Ruta
por el norte de Portugal: Regiones de Beira Litoral, Douro litoral, Alto Douro
y Minho (Enero/16)
Este 2016 lo
inauguraremos realizando una ruta por el norte de Portugal. Hacía tiempo que quería conocer la
zona de Oporto, pero siempre salían otros viajes. Así que planifiqué una ruta
de seis días recorriendo bellos pueblos y ciudades de esta zona de nuestro
vecino país. Serán unos 1600 km los que anduvimos desde que salimos de Sevilla,
y en donde nuestro fiel acompañante fue el mal tiempo: lluvia, tormentas,
viento, frío, niebla…exceptuando un solo día (con sol radiante) el resto con
paraguas en mano. Varios temporales estaban entrando por el atlántico casi de
forma sucesiva. Todo lo que no había llovido en dos meses atrás, lo estaba
haciendo ahora. Los ríos desbordados, las alcantarillas rebosaban brotando el
agua hacia el exterior. En las carreteras la velocidad había que reducirla, no
se veía nada, circulábamos entre las nubes y muchas veces sumergidos en un
verdadero temporal. Esto es lo que teníamos, así que había que adaptarse.
Pero el mal tiempo hizo
que disfrutáramos más intensamente de los lugares: menos turistas,
prácticamente solos en muchos de los pueblos; y con mucho más encanto para
captar innumerables imágenes fotográficas,
en donde el contraste es mucho mayor.
Portugal sigue siendo un destino barato al que se puede
viajar. Con un presupuesto ajustado se puede hacer un interesante viaje, y este
fue nuestro caso. Comer, dormir, ir de tapas, merendar…moverse por Portugal es tremendamente
asequible. Eso si, eso dependerá de cada bolsillo y de las exigencias de cada
uno. Nosotros nos hospedamos en lugares muy económicos y acogedores, y sobre
todo bien ubicados, que era nuestra preferencia, sobre todo en el caso de
Oporto.
ITINERARIO REALIZADO
Día
1. Sevilla-Aveiro Dormir en Aveiro, Welcome
In (45 € habitación doble).
Día
2. Aveiro-Costa
Nova-Oporto Dormir
en Oporto, Sport hostel (33 € habitación doble).
Día
3. Oporto Dormir en Oporto,
Sport hostel (33 € habitación doble).
Día
4. Oporto-Guimarães Dormir en Guimarães,
D. Joao IV (33 € habitación doble con desayuno).
Día
5. Guimarães-Braga-Bom
Jesus-Guimaraes Dormir en Guimaraes, D. Joao IV (33 € habitación doble con
desayuno).
Día
6. Guimarães-Amarante-lamego-Sevilla
Día 1. Sevilla-Aveiro
Teniendo en cuenta
que la noche anterior fue fin de año, tampoco quisimos madrugar. Así que sobre
las 10 de la mañana salimos con dirección Badajoz, Coimbra y por último Aveiro,
nuestra primera parada. Poco después de las cuatro de la tarde, llegamos a
nuestro destino. El viaje lo hicimos tranquilo y
sin prácticamente vehículos por las carreteras. Normal, era año nuevo.
Muy bien ubicado y
a escasos metros del centro llegamos a nuestro hotel, el Welcome In, un
excelente lugar donde hospedarse. Además, justo en frente, tirando por una
calle, podemos aparcar fácilmente, ya que hay una amplia explanada donde
podemos dejar el coche.
Aunque se puede coger desayuno (5 €), no merece la pena, ya que por la
mitad se puede desayunar en las muchas cafeterías que hay en los alrededores.
Con una delicada y esmerada decoración,
este edificio histórico se encuentra en una de las avenidas principales de
Aveiro.
Averiro es
conocida como la Venecia portuguesa, al igual que a otras ciudades europeas
como Amsterdam, Estocolmo, Brujas… Pero que nadie se lleve a engaño, Venecia
solo hay una, y la auténtica y original es aquella encantadora ciudad italiana.
Que nadie pretenda comparar ambas ciudades, no tiene nada que ver. Aveiro tiene
rincones coquetos, y las barcas típicas (moliceiros) les da un toque de encanto.
La proa levantada de estos moliceiros recuerda a las góndolas
venecianas, y junto con los canales que atraviesan la ciudad, y los puentes
encorvados, han provocado que también se la conozca como la “Venecia del
Atlántico”.
Estos moliceiros se utilizaban antaño para la recolección de algas y que ahora se utilizan con fines turísticos. Curiosos y coloridos dibujos embellecen a estas barcas.
Situada al borde
de una ría poco profunda, por ella circula una pequeña red de pintorescos
canales.
A principios del siglo
XVI era un próspero puerto marítimo, pero en la década de 1570 una devastadora
tormenta bloqueó la desembocadura del río Vouga y cerró el paso de los barcos
al mar, creando marismas insalubres.
Al poco de iniciar nuestro paseo por las callejuelas de
Aveiro, el cielo se fue obscureciendo y la noche empezó a caer. Nos acercamos
al canal central y preguntamos el precio de las barcas para el día siguiente.
No hay competencia ninguna, todas cobran lo mismo, 8 € por un paseo de unos 45
minutos. En uno de ellos nos dijeron que si sacábamos los tickets en una tienda
de suvenirs nos harían un descuento, total 7 €. Algo es algo, lo tuvimos en
cuenta para el día siguiente.
Las callejuelas del centro estaban un poco desierta y los
barqueros sin clientes ninguno. Ya era de noche, hacía un fuerte viento y algo
de frío. Muchos de los restaurantes estaban cerrados, solo las cafeterias parecían con vida. Así que en solitario seguimos recorriendo sus callejas y algunos canales.
Llegamos a la plaza
Do Peixe, junto a una esbelta iglesia y el mercado de abastos. Empezamos a
buscar algún lugar donde comer, casi todo cerrado, así que al final nos fuimos
al centro comercial ubicado en frente del canal central (es mal día, 1 de
Enero). Después unos apetitosos dulces de “ovos
moles” en una de las confiterías que hay junto al canal y al hotel.
Día 2. Aveiro-Costa Nova-Oporto
A las 9 de la mañana ya estábamos desayunando en unas de
las cafeterias de la misma calle del hotel. Bueno y barato, por menos de 4 € los
dos, un buen desayuno.
A
continuación nos dirigimos a la tienda de suvenirs, junto a la oficina de
turismo, para sacar los tickets de las barcas. Poco después de las 10 ya
estábamos montados junto con cinco personas más.
Hacía frío, con lo que el barquero nos facilita unas
mantas con las que cubrirnos en nuestra navegación.
El
barquero que controla nuestro moliceiro y un guía que nos explica todos los
detalles del paseo son nuestros acompañantes.
Con un castellano más o menos fluido y con fuerte acento
lusitano nos va explicando algo de su historia y algunas curiosidades del
lugar. Por ejemplo nos indica que toda la sal recogida aquí se llevaba a
Terranova para consrevar el bacalao que luego regresaba como bacalao salado
seco. Al igual, nos muestra algunas casas coloniales y otras Art Nouveau ubicadas junto al Canal
Central.
Desde el Canal Central nos dirigimos al canal Das
Piramides y al canal de Sao Roque, situados en las afueras de Aveiro, junto a
las carreteras que llevan a la playa.
Tras pasar algunos puentes encorvados similares a los de
Venecia, llegamos a un canal interior que desemboca en el mercado de pescados.
A ambos lados del canal, bonitas casas con vivos y
llamativos colores amarillos, verdes, azules…los moliceiros se reflejan en las
aguas del canal formando una bonita estampa.
Seguimos
navegando hacia el interior de Aveiro, y pasamos por un coqueto puente, en
donde muchos candados son colgados para perpetuar el amor de las parejas.Poco después llegamos a la parte mas moderna de Aveiro y de nuevo de regreso a nuestro embarcadero.
Agradable paseo, y sin lugar a dudas, una bonita experiencia para cualquier viajero que que quiera pisar estas tierras lusitanas.
Rematamos nuestra visita por algunas calles peatonales del
pequeño centro, curiosear en algunas tiendas sobre los productos de la tierra,
y tomamos dirección al coche, para a continuación dirigirnos hacia la playa de
Costa Nova.
COSTA NOVA
A unos trece kilómetros hacia la costa, llegamos a las
playas de Barra y Costa Nova, nosotros nos dirigiremos a esta segunda.
Curiosamente muchas personas creen que esta playa
pertenece a Aveiro, nunca más incierto, están dentro del témino de Ilhavo.
Rosa ya
estuvo aquí 30 años atrás, y tenía un buen recuerdo del lugar. En su memoria
tenía todavía las imágenes de aquellas casas a rayas y de distintos colores.
Así que nos pusimos en marcha para conocer esta pintoresca playa. Junto al paseo maritimo nos encontramos con muchas terrazas de restaurantes, cafeterias…y en la misma acera del paseo una hilera de llamativas casas de colores a las que una a una empezamos a observar.
Unas verdes, otras azules, otras amarillas…un conjunto
de colores vivos realzan a este fantástico paseo, en donde estas casas dan el
colofón de una bella estampa.
Saco la cámara y no dejo de fotografiar estas llamativas
imágenes. Algunas de ellas tienen unos coquetos porches adornados con frondosas
macetas cargadas de flores, otras con elegantes bancos de hierro forjado.
No nos cansamos de observar este grupo de casas tan
bellamente conjuntadas. Además el día acompaña, un sol radiante azota las
fachadas de estas viviendas.
Costa Nova
es famosa por sus “palheiros”, unas
casas a las cuales sus habitantes adornan y pintan las fachadas con rayas de
colores.
En una de las casas de colores se pude observar un inscripción en la piedra escrita en portugués y en la que decía “dedicado al sol que desde primera hora de la mañana baña todo el paseo que discurre a lo largo de la ría y está orientado totalmente hacia el Este”
Todas estas casas de colores no están únicamente ubicadas en el paseo marítimo, sino también hacia las calles interiores. Nos adentramos en ellas, pasando primero por varios restaurantes de exquisitos pescados y varias marisquerías. Nosotros solo nos quedamos en ver los precios de los platos, demasiado caro para nuestro presupuesto. Oler, olía a gloria. Hubiera apetecido entrar en alguno, y más cuando se acerca la hora de la comida.
Unas empinadas escalinatas nos llevan a una de las calles
interiores, justo en ella, un atrayente restaurante parece reclamarnos, sigue
siendo demasiado caro para nuestro bolsillo.
Es casi la hora del mediodía, empezamos a mirar algún sitio donde comer, pero no nos decidimos por ninguno. Así que cogemos el coche y nos trasladamos hacia el pequeño puerto que hay en el mismo paseo marítimo. Otra hilera de casitas de colores dan a la parte trasera del restaurante. Pequeñas ventanucas cubiertas con unas techunbres de lona decoran las fachadas de las mismas.
Estamos a solo 70 km de Oporto, nuestro siguiente destino, así que decidimos no comer aquí y partir hacia la capital del Duero. De nuevo con dirección Aveiro y desde ahí por la autopista hacia Oporto.
El tiempo empezó a cambiar, las nubes fueron cubriendo el
cielo y el esperado temporal del Átlantico llegó a la península. Casi una hora
después ya llegamos a Oporto. ¿Pero por donde salimos?, no lo entiendo. En
todas partes del mundo cuando se llega a una capital, hay una salida de la
carretera nacional o autopista que pone “centro”. Aquí parece que esto no se
estila. Así que cuando sobrepasamos Oporto al no ver ninguna salida al “centro”
dimos la vuelta y en la primera entrada de la autopista cogimos hacia Oporto.
¿Pero donde estamos? Hora de poner el “google maps” y que nos lleve al centro.
Al centro, pero centro de verdad, ahí es donde está
nuestro Hostel. Es como venir a Sevilla e ir a la calle Sierpes. “Santa
Catarina” esa era nuestra “rua”, la calle peatonal más famosa de Oporto. Y
claro, que pasa cuando un establecimiento está en el centro…Efectivamente que
es imposible APARCAR. Una vuelta, otra vuelta, y otra más. Increible, encuentro
un pequeño hueco en un estrecho callejón justo a la espalda de la “capela de
las Almas”. Un “gorrila” improvisado me sale al encuentro y me detiene el
tráfico. Yo empiezo a dar marcha atrás al coche, y en una vertiginosa maniobra,
por fin coloco el coche en un hueco tan estrecho y ajustado, que cuando salimos
y miro la dirección del hostel, estamos justo al lado.
OPORTO
Bajo una fina llovizna nos dirigimos hacia nuestro
albergue-hostel, en el número 313 de la rua Santa Catarina, a la que en cinco
minutos llegamos.
En Oporto y otras ciudades de Portugal, las calles tienen
decenas de números de portales, aunque eso no nos debe de preocupar, ya que dichos
números saltan muchas veces de forma alarmante y de haber mil números de
portales, igualmente de forma real se quedan en quinientos. ¿Por qué?, eso me
preguntaba yo y todavía no tengo la respuesta.
Llegamos a nuestro hostel, típico albergue de jovenes, en
donde muchas de las habitaciones son compartidas con varias literas. De hecho,
nuestra habitación a pesar de ser solo para nosotros y doble, también tenía
unas literas.
Suficiente para dar el avío y dormir en el mismo centro de
Oporto por muy buen precio.
Eran casi las cuatro de la tarde, así que dejamos nuestros
bartulos, y le preguntamos al chico de recepción por un buen sitio para comer y que estuviera cercano.
Rápidamente nos envió a uno de los mejores “Pedro Dos Frangos” a solo cinco
minutos del hostel. Buen pollo asado (Frango no espeto) con guarniciones, muy
completo y bien servido. Es la mejor oferta de esta popular y barata parrilla,
además con unas sopas supereconómicas.
Así que bajando por la Rua Santa Catarina (elegante calle con
refinadas boutiques, aceras pavimentadas con piedra a rayas y un animado
gentío) llegamos a Pedro Do Frangos, situada en la rua Do Bonjardim 223.
Una vez bien nutridos y con mapa en mano, nos dirigimos
hacia el barrio de Ribeira, barrio más antiguo de Oporto situado en la orilla
del Duero.
La romántica Oporto ofrece un colorido y desvencijado
sueño con vestigios medievales, elevados campanarios, extraordinarias iglesias
barrocas y majestuosos edificios estilo beaux
arts apilados unos encima de otros.
El centro histórico de Oporto es es el distrito de Ribeira, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el que los tripeiros (vecinos de Oporto) y muchos viajeros y turistas pasean por sus estrechas callejuelas, contemplando algunos bellos edificios, unas excelentes vistas de la ciudad a orillas del Duero, y porque no, también hay que decir, lamentablemente por algunas zonas muy descuidas y ruinosas. Sin lugar a dudas este es el barrio más animado, el cual no podemos dejar de visitar.
Despues de una media hora andando desde que salimos de
nuestro restaurante, por fin llegamos a la Ribeira.
La entrada mas habitual es por la plaza de Riberia, eje y corazón del barrio.
Unas estrechas callejuelas bordeadas por el río desembocan
en esta plaza. Enmarcada por unas casas con azulejos y de varios colores hacen
de este lugar un pintoresco espacio junto al Duero. Muchas son la terrazas en
las que se pueden degustar exquisitos pescados y típicas comidas de la zona. Paseamos
junto al río, y de frente podemos ver al famoso Ponte de Dom Luis I.
Este
puente fue finalizado en 1886 por un discípulo de Gustave Eiffel, la parte
superior del puente esta reservada a los peatones, además de una de las lineas
de metro; por la inferior, flanqueada por unas estrechas pasarelas circula el
tráfico rodado.
Atravesamos el puente por su parte inferior (al día
siguiente lo haríamos por la parte superior) y nos trasladamos a Vila Nova de
Gaiga, que aunque en la otra orilla no pertenece a Oporto.
A pesar de que técnicamente es un municipio,Gaia está
unida al tejido de Oporto mediante una serie de impresionantes puentes y por su
historia compartida en la fabricación de oportos.
Desde mediados del siglo XVIII, los embotelladores de este
vino están obligados a mantener allí sus delegaciones.
Paseando por el atractivo paseo fluvial, bordeado de
hermosos barcos rabelos (barcos de
fondo plano especialmente diseñados para transportar barriles por los en tiempos
peligrosos rápidos del Duero).
Desde aquí
podemos comtemplar hermosas vistas del casco histórico de Oporto.
Desde esta misma orilla un teleférico recorre la distancia que hay hasta el extremo sur del Ponte Dom Luis I.
Nosotros al día siguiente lo haríamos andando y las vistas
son impresionantes, así que si alguien no quiere bajar tantos escalones, la
mejor opción es el teleférico, pero es una visita obligada.
La noche
ya cayó, y el paseo fluvial se ha convertido en un paseo romántico, en donde
muchas parejas jóvenes parecen declararse su amor.
Muchas son las bodegas que hay en esta zona, y en algunas de ellas se hacen degustaciones gratuitas de sus bebidas. Además, los restaurantes están presente en muchos rincones de Gaia, mañana comeremos en uno de ellos.
Día 3. Oporto
Tal como estábamos de mojados (perdón, empapados) teníamos claro como volveríamos a nuestros aposentos, en taxi. Así que le dijimos al camarero que nos llamase uno para recogernos. En 10 minutos ya estaba allí.
Después de la merienda, y con tanta lluvia, Rosa decide quedarse en la habitación leyendo, y yo con paraguas y plano en mano me voy a seguir recorriendo la ciudad.
Día 4. Oporto-Guimarães
Sin lugar a dudas, de todos los lugares que hemos visitado en este viaje, Guimarães se lleva el número uno, es las hermosa, más coqueta y más cuidada, de hecho fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2001 y capital Europea de la Cultura en 2012.
Para iniciar la ruta por su casco antiguo nos situamos en la bella plaza “Largo do Toural”. Con una fuente central en medio de una extensa explanada y rodeada de bellas casas, en donde los grandes ventanales y las balconadas le dan una bella armonía, y en frente, una de las muchas iglesias existentes en Gimarães.
Por una estrecha callejuela nos adentramos a su centro medieval. Según nos acercamos a sus callejas, nos damos cuenta del gran encanto que tiene esta ciudad.
Igreja de Sao Gualter
Tras un suculento desayuno servido en el mismo hotel de Guimaraes, partimos hacia Braga, situado al norte y a unos escasos 25 kilómetros de distancia.
Para poderlo ver tendremos que añadir a los 2 € de la entrada a la catedral, otros dos más. Hay que hacerlo con una visita guiada. Al estar nosotros solos, nos limitamos a contemplar el órgano desde abajo, que ya impresiona.
Otro lugar interesante es Nossa Senhora de torre, este oratorio inspira una inmensa iglesia al aire libre cuya nave es la Plaza San Pedro. Fue levantada como recompensa a la Virgen por haber evitado la devastación del terremoto de 1755.
Este conjunto religioso es uno de los emblemas más reconocibles de Portugal. Meta anual de cientos de peregrinos penitentes.
Este fotogénico ascenso está formado por una serie de escalinatas dispuesta en gradas, que datan de distintas épocas del siglo XVIII.
Toda la zona de alrededor de la iglesia se ha convertido en una especie de Resort, con sofisticados hoteles, pistas de tenis, jardines…
DE NUEVO EN
GUIMARAES
Junto a éste y en lo más alto de la colina se encuentra el castillo de Guimaraes.
Había que pisar con mucho cuidado, las pasarelas que rodean a las murallas están empapadas y en un descuido podemos resbalar.
Aunque teníamos idea de subir a la Penha (punto más alto con vistas a Guimaraes) el cielo estaba demasiado gris, y la noche pronto caería, con lo que de pocas vistas hubiésemos disfrutado, por lo que nos fuimos al hotel a descansar un poco y por la noche de nuevo salir a cenar.
En la misma plaza del monasterio nos encontramos el local (café-bar Sao Gonçalo) con más tradición e historia de todo Amarante. En él, Teixería de Pascoaes, que nació en Amarante, unos de los escritores más importantes del siglo pasado, se reunía con otros tantos intelectuales: artistas, políticos, figuras de referencia de la sociedad amarantina e ilustres anónimos.
Situado a unos 70 kilómetros de distancia, Lamego es conocida por la asombrosa escalera barroca que asciende en zigzag hasta la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios.
Desde la catedral, cogemos por las callejuelas que ascienden a lo más alto del pueblo, en busca del castillo. Rosa no se anima a subir, y me espera tranquilamente en una cafetería. Yo empiezo a perderme por las serpenteantes callejuelas que suben al castillo. Una vez arriba, estoy yo solo, no hay nadie más, con lo que tranquilamente subo por las escaleras y recorro toda su periferia. La entrada es gratuita, aunque si dejas algún donativo es de agradecer.
Desde lo alto del castillo podemos disfrutar de unas fabulosas vistas de lamego.
De nuevo callejeo por sus empinadas, solitarias y empedradas cuestas, y abandono su casco medieval por uno de sus arcos.
En lo alto de la colina, y rodeado por un puñado de antiguas casas de piedra, este castillo medieval es uno de los más pequeños de Portugal, solo con una torre y parte de sus murallas.
Muchas son las bodegas que hay en esta zona, y en algunas de ellas se hacen degustaciones gratuitas de sus bebidas. Además, los restaurantes están presente en muchos rincones de Gaia, mañana comeremos en uno de ellos.
De nuevo regresamos al casco histórico, en donde el gentío
pasea por la orilla del Duero.
Los
artistas improvisados amenizan la velada con su melodiosa musiquilla, mientras,
las estatuas vivientes permanecen inmóviles a la espera de recaudar algunos
euros.
Poco a poco vamos regresando con dirección a nuestro
albergue, pero eso si, deteniéndonos a cada paso que damos para disfrutar de
los muchos contrastes que tiene esta ciudad. De nuevo empieza a llover, y el
frío se está acentuando, así que una vez en la rua de Santa Catarina, unos
bocados en “la andaluza tapas” y a dormir.
Día 3. Oporto
El día amanece
tormentoso, lluvioso y con fuertes rachas de viento, además algo de frío. Al
poco de empezar nuestra marcha hacia la impresionante Avenida dos Aliados nos
quedamos sin nuestro primer paraguas (no sería el único). El agua azota
horizontalmente, este temporal sí que ha entrado fuerte.
Esta avenida
bordeada por protuberantes fachadas de estilo beaux arts y coronada por la majestuosa Cámara Municipal, esta
avenida recuerda a espléndidas imitaciones de París.
Desde ahí nos
desviamos hacia la torre Dos Clérigos con incomparables vistas de Oporto. Esta
torre de estilo barroco fue diseñada por el maestro italiano Nicolau Nasoni a
mediados de 1700 y está enclavada al final de la empinada rua Dos Clérigos,
junto a un grupo de hermosas casas con curiosas balconadas. Desde aquí nos
trasladamos a la cercana plaza de Lisboa.
Muy cerca, paseamos por empinadas callejuelas que nos
llevan directamente a uno de los rincones con mejores vistas de Oporto, y por
suerte o por desgracia poco visitada, el mirador Da Victoria.
Bajando de nuevo
por las callejas, por cierto algunas muy deterioradas y abandonadas, nos
dirigimos ahora a la famosa estación ferroviaria de Sao Bento, de inspiración
francesa, con asombrosos azulejos en su
vestíbulo principal.
Esta estación acabada en 1903, parece directamente
importada del París del siglo XIX. El verdadero atractivo de esta estación son
los impresionantes y espectaculares azulejos que hay en su interior.
Diseñados por
Jorge Colaco en 1930, unos 20000 azulejos muestran escenas de batallas
históricas, como la conquista de Ceuta por parte de Henrique el navegante,
además de la historia del transporte.
En frente vemos la Se
(Catedral), a la que intentamos llegar, pero el fuerte viento y la lluvia nos
lo impide. El paraguas que por segunda vez hemos comprado ha quedado hecho
trizas.
En una pequeña
mejoría, nos refugiamos en la Catedral. No podemos salir, el fuerte viento nos
arrastra hacia su interior, estamos empapados y nuestros zapatos parecen
inundados en una charca de ranas.
Aunque en Oporto,
la Catedral no es lo que más destaca, le haremos una visita. Ubicada en el
“terreiro da Se” se alza como un mirador después de subir por un revoltijo de
callejuelas medievales y escaleras que terminan en la mole de la catedral.
Fundada en el
siglo XII, fue reconstruida en gran parte un siglo después y reformada durante
el siglo XVIII, pudiéndose aprecian su contorno románico.
Estamos situado
junto a la parte superior del Ponte Dom Luis I, con lo que a pesar del mal
tiempo, hacia él nos dirigimos. El fuerte viento nos hace tambalear en las
estrechas pasarelas, junto a las vías del metro. Con lo que queda del paraguas
intentamos cubrirnos como podemos. La lluvia no nos permite casi ver. Estamos
solos en lo alto del puente. Con esfuerzo y evitando que se empape mi cámara,
pude hacer alguna foto panorámica del Oporto histórico.
Como pudimos
atravesamos rápidamente el último tramo del puente y nos refugiamos en la
parada del metro allí existente, y por supuesto el paraguas directamente a la
papelera. Imposible salir, está diluviando y aquí arriba el viento sopla más
fuerte.
Tras casi media hora de
espera y el tiempo sin mejorar, decidimos aventurarnos y bajar por las larguísimas
escaleras que hay junto al teleférico y que desembocan en el paseo fluvial de
Vila Nova de Gaia.
Teníamos visto un
restaurante muy cerca de donde estábamos (una vez abajo), que nos había
comentado un compañero, con buena comida y buen precio; Restaurante Casa Adao
en avenida Ramos Pinto 252.
Justo a la hora de
la comida ya estábamos allí. Empapados si, chorreando casi entero. Una buena
secada en el baño como pudimos, y a comer.
Un pequeño restaurante,
familiar y muy acogedor. Según llegamos, rápidamente nos atiende, y nos sugiere
lo que podemos pedir. Miramos alrededor nuestro y ojeamos los platos ¡Qué buena
pinta tienen!
De primero, para
degustar las tripas a modo do Porto, que
por algo los habitantes de esta ciudad son apodados tripeiros ya que fueron ellos los inventores de este plato. Se
trata de un guiso cuya receta tiene como base: callos, alubias, jamón, carne de
pollo, ternera y cerdo, oreja…muy bueno, y además con el cuerpo que traemos, ha
entrado bien.
De segundo, dos
buenos platos de pescados, yo pedí lenguado y Rosa pidió dorada. Muy ricos,
abundante y bien servido.
¿Y de beber qué?,
estaba claro, unos buenos vinos de Oporto, para digerir tan abundante comida.
Tal como estábamos de mojados (perdón, empapados) teníamos claro como volveríamos a nuestros aposentos, en taxi. Así que le dijimos al camarero que nos llamase uno para recogernos. En 10 minutos ya estaba allí.
Una vez en el
hostel, un cambio de ropa seca, un buen aseo, algo de lectura y de escritura,
un poco de descanso y hora y media
después de nuevo en la calle. Nos vamos
a tomar una excelente merienda con exquisitos dulces en una de las
muchas cafeterías-confiterías que hay por la zona.
Difícil elección
entre tantos deliciosos pasteles, además a precios muy económicos, entre 0,75 €
y 1,5 €.
Pasteles
de Belem (pasteles de nata), también llamados simplemente nata, princesa o
princesinha…son tantos que de un solo bocado degustaríamos todos.Después de la merienda, y con tanta lluvia, Rosa decide quedarse en la habitación leyendo, y yo con paraguas y plano en mano me voy a seguir recorriendo la ciudad.
Me dirijo hacia la
estación de Sao Bento pero en esta ocasión por unas callejuelas que hay por la
zona norte. A mi paso me encuentro con el pintoresco tranvía, que recuerda a
épocas pasadas; que por cierto se había quedado atascado, ya que un coche
está invadiendo parte de la vía.
Me dirijo ahora
hacia la plaza Infante Dom Henrique, en donde se encuentra el majestuoso
Palacio da Bolsa. Este espléndido edificio neoclásico, construido entre 1842 y
1910, honra a los mercaderes de Oporto.
Una vez que me adentro por las desiertas callejas del
barrio de Ribeira hacia la orilla del Duero, solo me acompaña unas cuantas
gaviotas que al igual que yo y bajo una ligera llovizna disfrutamos de unas
hermosas vistas del río.
Revolotean junto a
mí, sin importarles el agua que les cae. Parecen posar, sin miedo alguno, ante
mi cámara. Quedan extrañadas que alguien, además de ellas, quieran estar aquí
bajo esta fina llovizna.
Junto al río,
deambulo por un pequeño pasaje solitario y desde aquí poco a poco regreso a mi
hostel.
Día 4. Oporto-Guimarães
A las 9:30 ya
estábamos desayunados y preparados para partir hacia la bella ciudad de Guimarães.
Ubicada a solo 60 km de Oporto, en algo más de una hora ya estábamos allí.
Como suele ser
habitual en Portugal, los números que corresponden a los portales no tienen
nada que ver con las casas que tienen realmente la calle, así que nuestro hotel
estaba en el número 1660 de la calle Dom Joao IV, encontrarlo no fue difícil,
aunque es extraño la forma de la ubicación de la calle, en forma de “L”.
El hotel Dom Joao IV es
un buen establecimiento para hospedarse, muy buena relación calidad precio,
además con desayuno incluido tipo buffet, situado a solo diez minutos del
centro. Recomendable 100%.
Subimos a nuestra
habitación, dejamos todos los bártulos y al poco ya estábamos con mapa en mano
dispuesto a recorrer la ciudad.
Pero antes,
aprovechamos para dejar, debajo del aire acondicionado bien calentito, toda la
ropa que todavía teníamos empapada.
Sin lugar a dudas, de todos los lugares que hemos visitado en este viaje, Guimarães se lleva el número uno, es las hermosa, más coqueta y más cuidada, de hecho fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2001 y capital Europea de la Cultura en 2012.
La bellamente
conservada Guimarães tiene un pasado ilustre. El orgulloso lugar de nacimiento de Alfonso Enriquez, el primer rey
independiente de Portugal. Nació aquí en 1110 y posteriormente utilizó la
ciudad para lanzar la principal ofensiva de la Reconquista contra los moros.
El casco medieval
es un laberinto de callejas y plazas pintorescas enmarcado por edificios del
siglo XIV.
Para iniciar la ruta por su casco antiguo nos situamos en la bella plaza “Largo do Toural”. Con una fuente central en medio de una extensa explanada y rodeada de bellas casas, en donde los grandes ventanales y las balconadas le dan una bella armonía, y en frente, una de las muchas iglesias existentes en Gimarães.
Por una estrecha callejuela nos adentramos a su centro medieval. Según nos acercamos a sus callejas, nos damos cuenta del gran encanto que tiene esta ciudad.
De todas las plazas que hay en Guimaraes, sin lugar a
dudas la mas coqueta es la de Sao Tiago.
Esta plaza
aún conserva su aspecto medieval, y en ella se encuentra una pequeña capilla
del siglo XVII dedicada a Santiago.
Cuenta la leyenda,
que recibió al Apóstol Santiago que traía una imagen de la Virgen María.
Es una plaza
adoquinada rodeada por antiguas casas de piedra, muchas de ellas con hermosos
balcones.
Desde esta plaza
nos dirigimos por la calle Santa María, dirección norte.
Esta es la calle
con más historia de la ciudad y la más antigua, ya que en el siglo X comunicaba
el Convento fundado por la Condesa Mumadona en la parte baja del pueblo con el
castillo situado en la Colina Sagrada.
Actualmente va
desde la Rua Serva Pinto hasta el Museo Alberto Sampaio pasando por el largo
Jone maría Gomes, donde se hallan el edificio de la Cámara Municipal.
Es una calle estrecha
y empedrada en la que destacan algunas casonas de piedra como la casa del Arco
o la Casa de los Valadares y también la oficina de turismo.
Seguimos caminando, aunque con con el paraguas abierto,
por estas tranquilas y armoniosas callejuelas. Sus casas blasonadas, pórticos y
edificios nobles que la rodean parecen salir a nuestro encuentro.
La Plaza de
Oliveira, sin duda la plaza con más ambiente de la ciudad, siempre muy
animada con sus terrazas. En esta plaza encontramos la Iglesia de Nuestra
Señora de Oliveira, mandada construir por Joao I debido a una
promesa que éste le hizo a la virgen durante la batalla de Aljubarrota, batalla
entre tropas portuguesas y el ejército de Castilla.
Otro de los destacados
en la plaza es el Monumento del Salado, monumento conmemorativo de la
victoria portuguesa en la batalla del Salado en 1340.
Es la hora del mediodía, hora de comer. Empezamos a buscar
un restaurante, aunque teníamos anotado un par de ellos con buenas referencias,
cuando fuimos a uno de ellos estaba cerrado, con lo que tuvimos que improvisar
y buscar otro, ya que se estaba haciendo tarde.
Al final
entramos en uno que hay junto al Largo do Toural, Restaurante Celeste, en la
rua Paio Galvao.
Es un restaurante autoservicio, compartido con una
cafetería. Al ser tarde a nosotros nos atendieron directamente en la mesa.
Unas de las comidas más típica de esta zona de Portugal es
la Francesinha.
Se trata de una rebanada de pan
de molde, rellena de diversos tipos de embutidos y carne: jamón cocido,
mortadela, un filete de ternera o cerdo. Luego es recubierta con otra rebanada
de pan de molde tostada y con lonchas de queso, el cual es después gratinado bañado en una salsa picante
hecha a partir principalmente de cerveza y tomate; en algunos casos se le
agrega un huevo frito. Normalmente
acompaña la francesinha con patatas fritas y una cerveza.
Pues sí, eso fue lo que pedimos, una francesinha enorme para compartir y
dos ricas sopas, y de beber, cerveza de Guimarães.
Después de la comida nos fuimos a tomar el postre a una de
las muchas cafeterías tienen-pastelerías
que hay por la zona. ¡Que rica repostería tienen en Portugal!.
Comimos
las famosa “tortas de Guimaraes” , unos pasteles hechos con harina, azúcar, huevo,calabacín y almendras, para cuya preparación no se dan explicaciones, cada maestrillo
tiene su librillo.
Con la tarde bien avanzada volvimos a pasear por su casco
histórico.
Al estar en épocas
de Navidades, todas sus calles y plazas estaban exquisitamente iluminadas con
bonitas lucecillas de colores, con muy buen gusto colocadas y con muchos
adornos.
El “largo
República Do Brasil” con toda una zona ajardinada e iluminada, nos desemboca
directamente en la esbelta y majestuosa “Igreja de Sao Gualter”, sin lugar a
dudas la más impresionante de todas las iglesias de Guimaraes. Esbelta
construcción del siglo XVIII con sus dos grandes agujas gemelas del siglo XIX.
Ya bien entrada la
noche, el frío se fue apoderando de las callejuelas de Guimaraes, y aunque
bellamente iluminados los edificios, las plazuelas y muchas de sus calles, es
hora de que vayamos poco a poco tirando hacia nuestro hotel. Hoy ha sido un día
largo, mañana habrá más.
Algo de fruta y embutido y ya tenemos la cena lista.
Igreja de Sao Gualter
Largo Do Toural
Día 5 Guimarães-Braga-Bom Jesús- Guimarães
El día de hoy lo
queríamos compartir entre Braga y Guimaraes, así que decidimos partir pronto,
primero para Braga y Bom Jesús y por la tarde la zona del castillo, murallas y
palacio de los Duques de Guimarães.
BRAGA
Tras un suculento desayuno servido en el mismo hotel de Guimaraes, partimos hacia Braga, situado al norte y a unos escasos 25 kilómetros de distancia.
Como estos días atrás, emprendimos nuestra marcha con
lluvia, no tiramos por la autopista, ya que al ser una distancia tan corta
preferimos disfrutar del paisaje por las carreteras locales.
Una hora después ya estábamos aparcando en las
inmediaciones de la Avenida central, justo en el centro.
Braga es la tercera ciudad por tamaño del Portugal, siendo
una localidad de estrechas callejuelas antiguas cerradas al tráfico, repleta de
plazas Braga es quizás la de mayor devoción con un fabuloso abanico de iglesias
barrocas.
cristiana
y de espiritualidad, siendo famosos sus festejos religiosos y en concreto las
representaciones en Semana Santa.
Quizás el templo de la Sé
es el edificio que más destaca en Braga, no solo por su antigüedad (el mas
antiguo de Portugal) sino por los distintos estilos arquitectónicos: estructura
románica, el recubrimiento manuelino y los adornos barrocos.
Se empezó a construir en el año 1070 y se acabó durante el
siglo siguiente.
Se puede entrar a la Catedral ( 2 €) por el pórtico oeste
o a través de un patio y un claustro bordeado d capillas góticas en el lado
norte.
Una de las cosas que más nos sorprende en esta catedral,
es el impresionante y bellísimo coro, sillería y órgano.
Para poderlo ver tendremos que añadir a los 2 € de la entrada a la catedral, otros dos más. Hay que hacerlo con una visita guiada. Al estar nosotros solos, nos limitamos a contemplar el órgano desde abajo, que ya impresiona.
Otro lugar interesante es la capilla de los reyes, con las
tumbas de Enrique de Borgoña y Dona Teresa, padres del primer rey de Portugal.
Abandonamos la catedral y paseamos por las callejuelas que
la circundan.
Tirando por la rúa Do Diago llegamos al Arco da Porta Nova, Puerta Nueva desde
1512, cuando D. Diago de Souza la ordenó abrir, estableciendo el eje principal
de la circulación de intramuros.
Retrocedemos por la rúa Sao Joao, Hasta la plaza de Largo
de S. Joao Do Souto, en donde podemos contemplar las iglesias de Santa Cruz y de
San Marcos.
Entre
conventos, iglesias y otros centros religiosos, he contado en nuestro mapa
alrededor de 20, nosotros con seis o siete visto ya tenemos bastante.Otro lugar interesante es Nossa Senhora de torre, este oratorio inspira una inmensa iglesia al aire libre cuya nave es la Plaza San Pedro. Fue levantada como recompensa a la Virgen por haber evitado la devastación del terremoto de 1755.
El permanente repiqueteo de las campanas de las iglesias,
nos hacen constatar que estamos en una ciudad santa, con fuertes arraigos
religiosos.
De hecho casi en todas las iglesias en las que entramos,
está repleto de fieles escuchando al párroco dando misa.
Tras varias horas de visita a Braga, nos trasladamos ahora
al cercanocomplejo religioso de bom Jesús, ubicado a unos cinco kilómetros
colina arriba.
BOM JESÚS DO
MONTE
Este conjunto religioso es uno de los emblemas más reconocibles de Portugal. Meta anual de cientos de peregrinos penitentes.
Este clamoroso y ventoso lugar de peregrinaje está formado
por una iglesia neoclásica que se alza en lo alto de una colina arboleda desde
la que se observan fabulosas vistas.
La mayoría
de la gente, al igual que nosotros, vienen atraídos por la extraordinaria
escalinata barroca que asciende hacia la iglesia, la Escadaria Do Bom Jesús.Este fotogénico ascenso está formado por una serie de escalinatas dispuesta en gradas, que datan de distintas épocas del siglo XVIII.
La primera está flanqueada por capillas que representan
las estaciones del Via Crusis.
La Escadería
dos Cinco Sentidos, presenta fuentes alegóricas cuyos
caños nacen de los oidos, ojos, nariz y boca de las distintas estatuas.
La grada más alta es la
Escadería das Tres Virtudes, con capillas y fuentes que representan la fe,
la esperanza y la caridad.
Para aquellas personas que no quieran o no puedan subir
los 116 metros de desnivel repartidos en “unos pocos de escalones” se puede
coger un funicular de cremallera que salva este desnivel, 3 € ida, y 5 €
ida/vuelta. Obviamente, para nosotros siendo montañeros, esto era poco
desnivel, asi que a patear escaleras abajo y arriba.
Toda la zona de alrededor de la iglesia se ha convertido en una especie de Resort, con sofisticados hoteles, pistas de tenis, jardines…
Por suerte para nosotros, el lugar no está masificado de
gente, que es lo más habitual, así que hemos podido disfrutar de este original
y hermoso lugar prácticamente solos.
De nuevo
partimos hacia Guimaraes, directamente, y comer en uno de los restaurantes que
ya teníamos visto.
Una vez en Guimaraes, nos fuimos directamente para comer
al restaurante “le babachris”, rua
dom Joao I nº 39, ya lo traíamos recomendado por tripadvisor. El
cocinero es español y prepara unos exquisitos platos. Cada día sirve un único
menú distinto; por 9,5 €, primer plato, segundo plato y postre.
El local es pequeño pero muy acogedor, y los platos aunque
algo escaso están deliciosamente preparados, lugar recomendado.
Una vez almorzado, y después el correspondiente café con los sabrosos pasteles de Guimaraes, nos fuimos para visitar la zona de la muralla, castillo y el palacio de los duques de Braganza.
Por encima del casco medieval, en la cima de la colina de Guimaraes, este palacio con sus torres almenadas y sus chimeneas cilíndricas de ladrillo, fue construido en 1401 y luego fue pomposamente restaurado como residencia presidencial para Salazar. Fue construido
bajo las órdenes de D. Alfonso, hijo ilegítimo del rey D. Joao y de Doña Ines
Pires Esteves, 1º Duque de la casa de Braganza y 8º Conde de Barcelos.
Aunque se puede visitar por dentro, nosotros no llegamos a
entrar, solo lo vimos por fuera y desde los alrededores del castillo.
Junto a éste y en lo más alto de la colina se encuentra el castillo de Guimaraes.
Este castillo de siete torres fue construido en el siglo
XI, lugar en donde nació Alfonso Henriquez. Originalmente fue construido en
madera y tierra y fue fundado por la Condesa Muniadora Diaz.
Clasificado como Monumento Nacional el 7 de julio del 2007
fue elegido como una de las siete maravillas de Portugal.
Al
castillo se puede acceder libremente y de forma gratuita. Así que con una
lluvia amenazante y que al poco se convirtió en realidad, entramos en él.
El castillo presenta planta en forma aproximada de un
escudo facetas. Sus muros reforzados por cuatro torres, son desgarrados por las
puertas. Originalmente fue construido con el objetivo de defenderse de los
ataques musulmanes y normandos.
Este castillo consta de una torre del homenaje de 28
metros de altura y de planta cuadrangular , flanqueada por cuatro torres en sus
ángulos, y por dos puertas en la muralla, cada una flanqueada por dos pequeñas
torres. El único acceso a la torre del Homenaje es un pequeño puente de madera que une la torre a la
muralla.
Acompañados solo por una pareja de japonesas, el castillo
parecía desierto. Nosotros cuatro, y una intensa lluvia fueron los compañeros
de la visita.
Había que pisar con mucho cuidado, las pasarelas que rodean a las murallas están empapadas y en un descuido podemos resbalar.
Abandonamos el castillo y nos dirigimos de nuevo hacia el
interior del casco medieval.
Nos acercamos a las murallas por las que accedemos al
centro de Guimaraes. Solo se conserva un solo tramo de muralla, la que da al
castillo y al Palacio de los Duques.
Aunque teníamos idea de subir a la Penha (punto más alto con vistas a Guimaraes) el cielo estaba demasiado gris, y la noche pronto caería, con lo que de pocas vistas hubiésemos disfrutado, por lo que nos fuimos al hotel a descansar un poco y por la noche de nuevo salir a cenar.
Otro de los sitios que teníamos recomendados para comer,
era el pequeño y coqueto restaurante “Adega dos Caquinhos”, ubicado en el
corazón del casco histórico, en la rua da arrochela.
Una taberna familiar con paredes adornadas de fragmentos
de cerámica. Cada día tienen solo preparados dos o tres platos, pero cocinados
como si estuviéramos en nuestra propia casa.
Se comparte el pequeño restaurante con su amplia familia:
hijos, nietos, madres…en donde todos juntos y alrededor de una gran mesa cenan
al igual que nosotros.
Sin ser de la familia, solo otra pareja (que por cierto
estaban hospedados en nuestro mismo hotel) de españoles y nosotros.
Aquí podemos comer una auténtica y casera comida
tradicional portuguesa. Pedimos por una parte bacalao en salsa de tomate y por
otra, carne de cerdo, ambos platos muy bien servido, exquisitos, con muchas
patatas y arroz de guarnición, y de beber una buena jarra de vino de la casa.
Excelente lugar con muy buena calidad precio, y sobre todo
en un ambiente muy familiar.
Día 6. Guimarães-Amarante-lamego-Sevilla
Amarante
Hoy partiremos dirección Sevilla, pero en lo que vamos
bajando hacia el sur de España, visitaremos un par de localidades. Primero
Amarante, situada a unos 50 kilómetros de Guimaraes.
Una vez
desayunados en el hotel, sobre las nueve de la mañana partiremos, con lluvia
incluida, hacia la pintoresca localidad de Amarante.
En un recodo del
río Tamega, este tranquilo pueblo está dominado por una impresionante iglesia y
monasterio, que se alza deslumbradamente junto a un puente medieval.
Haremos una parada
de un par de horas para recorrer el pueblo.
Tenía grabada en
mi mente la foto del monasterio junto al río que días atrás pude ver en un
libro de Portugal. Así que una vez que llegamos a Amarante nos dirigimos hacia dicho puente. Aunque llueve, el
día está bello para obtener buenas fotografías de la zona.
Este estratégico puente casi fue su perdición en 1809, cuando los
franceses perdieron su breve toma de Portugal.
El Ponte de Sao
Gonçalo es el símbolo de la heroica defensa contra los franceses, ya que un
destacamento francés llegó en busca de un paso del río, pero unos valientes
ciudadanos y las tropas lo contuvieron hasta que los vecinos consiguieron
llegar a la otra orilla. Los franceses se vengaron quemando gran parte del
pueblo.
El monasterio de
Sao Gonçalo es el imponente templo que hay junto al río. Fundado en 1543 por
Joao III. Este monasterio junto con la iglesia se acabó de construir en 1620.
Cuenta la leyenda
que las personas que buscan pareja verán sus deseos concedidos en un año si
tocan la estatua que hay encima de la tumba. Como era de esperar, los
esperanzados han desgastado la piedra caliza de los dedos de los pies y manos,
y la cara.
Bajo la lluvia
damos un pequeño paseo por las calles colindantes del monasterio.
En la misma plaza del monasterio nos encontramos el local (café-bar Sao Gonçalo) con más tradición e historia de todo Amarante. En él, Teixería de Pascoaes, que nació en Amarante, unos de los escritores más importantes del siglo pasado, se reunía con otros tantos intelectuales: artistas, políticos, figuras de referencia de la sociedad amarantina e ilustres anónimos.
Abandonamos
Amarante y seguimos hacia el sur con dirección a Lamego.
LAMEGO
Situado a unos 70 kilómetros de distancia, Lamego es conocida por la asombrosa escalera barroca que asciende en zigzag hasta la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios.
Su casco antiguo
es una mezcla de serpenteantes calles estrechas y bulevares arbolados, con
monumentos medievales por muchos rincones.
En el centro
histórico encontramos la Sé, una de las más antiguas de Portugal, del siglo
XII, declarado Monumento Nacional. Poco queda de la original, a excepción de la
base del campanario de la plaza. El resto de la estructura, incluido su
maravillosamente tallado pórtico gótico triple, data en su mayoría de los siglos XVI y XVIII.
Desde la catedral, cogemos por las callejuelas que ascienden a lo más alto del pueblo, en busca del castillo. Rosa no se anima a subir, y me espera tranquilamente en una cafetería. Yo empiezo a perderme por las serpenteantes callejuelas que suben al castillo. Una vez arriba, estoy yo solo, no hay nadie más, con lo que tranquilamente subo por las escaleras y recorro toda su periferia. La entrada es gratuita, aunque si dejas algún donativo es de agradecer.
Desde lo alto del castillo podemos disfrutar de unas fabulosas vistas de lamego.
De nuevo callejeo por sus empinadas, solitarias y empedradas cuestas, y abandono su casco medieval por uno de sus arcos.
En lo alto de la colina, y rodeado por un puñado de antiguas casas de piedra, este castillo medieval es uno de los más pequeños de Portugal, solo con una torre y parte de sus murallas.
De nuevo en la parte baja del pueblo recojo a Rosa y
entramos en una de las tiendas de regalos para comprar alguna botella de sus
excelentes caldos.
Aquí son típicos los vinos denominados raposeira, el famoso vino espumoso que
según los entendidos proporciona un agradable respiro entre las rondas de
Oporto.
Cogemos el coche y
nos dirigimos hacia la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, a la que
llegaremos en quince minutos después de una larga subida por la carretera.
Unas fuentes y estatuas repartidas por la escalinata la
convierten en una de las mejores obras del rococó portugués.
Este es uno de los
centros de peregrinación más importante de Portugal, y sin lugar a dudas con la
mayor escalinata del país, más de 600 escalones.
La iglesia posee
un elegante interior de estuco azul y blanco con techos rococó azul cielo y un
altar dorado.
Abandonamos Lamego y ya
con dirección a España, llegando a Sevilla casi a media noche.
Mucha información plasmada en este reportaje la he obtenido del libro de
Portugal de Lonely Planet.