Nuestro avión de Rynair fue muy madrugador, a las 6:40 ya estábamos volando con dirección a Barcelona, y poco después de las 8:30 ya estábamos en la autopista con dirección a la frontera francesa, para poco después de pasarla llegar a nuestro primer destino del día Collioure, a solo 30 kilómetros.
Esta hermosa comuna francesa perteneciente al departamento de los Pirineos Orientales, antaño entonces a la histórica comarca del Rosellón. Aquí falleció el poeta Antonio Machado en su exilio y aquí fue enterrado en su antiguo cementerio.
El Rosellón fue siempre un territorio en disputa entre Francia y los reinos de Aragón y Mallorca, por lo que toda esta zona tiene un fuerte sentimiento catalán. Al igual, en esta zona fronteriza vio como decenas de miles de republicanos huían de la guerra Civil y del Franquismo.
Una pintoresca ensenada hace de abrigo a Collioure.
Las fachadas de las casas de muchos colores en la misma orilla del mar, y estrechas callejuelas que suben hacia el monte y bajan con dirección al mar.
Lugar en donde muchos pintores y otros tantos artistas fueron cautivados por su belleza, por su luz junto al mar y por su tranquilidad bohemia, aunque hoy en día es visitadas por miles de viajeros procedentes de muchos puntos de Europa.
Detrás de la iglesia se encuentra el camino que lleva primero hasta la capilla de San Vicente y después hasta el faro.
Recomendable llegar hasta él para disfrutar de unas espectaculares vistas, en donde se puede ver todo su esplendor: la iglesia, el fuerte de San Telmo, el castillo Real, las playas, y detrás de todo ello las montañas le dan el toque perfecto.
¡Guau, que vistas!
Desde este rinconcito de la villa, y viendo revolotear sobre nuestras cabezas las muchas gaviotas que por aquí rondan, el lugar es perfecto para echar algunos minutos de relax, sentados sobre la misma roca en la que está emplazada esta pequeña capilla.
Nos adentramos ahora por el barrio de pescadores, callejuelas estrechas repletas de tiendecitas y galerías de arte. Una explosión de colores frente a nosotros según la vamos recorriendo.
A cada paso que damos nos tenemos que detener, son muchas las galerías de arte en este pintoresco barrio. Cuadros muy originales algunos, otros con precios bastantes altos, pero hay de todo...
Y seguimos paseando. En algunas callejuelas son varias las escaleras que nos suben a la parte más alta del pueblo, estas decoradas con plantas y macetones que de algún modo embellecen aún más el lugar.
Entre fachada y fachada han colocado un pequeño arco, por ahí subimos...
Este barrio de Meuré, es sin duda el más encantador de todo Collioure, que aunque inicialmente se construyó para albergar la guarnición del fuerte mirador, fueron los pescadores los que se instalaron en estas callejuelas.
Resulta curioso, que a pesar de ser un pueblo costero, típico del mediterráneo, las fachadas de sus casas no son de color blanco, sino todo lo contrario, colores amarillentos, verdes, anaranjados, y de otros tantos colores.
Nos trasladamos ahora al otro extremos del pueblo, y para ello lo hacemos caminando junto a la orilla del mar, por detrás del Castillo Real.
De nuevo, frente a nosotros hermosas vistas de toda la zona, pudiendo contemplar allá en el monte el molino de viento que según he podido leer todavía se sigue utilizando para moler las aceitunas de los alrededores.
Son las dos de la tarde, no nos queremos entretener mucho en comer, así que improvisamos una comida rápida en un kebaps y unos bocatas, que por cierto yo me lucí, enseguida.
Y ya de regreso a nuestro coche hicimos una parada en el antiguo cementerio para ver la tumba de Antonio Machado, en el que pudimos leer:
<<Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo como los hijos de la mar>>
Para nuestro siguiente destino Narbona, situado a unos 100 kilómetros al norte, habíamos reservado un apartamento (Gare Capitole) para pasar esa noche, así que el dueño nos envió información de como acceder a el a través de un código en la puerta de la calle, e incluso otro para recoger las llaves, pues allá vamos a Narbona, que hemos quedado sobre las cinco de la tarde.
Narbona
Hora sueca, llegamos, son las 16:50, y tal como nos dijo Whily, el dueño del apartamento, junto a este estaba nuestro aparcamiento.
Típico edificio de tres plantas con cierta antigüedad, y que los propietarios aprovechan para reformar y alquilarlo como apartamento turístico. No estaba mal, en cuanto a su calidad-precio, y además muy cerca del centro, aunque eso si, una tercera planta sin ascensor y con escalera estrecha, para nosotros no era problema, lo aviso por si alguien lee esto y lo quisiera alquilar.
El tiempo justo de dejar nuestros bártulos y a patear Narbona...
Cuando ya decidimos de que uno de los lugares que visitaríamos sería Narbona, empecé a recabar información sobre esta ciudad, y uno de los enlaces que puede leer decía: "Un paseo por la Roma francesa", un poco exagerado me pareció...
Desde mi punto de vista, no es para tirar cohetes, aunque si se está por la zona, merece la pena visitarla, tiene algunos rincones interesantes: la catedral gótica de Narbona, el puente de los Mercaderes, el palacio de los arzobispos, el Horreum romano (no llegamos a entrar), un curioso banco gigante, el mayor del mundo, el canal de la Robine y un paseo agradable por las orillas de este canal y por su casco histórico.
Empezaremos el recorrido por la catedral de San Justo y San Pastor, a solo diez minutos de nuestro apartamento, fácil de llegar.
Para llegar a ella, echamos mano del mapa para ver nuestra ubicación, simplemente tendremos que llegar a una plaza y toda la calle hacia arriba, ya se adentra en el casco histórico.
De frente un arco, con la loba Luperca que según la mitología romana amamantó a Romulo y Remo, fundadores de Roma, cuando el rey Amulio mandó que los matara.
Consagrada a los santos Justo y Pastor, esta catedral gótica se empezó a construir en 1272, sin llegar a concluirse, por el maestro Jean Deschamps. El exterior del templo es imponente y macizo; sus muros y torres de aspecto defensivo, u así fue efectivamente, ya que se utilizó como protectores de la ciudad de varios ataques.
El interior muestra un estilo eclesiástico de diferentes épocas entre los que destacan las espectaculares y bellas vidrieras de los siglos XIV y XV y el gran órgano del siglo XVIII. Además destaca por su belleza el baldaquino del altar mayor, me mármol de caunes y bronce dorado construidos entre 1673 y 1703
Y como no suele faltar en ninguna catedral, las gárgolas y sus pequeños acompañantes que sobresalen en las paredes de dicho templo que, como pequeños diablillos muestran sus caras más sorprendentes.
Y justo a la espalda del templo nos encontramos con un curioso banco, según pude leer, el mayor del mundo. Curiosa la sensación cuando en él estamos sentados.
¡Que pequeñajos nos veíamos!
De una postura, y de otra, y de otra más...
¡Ya vale!
Nos acercamos ahora al curioso puente de los mercaderes. Por un instante, nos recuerda al Ponte Vecchio de Florencia, aunque solo un ligeramente parecido, en cuanto a la peculiaridad de, sobre él, que hayan construido algunos edificios.
Puente de los mercaderes
Muy cerca de la catedral, llegamos al canal de la Robine, y aquí ya podemos disfrutar de este curioso puente, visto desde los dos frentes.
Atravesaremos sobre el por una calle repleta de tiendas de ropa, joyería y de souvenirs...
Y de nuevo nos trasladamos, muy cerca igualmente, junto a la catedral, para ver el Palacio de los Arzobispos. Es un conjunto monumental formado por el Palacio Viejo, las torres de la Magdalena y San Marcial, formando un complejo excepcional, con muestras de arquitectura carolingia, románica, gótica y renacentista.
Unida por un arco se encuentran las torres de la Magdalena y San Marcial, ambas del siglo XIV.
Y por otra parte la torre de Gil Aicelin, edificada entre 1290 y 1311 que tiene una altura de 40 metros.
El conjunto pasó a ser propiedad nacional durante la Revolución Francesa, y fue comprado por la villa a los arzobispos en 1840.
En el mismo centro de la plaza podemos observar en el suelo, ya que esta plaza es peatonal, en la que otros tiempo se celebraba el mercado, se encuentran los restos de la antigua Vía Domitia, calzada que unía Italia con España en el el siglo II antes de nuestra era.
Hora del café, callejeamos y nos dirigimos hacia una coqueta cafetería-pastelería Delice Cake, que ya puede ojear cuando preparamos el viaje.
Son las seis de la tarde, y por un momento nos olvidamos que estábamos en Francia, a esta hora ya se hace tarde para tomar café, están cerrando, y los franceses, en poco más de una hora ya están pensando en cenar, así que solo pudimos entrar un momento dentro y ojear un poco.
Pues sí, muy coqueta, parecía un museo de dulces muy bien decorado, y con los precios bastante altos.
Nos dirigimos de nuevo al canal de la Robine, para pasear junto a sus orillas...
Este canal tiene una longitud de 32 kilómetros y comienza en su punto más alto del río Aude. Siendo este un ramal lateral del canal de Midi, ambos declarados Patrimonios de la Humanidad por la Unesco.