Viene de (Parte VI)
http://antonio-bueno-todosmisviajes.blogspot.com.es/2013/09/ruta-diario-albania-macedonia-bulgaria_18.html
Estamos metidos de lleno en los montes
Ródope occidentales. El paisaje es espectacular. No lo podemos evitar, tenemos
que parar el coche, y a pie disfrutar de estas excelentes vistas.
A nuestra derecha nos estamos
dejando el pico Svetenic que con sus 1993 m
de altitud es el más alto de toda la zona.
Estamos llegando a unos de los lugares estrella de esta ruta por
Bulgaria, Los pueblos de montaña
musulmanes.
En la zona de los Ródope, es
donde se ve la mayor influencia otomana, y para ello haremos una rutilla por
varios de los pueblos de la zona.
Estamos situados en la localidad
de Goce Delcev, donde aquí ya hemos
dejado el gran paisaje de las altas montañas.
Desde este pueblo partimos hacia
la localidad de Garmen y desde aquí a Lechten, en donde ya tenemos que parar el
coche para hacer algunas fotos del lugar.
Las casas escalonadas sobre una
pequeña colina, muchas de ellas de madera.
Aunque son varios pueblos los que
hay en la ruta (marcada en rosa), nosotros visitamos los siguientes indicados
en el mapa y con el número correspondiente los que lo tienen:
1 Kovachevitsa: pueblo museo
2 Leshten: pueblo museo
4 Dolen: pueblo museo
Sin números:
Gorno Dryanovo: pueblo musulmán
Ribnovo: pueblo musulmán
Leshten
Esta aldea de montaña es una de
las mejores acondicionadas con casas para dormir. Aunque nosotros no paramos,
solo lo atravesamos y vimos hermosas casas de madera, algunas de ellas
habilitadas con alojamiento rural.
Muchas de las casas de Leshten
parecen caer al vacío desde una balconada.
A partir de aquí la carreterilla
se va adentrando suavemente en busca de los otros pueblos.
Gorno Dryanovo
A unos tres o cuatro
kilómetros llegamos a otro pueblo desde
el que ya pudimos divisar algunas mezquitas.
Eran las 8 de la tarde, hora
ideal en el que las señoras salen a dar el paseo, o se reúnen entre ellas junto
a algún banco improvisado para charlar.
Todas, ataviadas con prendas al
igual que hace años: pañuelo que cubre la cabeza y parte del rostro en algunas,
pantalón bombacho de colorines al estilo turco, zapatillas, y especie de un
chaquetón tipo bata. Una verdadera gozada para la vista de un viajero.
Debo de reconocerlo, este tipo de
escenas me fascinan y es lo que más busco cuando salgo de viaje.
Paramos el coche, y rápido todas
están pendientes de nosotros. Nos bajamos, y empezamos a charlotear sin
entender absolutamente nada. Aquí solo funciona el idioma de los gestos.
Sabíamos que aquí no había ningún
sitio donde dormir, pero este lugar es impresionante, con lo que voy a tentar
la suerte, y haber si alguna señora nos ofrece una habitación.
Por mucho que lo intentamos no
hubo forma.
Cogemos de nuevo el coche y avanzamos unos metros. De nuevo tenemos que parar, esto parece un museo humano de hace ciento de años. Lo intentamos de nuevo, pero nada, nos envían a Kovachevitsa, que es justamente nuestro siguiente destino.
Los críos se acercan
y empiezan a curiosear, algunos de ellos nos preguntan si somos italianos.
Otros, como en cualquier parte del mundo siguen jugando, ajenos a esta pequeña
“fiesta” de idiomas inentendibles.
Entre tanto van
pasando los carros cargados con el heno para los animales.
La pareja,
sorprendidos nos miran atónitos, y la señora parece preguntarle a las otras
¿Qué hacemos aquí y quienes somos?
Kovachevitsa
Casi cayendo la noche, y a unos
cinco kilómetros llegamos a Kovachevitsa. El pueblo es muy viejo, sus casas
exactamente igual que la de hace años.
Mañana ya lo veremos, ahora lo
que corre prisa es buscar un alojamiento. Dejamos el coche en la entrada del
pueblo, junto a un bar, y seguimos las indicaciones de un lugar para dormir.
Nos lleva hasta la parte más alta del pueblo. El sitio es espectacular.
Entramos y preguntamos el precio.
30 € los dos, miramos la habitación y nos encantó, todo de madera, decorada
igual que las de antaño.
Además la hora que es y donde
estamos, pocas opciones nos quedaban.
Ya de noche nos dirigimos al bar
para ver si tenían algo de comer. Ni idea, no entendemos nada, así que de
momento unos vinitos de la zona.
Después aprovecharemos y
ojearemos si esto tiene pinta donde puedan servir algo de comer. ¡Buen vino!
Leemos (mejor, intentamos
entender) una pequeña pizarra en la que parece que tienen escrito algo de
comida, le preguntamos pero seguimos sin enterarnos de nada.
Así que la señora nos mete en la
cocina y nos muestra lo que podemos comer.
Dos buenas sopas calentitas, una buena ensalada a lo búlgaro, y varios
trozos de carne a la grill. Y de beber una jarrita de vino. Nos vamos fuera
para comer señora, así le contestamos.
Vaya comilona que nos hemos
pegado después de tan intenso día, y por solo 9 € los dos. Bueno pues a dormir,
que mañana toca más.
Cuando llegamos al pueblo, nos remontamos a la época otomana. Las señoras van vestidas con sus indumentarias, al igual que hace años.
Antes de llegar a lo que parece la plaza del pueblo, nos impresiona cada detalle que vemos: su gente, sus casas, sus trajes…
Aparcamos el coche, y somos la curiosidad de todos sus habitantes.
No sentamos junto a ellas, y al poco entramos dentro del bar y pedimos unos cafés.
¡Qué maravilla de gente!, ¡Que amabilidad!, y después se oye por estos lares españoles, que si los búlgaros son así o asá, o de aquella otra manera. Claro una opinión muy ligera sin haber estado aquí, y con mas tinte de prejuicios que de realidad.
Los niños corretean y juegan en la calle, y a nuestro paso se detienen y nos preguntan que de donde somos.
Como en cualquier parte del mundo los niños son curiosos, y no se cortan en acercarse, reírse, y con una mirada tierna y profunda parecen hacerte preguntas en su extrañeza.
Ya saliendo del pueblo nos despedimos también de los abuelitos, que placenteramente sentados en un banco, sonríen y nos dicen adiós.
Día
9 (BULGARIA) Ródopes Occidentales: Kovachevitsa-Ribnovo-Dolem-Garganta de
Bushnov-Garganta de Trigrad-Shiroka Luka (220 km)
Según nos levantamos, nos
asomamos en unos de los grandes ventanales que tiene la casa. Ahora, ya siendo
de día podemos disfrutar de unas hermosas vistas sobre toda esta zona de
montes.
Estamos solos en la casa, con lo
que tomamos un café con el chico de recepción.
Ojeando el mapa no dio unas ideas
y sugerencias de otros bellos lugares de Bulgaria, y a los que podíamos ir.
Sobre todo anoté Ribnovo, un
pueblo musulmán donde las señoras van ataviadas con sus antiguas prendas de
vestir. Muy cerca de aquí, cuando lleguemos a Garmen, por el que ya pasamos
ayer, a 17 km por una carretera de montaña nos llevará hacia él.
Bueno, pues ahora vamos a dar un
paseo por el pueblo de Kovachevitsa.
Sus pocas calles están totalmente
empedradas, y muchas de sus casas están igual que hace años.
Sus casas de piedra se
distribuyen por una ladera con una fuerte pendiente.
Los pisos bajos sin ventanas
servían para guardar animales y alimentos y ofrecían protección durante los
asaltos otomanos.
Ribnovo
Salimos ya de Kovachevitsa, y tal
como nos indicó el chico de recepción nos vamos hacia el pueblo de Ribnovo,
para ello llegaremos hasta Garmem, aquí tenemos que preguntar por el pueblo al
que vamos, y ya nos indican. A solo 17 km llegamos, donde esto parece apartado
de todo.
Cuando llegamos al pueblo, nos remontamos a la época otomana. Las señoras van vestidas con sus indumentarias, al igual que hace años.
En este lugar vamos a estar un
buen rato, y disfrutar de su gente.
Empezamos a subir por una calle,
en la que a nuestra derecha podemos contemplar la mezquita rodeada de casas
típicas de la zona.
Antes de llegar a lo que parece la plaza del pueblo, nos impresiona cada detalle que vemos: su gente, sus casas, sus trajes…
Aparcamos el coche, y somos la curiosidad de todos sus habitantes.
Poco a poco intentamos integrarnos
con la gente, y lo primero que hacemos es entrar en una tienda y comprar unos
dulces. Una vez fuera nos dirigimos a una pequeña terracita donde hay varias
señoras sentadas charlando entre ellas.
No sentamos junto a ellas, y al poco entramos dentro del bar y pedimos unos cafés.
Salimos fuera, y empezamos a
mantener una conversación con ellas. Nos preguntan lo de siempre, ¿de dónde
somos? La señora del bar chapurrea algunas palabras en español, ya que su
marido ha estado varios años trabajando en España.
Como no nos entendemos muy bien,
llama a su marido por el móvil y me lo pasa. Con un español bastante fluido, me
pregunta que de donde somos y que hacemos por este lugar tan remoto y perdido.
Nosotros contestamos que conociendo este bello país.
Me insiste en que tomemos o
bebamos lo que queramos, y que se lo digamos a su esposa, ella nos invitará.
Muy agradecidos, nos invitó a los
cafés y nos llevamos unas botellas de agua.
A todo esto nos llama otra señora
desde el supermercado de enfrente, que era la hermana de la dueña del café. En
un español algo chapurreado nos comenta que ha estado trabajando algún tiempo
en Murcia, junto con su marido. Al igual que la otra nos invita a que cojamos
del supermercado lo que queramos, ella nos invita.
¡Qué maravilla de gente!, ¡Que amabilidad!, y después se oye por estos lares españoles, que si los búlgaros son así o asá, o de aquella otra manera. Claro una opinión muy ligera sin haber estado aquí, y con mas tinte de prejuicios que de realidad.
Seguimos visitando el pueblo, y
ahora nos dirigimos hacia la mezquita.
Los niños corretean y juegan en la calle, y a nuestro paso se detienen y nos preguntan que de donde somos.
Como en cualquier parte del mundo los niños son curiosos, y no se cortan en acercarse, reírse, y con una mirada tierna y profunda parecen hacerte preguntas en su extrañeza.
Ya saliendo del pueblo nos despedimos también de los abuelitos, que placenteramente sentados en un banco, sonríen y nos dicen adiós.
Dolen
Nos dirigimos ahora a nuestro
último pueblo de la zona, Dolen.
Algo más retirado y con dirección
a Satovca, nos desviamos a la izquierda y en cinco kilómetros llegamos a este
bello lugar.
A nuestro paso, son varios los
carros tirados por caballos que vemos en la carretera.
El pueblo, como incrustado en los
bosques de montaña, Dolen continúa viviendo de la agricultura, y sus habitantes
crían animales y trabajan la tierra.
Una indicación a la derecha nos
envía al poblado más antiguo.
Algunas casas derruidas y ya
abandonadas, y otras manteniendo su estado original, solo está habitada por
alguna persona mayor.
Al pasear por una de sus calles,
vemos a una señora en el balcón de su humilde casa, nosotros la miramos y ella
nos mira. Cuando damos paso para seguir andando, nos hace un gesto de esperar
allá abajo.
Nosotros obediente a su
mandato, esperamos en la puerta de su
casa.
A los dos minutos aparece la
viejita con un viejo plato, como aquellos que me recordaban a mi infancia, y
nos ofrece una comida recién hecha por ella. Especie de una mezcla entre una
tortilla de patatas y una torta, nos la da a probar, riquísima.
Al poco, aparece un chico, que
con un español bastante fluido se une a la tertulia. Estuvo algún tiempo
trabajando en Navarra, pero ahora, debido a la crisis tuvo que regresar a su
Bulgaria natal.
Durante un buen ratito estuvimos
intercambiando opiniones, curiosidades y preguntas sobre ambos países.
Nos despedimos de ellos y
seguimos paseando por el pueblo.
A la vuelta de esta estrecha
calle nos topamos con otra viejita que acaba de regresar de su pequeña
recolección de frutos, creemos que para elaborar alguna mermelada, o similar.
Nos paramos con ella, y nos da a
probar algunos trocitos, parecen moras o frambuesas o algo similar.
Dejamos ya este bello rincón
apartado de Bulgaria y nos dirigimos hacia las gargantas de los Ródope
occidentales.
Gargantas de Bushnov y Trigrad
Seguimos carretera adelante con
dirección a Siroka Laka, pero mucho antes nos desviamos a nuestra derecha para
adentrarnos en la garganta de Bushnov.
Esta región fronteriza con Grecia
está salpicada de diminutas aldeas en la que conviven búlgaros cristianos y
musulmanes, siendo bastante habitual encontrarse la construcción de una iglesia
ortodoxa junto a una mezquita.
Durante unos 9 km vamos
recorriendo la garganta de Buznov. Sus altas paredes junto al río, hace que
vayamos circulando por una muy estrecha carreterilla.
Al final, la cueva de Yagodina, a
la que no pudimos entrar ya que acaba de cerrar.
De vuelta a la carretera
principal, ahora nos desviamos de nuevo a la derecha para adentrarnos en la
garganta de Trigrad.
Quizás más espectacular que la anterior, durante 11 km la fuimos recorriendo, en donde algunos tramos se estrechan de forma encajonada.
Varios km después hacemos una
pequeña parada, en donde se encuentra la entrada a la cueva del Diablo, a la
que no pudios tampoco entrar por encontrarse ya cerrada.
Trigrad
Anduvimos un poco por el pueblo, y nos acercamos a donde se encontraba la mezquita.
Nos acercamos al pueblo de
Trigrad, lo primero que nos impactó fue el bello paisaje en el que está
enclavado. Rodeado de montañas y de extensos bosques.
El pueblo en sí no tiene gran
cosa. Pero si es de destacar la curiosa vista de la mezquita y la iglesia
ortodoxa juntas.
Anduvimos un poco por el pueblo, y nos acercamos a donde se encontraba la mezquita.
Una hora después, de nuevo
regresamos a la carretera principal, para ahora dirigirnos recorriendo un bello
paisaje a la ciudad de Siroka Laka, a la que llegaríamos ya cayendo la tarde.
Teníamos anotado un lugar para
dormir, y sin lugar a dudas acertamos. En la misma carretera que atraviesa el
pueblo está el hotel Kalina (20 €/habitación doble con desayuno incluido), un
muy buen sitio.
Nos acoplamos, y cenamos una
exquisita y grandiosa cena en el mismo hotel restaurante (6 € cada uno).
Día
10 (BULGARIA)-Shiroka Laka-Monasterio de Bachkovo-Plodvic-Rodopes orientales:Kurdzali. (200 km)
Con un estupendo desayuno nos
levantamos y empezamos a dar un paseo por el pueblo.
Se encuentra en la ladera de un
profundo valle bañado por el río y mira hacia las boscosas laderas del lado
opuesto.
Las casas con cimentos de piedra,
muros encalados y de madera y tejados con losas de piedra ocupan los bancales
tallados en la ladera, formando un trazado de calles empedradas.
Shiroka Luka está muy relacionado con la cultura popular y e uno de los mejores lugares para disfrutar del Kukeri. Este baile es una danza donde los bailarines visten trajes llamativos y portan máscaras monstruosas o simplemente llevan el rostro cubierto con carbón.
Abandonamos ya el pueblo hacia la
segunda ciudad más grande Bulgaria, pero antes haremos una parada para visitar
el Monasterio de bachkovo.
En el trayecto pasamos por
la estación de esquí de Pamporovo, donde
las pistas se encuentran en laderas boscosas y que solo se encuentra a 85 km al
sur de Plodvic.
Monasterio de Bachkovo
El Monasterio de Baskovo, es el
segundo más importante de Bulgaria después del Rila, y está declarado como
patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Situado a los pies de las laderas
boscosas de los montes Rodope.
Fue fundado en el año 1083 por
Grigori y Abbasi Bakouriani, dos hermanos georgianos que habían sido
comandantes del ejército bizantino.
En la entrada al Monasterio, una
calle repleta de tenderete y de bares nos da la bienvenida.
En su interior dos vigilantes se
encargan de controlar que nadie haga
fotos. Yo
Los otomanos lo destruyeron en el
siglo XVI, pero fue restaurado en el siglo XVII. Sus hermosos frescos y
arquitectura son el motivo de haberlo declarado como Patrimonio de la
Humanidad.
El monasterio dividido en dos, y
en el que mediante una puerta situada a la izquierda del patio principal
conduce a la iglesia de Sveti Nikola construida en 1834, y a la que nosotros no
accedimos para verla.
Nos vamos a Plodvic, a solo 30 km
al norte de este monasterio.
Plodvic
Plodvic, la segunda ciudad mayor
de Bulgaria se encuentra junto a las tres colinas que fueron colonizadas por los Tracios en V milenio A.C.
Cuando llegamos, dejamos el
coche, en lo que creíamos que estaba cerca del centro, pero en cualquier caso
fotografié el nombre de la calle para después ubicarnos.
Estamos situados en la calle
Kniaz Aleksander I, una
calle peatonal en donde se encuentran todos los
comercios.
Al final de la calle desembocamos
en el Estadio romano y la Mezquita Dzhumaya.
Poco queda de de aquel grandioso
estadio que llegó a albergar hasta 30000 espectadores.
La mezquita fue construida en
1364, durante el reinado del sultán Murad I. Su minarete destaca fuertemente
por su curiosa decoración.
La iglesia de Sveta Bogoroditsa
posee un campanario azul y rosa que fue añadido con ayuda rusa en 1880, tras la
liberación.
En sus murales de la entrada
aparecen representados santos ortodoxos búlgaros y líderes del movimiento de
liberación.
A pocos metros, ya estamos de
lleno en el caso histórico de Plodvic, es uno de los cascos antiguos más bellos de Bulgaria.
Está formado por estrechas y
empinadas calles empedradas, con hermosas casas de estilo resurgimiento
nacional, muchas de ellas construidas para ricos mercaderes.
Las fachadas de vivos colores se
alzan tras elevados muros y los interiores presentan un aspecto opulento.
Estas mansiones, la mayoría
levantada a mediados del siglo XIX, se fueron
deteriorando poco a poco a medida
que el coste de su mantenimiento superaba los recursos de los propietarios. Sin
embargo los proyectos estatales de restauración de la década de 1970
permitieron su conservación.
Nos acercaos ahora al teatro
romano. Este impresionante anfiteatro de mármol, ubicado en la ladera que mira
la ciudad y los montes Ródope.
Se descubrió durante unos
trabajos de construcción en 1972. Fue levantada en el siglo II D.C. cuando
Plodvic se encontraba en pleno apogeo.
Salimos del teatro romano y nos
dirigimos hacia la zona de la muralla.
En un pequeño laberinto de
callejuelas empedradas que nos lleva a la colina de la oración (Nebet Tepe)
podemos ir viendo algunas bellas casas museos como por ejemplo la de
Kuyumdzhioh, Nedkovich o Hindiyan
Junto a una de las puertas de
entrada a la muralla, vemos a un cantarín que intenta amenizar la música
ambiental con las callejuelas de esta romántica ciudad.
Nos paramos a charlar un poco con
él, contándonos que ha estado algún tiempo por España, concretamente en
Valencia. Y lo duro y penoso que llega a ser esto de buscarse la vida cantando
en muchas ciudades europeas, donde la policía en muchas ocasiones los persigue
y les pone infracciones.
La calle Dr. Chomakov nos dirige
hasta el Nebet Tepe, la colina d la oración. Desde su cima podemos divisar unas
excelentes vistas de la ciudad.
Su cima es el punto más elevado
de la ciudad y sirvió de emplazamiento a una ciudadela.
En un principio pensábamos
quedarnos a dormir aquí, pero al ver que
la ciudad ya estaba vista partimos hacia los montes Ródope orientales, hacia la
ciudad de Kudzhali.
Cuando llegamos ya cayendo la
tarde, empezamos a buscar alojamiento. Preguntamos en el primero, carísimo 80
€, en un segundo 35 €. Seguimos buscando algo más baratito, y le preguntamos a
un taxista. Como chapurreaba algo de español nos indicó que conocía uno que
estaba muy bien y que era barato. Nos llevó al lugar saliendo un poco de la
ciudad, el hotel Drubai (35 levas, 18 €/habitación doble). Perfecto, bien
barato. Y claro tal como pacté con él le pagué un par de levas por el servicio.
Pensamos que era un hotel de
comerciantes o similares búlgaros, puesto que además estaba en una calle casi
por construir y un poco extraña.
Estoy convencido que somos los
primeros guiris que vienen a este hotel.
Nuestra habitación, mejor dicho
piso, estaba en la planta de arriba pasando una pequeño patio y subiendo una
escalera de caracol. La habitación era grande, y tras un largo pasillo, el baño
al estilo búlgaro, solo para nosotros.
Aquí, curiosamente las duchas
están siempre a nivel de suelo, sino fuera por el agujero de desagüe, y por el
grifo, nadie podría pensar que eso es la ducha.
Día
11 (BULGARIA) Rodopes orientales: Bodas de piedra (Kurdzali.), setas de piedra
(Beni Plast), Ruinas de Perperikón (Stremsi)-Parque Nacional Sinite Kamani
(Sliven)-Zeravna (300 km)
Los montes Ródope orientales son
poco abruptos, y este paisaje montañoso y seco aparece salpicado de
extraordinarias formaciones rocosas.
La mayoría fruto de la actividad
volcánica que se registraba hace unos 40 millones de años y de la erosión del
viento, la arena y la lluvia.
Salimos de kurdzali, y buscamos
uno de los primeros lugares que queríamos ver, las bodas de piedra, pero no
dábamos con ella.
En la carretera ya saliendo
de kurdzali, preguntamos en un bar, uno
de los chicos nos dijo que teníamos que volver a kurdzali, y que él nos
acompañaría. Así que se montó en el coche y nos acercó.
Una vez allí, estuvimos como una
media hora visitando este curioso lugar.
En un pequeño valle destacan
estas formaciones blanquecinas en un entorno bastante reducido.
La Boda de Piedra son unas
columnas de toba rosada que parecen simular a unos novios, y rodeados por otras
rocas que serían los invitados.
Toda esta zona de Bulgaria fue la
primera conquistada por los otomanos.
Cuando terminamos la visita y tal como le indicamos al chico,
lo acompañamos a Kurdzali y le dimos un par de levas por la labor ejercida de
guía improvisado.
Abandonamos ya
Kurdzali y nos trasladamos hacía Stremtsi, aquí un cartel nos indica
“Perperikón” nuestro siguiente destino.
Tallado en una cima
rocosa se encuentra Perperikón, un asentamiento fundado entre el 5000 y 6000
A.C
Estas ruinas incluyen una
acrópolis fortificada. A los pies de la colina se hallan los restos de Ahridos
que pudo ser la capital de los Ródope orientales en torno al año 1000 A.C.
Era un día de muchísimo calor, un
cielo totalmente despejado y azul.
Desde la entrada del recinto
hasta la parte más alta tenemos una buena subida, donde a nuestro paso nos
vamos encontrando con muchos habitáculos y escaleras de esta antigua ciudad.
Cuando llegamos arriba vemos
varios arqueólogos trabajando en el hallazgo de nuevos restos: vasijas, monedas…
Setas de piedra-Beni Plast
Nos dirigimos ahora
hasta la pequeña localidad de Beni Plast donde
podemos contemplar estas enormes
setas de piedra de color rosado que alcanzan los 2,5 metros de altura. El tono
verdoso del sombrero y las motas marrones son restos de hierro, manganeso y
otros óxidos.
Nos costó la propia vida dar con
estas setas, al no estar indicado por ningún sitio. La única referencia que
tenía era la del libro que llevaba y lo situaba en la localidad de Beni Plast.
Cuando íbamos por la carretera,
paramos al ver a varias mujeres que estaban colocando hojas de tabaco, para
posteriormente poner a secar.
Les preguntamos y nos dijeron que
según salíamos del pueblo nos la encontraríamos en la misma carretera en la
parte izquierda.
Efectivamente, al poco por fin
las localizamos en el mismo borde de la carretera.
Es un pequeño conjunto de varias
piedras en forma de setas.
Curioso lugar, en el que en diez minutos lo damos por visitado, y ya partimos con dirección a Sliven, en el centro de Bulgaria, en el que nos adentraremos en el Parque Nacional de Sinite kamuni.
Parque Nacional de Sinite kamuni.
Una vez pasado Sliven y con
dirección a Zheravna, nuestro próximo destino, nos desviaos durante 10
kilómetros para pasear un poco por los bosques de este Parque nacional y
disfrutar de su flora y su fauna.
Hicimos un pequeño senderillo de
una hora, donde estiramos las piernas y a la vez pudimos contemplar algunos
bellos rincones de este pequeño Parque Nacional.
Regresamos de nuevo hasta la
carretera principal y ya nos dirigimos a la localidad de Zheravna, en una hora
aproximadamente llegaríamos.
Zheravna
http://antonio-bueno-todosmisviajes.blogspot.com.es/2013/10/ruta-diario-albania-macedonia-bulgaria_5184.html
1 comentario:
Que fotos tan bonitas. Me encantan estos lugares que no son los tipicos para viajar. Que ganas de copiaros la ruta!
http://itsebcblog.blogspot.com
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