia Ardales, pasado este, a unos tres
kilómetro y en el PK-25 nos desviamos por una pista que nos encontramos a
nuestra derecha. Tras recorrerla en sus dos o tres kilómetros, llegamos a una
balsa de incendios, este será nuestro aparcamiento.
Son las 10,30, corre aire frío y aquí en la sombra hace que
rápidamente nos pongamos nuestras prendas de abrigo, preparemos la mochila y a
empezar a subir.
Por delante tenemos
unos 17 kilómetros, 1000 metros de desnivel acumulado y siete horas y media de
marcha. Nosotros,
los once compañeros que nos hemos dado cita estamos deseando de trotar, pisar
nieve y disfrutar de un día de montaña.
Aunque la idea inicial que planteó Paco era subir a los tajos
de la Canana por la cuerda Alcaparain
(ver mapa), estaba la posibilidad de hacerlo por el arroyo del conejo. Pensamos
que por la cuerda, con lo que había nevado, y la posibilidad de que hubiese
hielo, quizás sería peligroso, así que la descartamos, y subimos por el arroyo (ver
mapa, línea en rojo).
Cuando echamos la mirada atrás, vemos a lo lejos, el pico Huma y el capilla, ambos con buenos recuerdos, en el valle del Guadalhorce.
Según vamos ascendiendo, el terreno cada vez más repleto de
nieve, y frente a nosotros unas curiosas formaciones de farallones rocosos, y que
cada uno con su imaginación, intenta asemejar con algún animal…por ejemplo este
parece un pingüino (quien así lo quiera ver)
En la senda de subida, y en un zigzag permanente, dejamos a
nuestra izquierda un sendero que nos llevaría directamente hacia el Grajo,
nosotros seguimos de frente por la derecha, y ascendiendo, hasta llegar al
collado. Estamos situados a unos 1000 metros de altura.
A unos 400 metros tenemos nuestro primer objetivo, los tajos de la Canana, para ello seguimos por el sendero que empieza a girar a mano derecha, y que al poco en un pequeño cruce, de nuevo tiraremos por la derecha. Paco se queda aquí para no equivocar la dirección.
Con las vistas de Carratraca y Ardales allá abajo, en poco
más de media hora llegamos a los Tajos de la Canana (1182 msnm). Desde esta
pequeña planicie, la mirada nos lleva hasta este tajo, que como si fuera la
proa de un barco nos asoma al abismo.
Las vistas hacia el valle Turón son impresionantes. Allá a lo lejos podemos contemplar la Sierra de las Nieves con el Torrecilla adornado de una espesa mancha blanca de nieve.
Y por el otro lado El embalse del Guadalhorce, Sierra Prieta y Cabrilla, incluso a lo lejos podemos ver la Maroma también cargada de nieve, y casi de forma difuminada, a lo lejos, muy a lo lejos Sierra Nevada.
Regresamos de nuevo, buscando la pista que nos lleva hacia la cuerda del Grajo. Sin senda definida y siguiendo caminos de cabras y con ayuda del GPS, y algunos pinchazos de las zarzas, desembocamos en la pista en unos quince minutos.
Avanzamos ahora por la planicie de esta Sierra, sin desnivel alguno y con ritmo rápido, en unos cuarenta y cinco minutos recorrimos los tres o cuatro kilómetros de pista. A nuestra izquierda allá en lo alto vemos nuestro siguiente objetivo el pico Grajo o Valdivia, pero aún nos queda por llegar.
Ahora nos desviamos en un pequeño sendero que sale a nuestra derecha, hay que estar muy atentos, como referencia nos encontramos una bolsa de plástico colgada en las ramas.
Con bastante nieve en el terreno ascendemos un poco hasta empezar a crestear, y que nos llevará directamente hasta la cumbre del Grajo. Mirando hacia atrás podemos ver allá a lo lejos los Tajos de la Canana.
En la cima, Las nubes corretean hacia nosotros, y el frío se acentúa por segundos. Además corre un pequeño aire, y esto nos da la sensación de más frío. La temperatura nos ha bajado rozando casi los 0º.
No podemos disfrutar de las vistas, la nieblilla se ha echado encima de nosotros, así que el tiempo justo de las fotos y para abajo que nos quedamos helados.
En la bajada, por la vertiente opuesta a la de subida, unos hitos nos indican el camino a seguir. Algunos compañeros trochan entre las piedras, pero al poco coincidimos todos en el sendero oficial de subida y nos lo marca con el PR-A 271.
Son las 14:30 horas, el estómago nos pide algo de comida, así que refugiado bajo unas rocas, con unas vistas espectaculares, y protegidos del viento empezamos a comer.
Bajando
ahora por la cara norte del Valdivia y rodeándolo, ahora sí que estamos helados.
Los guantes parecen no protegernos, las manos las llevamos congeladas. La senda
de forma progresiva empieza a bajar, aunque hay que ir muy atentos porque el
terreno está muy resbaladizo con algunas pequeñas placas de hielo.
Allá abajo, Carratraca y a nuestra izquierda curiosos farallones que aun yendo helados podemos disfrutar de sus vistas.
Por fin, salimos al sol, nuestros cuerpos empiezan a calentarse. Allá abajo vemos la pista a la que tenemos que llegar. A Nuestra espalda el pico Grajo que se alza imponente. Y mientras tanto seguimos bajando disfrutando de unas vistas impresionantes de toda la Sierra de Alcaparaín.
Una vez en la pista, subimos unos metros y adentrándonos en los pinos cogemos el sendero que tira por encima de nosotros.
Siguiendo el track del GPS, el sendero poco a poco nos lleva hasta desembocar en la pista que ya esta mañana habíamos cogido, desembocando justamente en las ruinas de un cortijo.
Nuestros relojes ya marcaban las seis de la tarde pasadas cuando llegamos a los coches. El sol ya escondido bajo las montañas daba paso al frío de la entrada noche.
Rápidamente a los coches, y dirección a Carratraca, en donde
un cafelitos calentitos con unos roscos
de la zona nos estaban esperando. ¡Ah! Se me olvidaba, y una chimenea que nos
hizo entrar en calor de forma acelerada.
Fantástico día, ruta perfecta, y que decir de los compañeros,
mejor imposible. Nos vemos en la siguiente montaña.