En este puente de diciembre nos vamos de montaña, concretamente a Madrid, Segovia y Guadalajara, para subir a los picos más altos de cada una de esas tres provincias, el Peñalara (2428 m) techo de Madrid y Segovia conjuntamente y el Pico Lobo (2272 m) techo de Guadalajara.
Puesto que el viaje será largo desde que salimos de Sevilla, decidimos hacer una parada a medio camino para disfrutar de los molinos de viento en la conocida como Ruta de Don Quijote.
Echo mano de distintas crónicas y web de viajes para recoger aquellos lugares que podemos ver y sobre todo los que destaquen por su vistosidad y belleza...
Al final y tras mucho leer, me quede con Mota del Cuervo (Cuenca), Campo de Criptana (Ciudad Real), Consuegra y tembleque en Toledo.
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme ...
"Mire vuestra merced-respondió Sancho-que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas al viento, hacen andar las piedras del molino"
Y aquí empieza nuestras andanzas quijotescas...
Mota del Cuervo
"Mire vuestra merced-respondió Sancho-que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas al viento, hacen andar las piedras del molino"
Y aquí empieza nuestras andanzas quijotescas...
Mota del Cuervo
En una pequeña serrezuela a cuyos pies encontramos la localidad de Mota del Cuervo, se alzan vigilantes siete molinos de viento. Conjunto destacado por su armonía y belleza, en 1967 reciben la denominación geoturística del "Balcón de la Mancha" por el inmenso horizonte que se contempla desde esta loma.
Tres son los molinos que se pueden visitar: El Gigante, en donde se encuentra la oficina de turismo; El Goethe, en donde se puede disfrutar de la artesanía del barro; y El Piqueras, siendo este un museo manchego.
Hace un día ideal para pasear junto a estos "gigantes con brazos en movimiento"...el sol comienza a calentar y al poco empezamos a desprendernos de nuestros chaquetones...y seguimos saltando de molino en molino, y a cual, con unas mejores vistas en su conjunto.
Junto a uno de los molinos se encuentra las esculturas en hierro de Don Quijote y Sancho Panza.
Ademas de los tres molinos anteriormente mencionados, están también el Zurdo, el Cervantes, el Irak y el Franz Grillparzer. El zurdo es el único molino de viento original que se conserva en pie. Las primeras referencias datan de 1752.
De este molino hay que destacar su peculiaridad, ya que a diferencia del resto de los molinos, este muele a la izquierda, con lo que es el único molino del mundo con esta curiosidad.
Tras algo más de media hora visitando esta zona de molinos, nos hacemos nuestra merecida foto de grupo y ponemos rumbo hacia la cercana localidad de Campo de Criptana, situada a unos 30 km, pero ya perteneciente a la provincia de Ciudad Real.
Campo de Criptana
¡Que barbaridad, cuanta gente!
Diez, son los molinos que nos encontramos en la parte más alta de esta localidad, algunos de ellos son los más antiguos: Sardinero, Burleta e Infante, que permanecen en pie desde el siglo XVI, conservando su maquinaria original, y los que se construyeron en 1900: Inca Garcilaso, el Cariari, el Vicente Huidobro, el Pilón, el lagarto, el Culebro y el Poyatos.
Todos estos molinos se distribuyen en la ladera y en la cima de una colina. Este conjunto de molinos fue declarado como Bien de Interés Cultural en 1978.
Un poco de historia, y del por qué de los molinos de viento...
Los molinos de agua se usaron siempre para la molienda del grano, pero hacia el siglo XVI, el interior de la península fue azotada por una sequía, lo que llevo a una búsqueda de nuevas fuentes de energía. Los últimos cruzados que llegaron de Tierra Santa y la llegada de la Orden de Malta a España se consideran los posibles emisarios de la construcción de los molinos de viento.
Todos estos molinos de viento de Campo de Criptana atesoran una fama mundial por ser los que inspiraron a Miguel de Cervantes para narrar la aventura más famosa de la literatura universal, la de Don Quijote contra los "Gigantes".
Además de la belleza en el conjunto de los molinos, ya había leído sobre el barrio del Albarracín, ubicado junto a la sierra de los molinos y al cerro de la Paz.
Sus calles y plazas conforman el arquetipo de barrio manchego con sus casas de teja árabe y pintadas de blanco y añil.
Hablo con mis compañeros para que cada uno vaya un "poco a su aire" y en algo más de media hora nos reunimos de nuevo en los molinos.
Prefiero ir solo y fotografiar todos estos bellos rincones que en más de una ocasión parecen postales.
Empiezo a bajar por sus empinadas y estrechas callejuelas en busca de todos aquellos detalles que me atraigan para poder fotografiar, y que dicho de paso, serán muchos...
Junto a una de las plazas, se encuentra las casas-cuevas que son construcciones típicas excavadas en la roca, en la misma ladera de la sierra de los Molinos.
Sigo bajando por una empinada callejuela de escalinatas, para darme de frente con uno de los habitantes del pueblo. Intercambio algunas palabras con él, y ya me comenta el tremendo orgullo que tiene, al haber nacido aquí.
Me despido de él, y me recomienda que baje hacia unas callejuelas en donde las fachadas de las casas tienen algunas pintadas...hacia allí me dirijo.
Giro en una de sus esquinas, y de frente me encuentro esta curiosa imagen, aprovechando la roca adosada a la pared.
¡Que bonito es este barrio!
Mirando de frente, y llevándome la mirada por ese color añil, siempre un molino destaca en la lejanía, o dos, o un conjunto de ellos.
La empinada cuesta baja y baja, y yo me apresuro para seguir descubriendo los muchos y bellos rincones que tiene este barrio del Albarracin...
Llevo ya casi tres cuartos de hora pateando estas callejuelas e inmortalizando muchos de sus rincones. El teléfono suena, son mis compañeros que ya se han reunido para tomar la bien merecida cervezona...allá voy.
Subo de nuevo hacia la zona de los molinos, y junto a ellos, son muchos los bares con terrazas en los que se puede comer y beber.
Busco a mis compañeros y...de lujo.
¡Vaya terraza guapa!
Un rato para compartir el momento en este enclave y, con una buena jarra de cerveza en nuestras manos.
Abandonamos Campo de Criptana y nos dirigimos hacia la localidad de Consuegra, en tierras toledanas, situado a unos 50 km.
Y llegamos a Consuegra...allá, a lo lejos, en el horizonte, en el "Cerro Calderico", los gigantes molinos se vuelven enanos en lontananza, se asemejan a defensores soldados escoltando al castillo de la Muela.
Aunque una carreterilla nos adentra hasta todo el conjunto de molinos, nosotros preferimos subir andando y así, poco a poco ir disfrutando de todas las vistas.
En la colina, un grupo de 12 molinos surcan el horizonte del cielo, junto a la silueta del castillo de la Muela. Cuatro de ellos; uno, la oficina de turismo, nos lo encontramos antes de llegar al castillo, y el resto un poco más allá del castillo.
El paisaje en su conjunto es de gran belleza, ya no solamente por la ubicación de los molinos, sino también por el castillo, que le da el toque final al enclave.
El nombre de los molinos son los siguientes: Clavileño, Espartero, Rucio, Caballero del Verde Gabán, Chíspas, Bolero (oficina de turismo, abierto de 9:00 a 18:00 h), Alcancía, Cardeño, Vista Alegre, Sancho, Mochilas, y Mambrino. Prácticamente en todos ellos se puede entrar por un módico precio de 1 €. Además se puede compaginar la entrada del castillo pagando algo más.
En algunos de los molinos se han instalado el museo arqueológico, otros con regalos y recuerdos, otro con bebidas y algo de comida, incluso en otro, con una apetitosa terraza para tomar algo.
Todos estos molinos fueron construidos a mitad del siglo XIX, concretamente en 1847, aunque dos de ellos parece, según unos estudios, ya se construyeron en el siglo XVI.
Vamos avanzando por la colina y recreándonos en cada uno de los molinos, sobre todo, tal como ya he dicho, de las vistas en su conjunto.
El castillo de la Muela, una edificación del siglo X, fue construido por Almanzor, en época de dominio musulmán. Siglos después. el castillo perteneció a los Caballeros hospitalarios de la orden de San Juan de Jerusalén. Cuando la invasión napoleónica, las tropas francesas ocuparon el castillo.
Seguimos avanzando y llegamos al final del último molino, en donde un vértice geodésico nos da la altura máxima del la zona,
Como buenos montañeros, aprovechamos para inmortalizar la foto de grupo, una vez que coronamos su cumbre. ¡Vaya que poco hemos sudado!
¡Vaya, faltaba yo!
¡Ea, pues a ponerme!
Y de nuevo de vuelta...
El molino Rucio conserva la maquinaria original del siglo XVI, y es el único en España que ofrece moliendas diarias durante 300 días del año.
Descendemos ahora por la carretera con dirección a nuestros coches...y charlatanes vamos descendiendo.
Una vez abajo, intentamos comer en unos de los bares, al final no pudo ser, bocatas al canto...y ponemos rumbo hacia nuestro último destino Tembleque, situado a unos 38 km.
Tembleque
Acercándonos a Tembleque, allá a lo lejos, ya podemos ver los dos molinos que en este pueblo quedan en pie. Antaño eran cinco los que en ese cerro habían instalados. Según algunos escritos datan del año 1845. Pero en esta ocasión, nuestra visita a Tembleque no se hará a los molinos, ya vimos bastantes. La visita se centrará sobre todo en la majestuosa Plaza Mayor de Tembleque.
Allá vamos...
Acercándonos a Tembleque, allá a lo lejos, ya podemos ver los dos molinos que en este pueblo quedan en pie. Antaño eran cinco los que en ese cerro habían instalados. Según algunos escritos datan del año 1845. Pero en esta ocasión, nuestra visita a Tembleque no se hará a los molinos, ya vimos bastantes. La visita se centrará sobre todo en la majestuosa Plaza Mayor de Tembleque.
Allá vamos...
Cuando planteé esta ruta, tenía claro que una parada obligatoria sería para ver esta bella plaza. Decenas, cientos de veces había pasado por aquí con dirección a Madrid, y nunca me había detenido, ahora si. Muchas veces somos ciegos cuando buscamos un destino, y nos olvidamos de lo que dejamos atrás.
Tal como nos indica el tablón informativo que hay instalado en la misma plaza, ésta es de estilo barroco popular, de caracteres típicamente manchegos. Su inauguración en el año 1653, por el rey Felipe IV, responde a una doble finalidad: urbanística y Plaza de toros.
Fue declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto-Histórico-Artístico en 1973.
El espacio central de la plaza está presidido por el Ayuntamiento en cuyo balcón principal está coronado por el escudo, en piedra, de Tembleque.
Ya en el capítulo XXXI del Quijote era nombrada la localidad de Tembleque...
"...Y así, digo que, llegando el tal labrador a casa del dicho hidalgo convidador, que buen poso haya su ánima, que ya es muerto, y por más señas dicen que hizo una muerte de un ángel, que yo me hallé presente, que había ido por aquel tiempo a segar a Tembleque...
-Por vida vuestra, hijo, que volváis presto de Tembleque, y que sin enterrar al hidalgo, si no queréis hacer más exequias, acabéis vuestro cuento"
Esta plaza de estilo típicamente castellana, es un espacio casi cuadrado, rodeado de edificios de dos pisos con corredores. la planta baja es porticada, sujeta por columnas de granito.
Los corredores abiertos se construyeron para facilitar la vista hacia los mercados, fiestas y corridas de toros, teniendo una gran similitud con los antiguos corrales de comedia.
Damos unas últimas ojeadas por los muchos detalles curiosos que tiene la plaza, y ponemos rumbo hacia la Granja de San Ildefonso (Segovia) en donde desde ahí partiremos para el resto de rutas de montaña que tenemos prevista...pero antes nuestra foto de grupo en la plaza.
Y un anticipo de nuestra subida al día siguiente al Peñalara por los Riscos de los Claveles, pero eso ya será otra historia...
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