jueves, 24 de enero de 2019

Ferrata del Chorro (Enero/19)





Hoy nos vamos de ferrata, a la de los Albercones, más conocida como la del Chorro, incluso algunos se atreven a llamarla la ferrata del Caminito del Rey. Error esto último, por lo tanto nos quedaremos con la Ferrata del Chorro.
Ayer estuvo todo el día lloviendo ( a ver como está la roca), y para hoy el pronóstico de lluvia no estaba claro, aunque parecía indicar que a partir del mediodía no daba agua. Tenemos demasiado mono como para quedarnos en casa, así que cargamos las mochilas con todo lo necesario y pusimos rumbo a las 7:30 h con dirección al Pantano del Guadalorce y más concretamente a la estación de tren del Chorro.



En esta ocasión nos dimos cita, Pepi, Víctor, Antonio (los habituales de siempre),  Delia y Pepe (se están enganchando a esto de las ferratas) y Manolo (¡hombre apareció el ferratero!), aunque una vez allí se unió a nosotros Isidoro (otro entusiasta ferratero), que después aparecerá en escena. 
Miguel Ángel en ésta, se quedó en casa (es nuestro compañero habitual), lo echamos de menos.

Una vez que llegamos a la estación del Chorro, nos trasladamos hasta el aparcamiento que hay junto a la casetilla en donde se recogen los cascos del Caminito del Rey.
A prepararnos con todo el material: arneses, cascos, cuerdas, disipadoras, ochos...en fin, todo lo que tendremos que necesitar...además algo para la lluvia por si nos cae en la primara parte de la vía. 
¡Vaya como llevamos las mochilas!, las dos cuerdas (50 y 60 metros) se  nota en el peso.


Allá vamos son las 11:00, el cielo está muy cubierto de nubes, por cierto, algunas muy obscuras, y cae una pequeña llovizna (somos optimistas, a partir de las 12 mejora).


De frente tenemos el enorme paredón que tendremos que subir, he pintado cada uno de los tramos a destacar: desplome, tirolina y puentes.
Por delante tenemos cuatro horas y media de ruta (lo normal es tardar algo más de las tres horas). Nosotros tardamos más ya que, ademas de disfrutar, echamos mucho tiempo preparando el material de la tirolina y rapel para los siete.


Tomamos la pista que sale desde la casetilla y a los pocos metros tiramos por la derecha subiendo por un senderillo muy empinado.


Y tanto que está empinado, se escuchan los resoplidos...

El viento sopla fuertemente, de ahí que el guarda de la casetilla nos preguntara que si íbamos a escalar, advirtiéndonos que tuviéramos mucho cuidado, porque arriba en los puentes el viento se iba a notar mucho más.
(ya lo creo, eso vendrá después)



Acercándonos al paredón, en unos diez minutos, ya vimos el cartel de la vía ferrata y además "aparecido por sorpresa como nacido de la nada" nuestro compañero ferratero Isidoro.
¡Que alegrón, ya somos siete!...ahí está, no se ha puesto todavía el casco.


Las características de la ferrata son las siguientes:

Dificultad: K3: fuerza 2, aspectos psicológicos 4, Resistencia 3, experiencia en montaña 3. Tirolina 35 m, puente tibetano 15 m, puente de monos 30 m, rapel 25 m.
Tiempo de acceso a la vía:  10 minutos
Tiempo de realización: 3,15 h  (mucho tiempo en la preparación de la tirolina y rapel)
Tiempo de regreso: 30' minutos.
Longitud total del recorrido: 650 metros
Desnivel total:  250 metros


Una vez en el inicio de la ferrata nos distribuimos por experiencia, situándonos de forma estrtégica, por si algún compañero necesitara ayuda.
El orden fue (al principio, a partir de la tirolina cambiamos): Pepi, Delia, Pepe, Antonio
 (el que escribe), Manolo, Isidoro y Víctor.


Allá vamos, empezamos...



A poco de empezar nos encontramos con un pequeño desplome, que sin tener dificultad, para algún principiante tuvo que sudar un poco hasta pasarlo.


Rápidamente la vía empieza a coger altura, pudiéndose disfrutar de unas fantásticas vistas de la zona.
Ahí está el Manuel, el desaparecido...pero como va disfrutando.


La vía se adentra ahora en una pequeña brecha con posibilidad de algunas caídas de piedras. 
Es una pedrera que verticalmente nos va subiendo sin mayor dificultad.


Poco antes de la tirolina nos encontramos con otra vertical de unos 10 metros, en donde tendremos que agarrarnos bien a un pequeño saliente.


Como siempre, voy de fotógrafo, así que por arriba inmortalizo a los compañeros  que se acercan a la tirolina, y por debajo disfrutando de las vistas al embalse con mis compañeros Manolo, Isidoro y Víctor, subiendo.




Pepi ya está en la base de la tirolina, nosotros nos acercamos a ella.
Por debajo unos 160 metros de desnivel y 45 minutos hasta alcanzar este punto.


Echo la mirada atrás y ¡que vistas!
¡Click, foto al canto con los tres mosqueteros!


Haciendo hueco entre todos, y en más de una ocasión cruzándonos las disipadoras para no caer desde esta altura, dejamos pasar a Víctor hasta la base de la tirolina, para que la vaya montando.


En algún tramo poco hueco hay por donde pasar...


A montar la tirolina (35 m)...¿y quien va primero...?
¡Vale, voy yo, y así os inmortalizo a todos cuando os tiréis!


Ya he cruzado, en el último tramo hay que tirar de brazos un par de metros, el resto llega perfectamente la tirolina.


¡Guau, espectacular, que vistas tengo desde aquí!




Pepi

Y ahí van, a tirarse ...


Pepe                              Delia


 Manolo


 Isidoro                        Víctor

Y el que está detrás de la cámara, que soy yo, nadie lo inmortalizó.

Bueno, seguimos...


Yo me quedé el último junto con Víctor que recogimos todas las cuerdas...a los mochilones.
 A nuestros compañeros parecen que le han metido fuego en el "....".
Aprovecho para inmortalizar a Víctor en este lateral con unas vistas espectaculares.



Subimos ahora por una vertical de unos 25 metros, en donde allí arriba ya veo 
el puente tibetano (15 m), y que en ese momento lo está atravesando Delia.


El orden ahora ha cambiado: Pepi, Delia, Pepe, Isidoro, Manolo, Víctor y yo.


El viento aquí azota fuertemente con lo que tenemos que pasar el puente con mucho cuidado.


Esta es una de las zona más impresionantes, justamente los dos peñones que separan los puentes.


Esta es la parte más alta, hemos llegado a los 250 metros de desnivel.




Una última vertical de unos 50 metros, que tras una pequeña bajada llegaremos 
al puente de monos (30 m).


¡Ahora si, el viento si que azota, esto es como una ventana abierta en la montaña!


Poco a poco vamos atravesando el puente de monos (algunos con más apuros que otros). Hay que agarrarse bien, el viento nos tumba...


Una vez que todos hemos atravesado el puente ¡estamos vivos!
Ahora toca una buena bajada...


El terreno es muy pedregoso y resbaladizo, además de tener una buena pendiente.
Hay instalado un cable de vida por el que "si o si" tendremos que engancharnos y agarrarnos para bajar, incluso así, algún trasero fue al suelo.


Mientras nosotros bajamos tranquilamente y se hace alguna fotografía al canto, allí abajo, ya empiezan con otro buen desnivel.   


¡Que chula es esta zona!
Aunque en esta cara sombría estamos pasando fresquito...


Toma ya, ahí están todos, ¡lugar mágico!


Y llegamos a la parte final de la vía.
Tenemos dos opciones:
-Bajar por las grapas, con un pequeñísimo desplome, y que al bajar se nota
-Bajar haciendo rapel de unos 25 metros.

Hubo un poco de todo: yo bajé en un principio por las grapas, para guiar a Pepe y a Delia que no iban a rapelar, después yo subiría de nuevo.




Una vez abajo pude fotografiar a Pepi y Manolo bajando, fueron los primeros.


Subí para arriba y pillé a Isidoro bajando.


Y ya los últimos Víctor y yo



Foto de grupo al completo y para abajo.


Se empieza a bajar por una zona muy empinada y muy resbaladiza, la caída está garantizada.
Hay que engancharse a más de una planta para poder bajar.


A nuestra izquierda vemos los farallones, en donde está el puente de monos, y por donde hemos bajado en el rapel.



Otra fotito, con vistas...¡todos contentos!


Y por el senderillo perfectamente marcado, poco a poco vamos bajando hasta llegar a la altura de las vías del tren. Allí ya bajaremos hasta la pista que ya cogimos esta mañana.


Y a comer los bocatas al kiosko, ya hay hambre, son casi las cuatro de la tarde.

Bonita ferrata, muy completa, ha habido de todo...y una buena compañía.
¡Nos vemos en la próxima, que conociéndonos, seguro que será pronto!

miércoles, 23 de enero de 2019

Tajos de las Ventanas-Sierra de la Escalereta (Málaga) Enero/19




Hoy tocaba ir de montaña, más exactamente de media montaña, tal como nos indicaron nuestros compañeros coordinadores Joaquín y Pepe. Será una ruta fácil, sin dificultad, de unos 12 kilómetros de recorrido, algo más de 400 metros de desnivel y en la que tardaremos unas cinco horas y media, en plan tranquilo y disfrutando de la vistas y de las curiosas formaciones. Y esto último es la clave de su encanto, las formaciones de las rocas, formando arcos, covachos...y en los que tendremos que realizar algunos pequeños destrepes. 

En esta ocasión, nos damos cita un buen grupo nutrido de compañeros y compañeras del club, 17 en total. Falto yo, que estoy detrás de la cámara.



En esta ocasión nos moveremos por los alrededores del pueblo de Almargen, en la provincia de Málaga, recorriendo los Tajos de las Ventanas, la Sierra de la Escalereta...subiendo al cerro de las Ventanas, con una modesta altitud de 716 metros.



A las 10 de la mañana ya estábamos situados en el Polígono Industrial El Calvillo, en las afueras de Almargen, y que nosotros viniendo de Sevilla-Osuna-El Saucejo nos lo encontramos antes de entrar en el pueblo.

La ruta comenzará dirigiéndonos a las vías del tren a través de una pista de tierra rodeada de olivos, y una vez pasadas estas, abandonaremos la pista poniendo rumbo hacia una pequeña serrezuela que ya vemos de frente, hacia nuestra derecha.



Una vez situados en las paredes de estos pequeños tajos, la recorreremos, pudiendo comprobar las muchas covachas y oquedades que hay en la zona.


Empezamos a subir por las rocas que hay en los huecos, entre las paredes, y ya en la parte superior seguimos ascendiendo hasta los tajos.


Una vez arriba, empezamos a destrepar con mucho cuidado, y recorrer lateralmente todos los Tajos de las Ventanas.


A lo largo de las paredes. son varias las cuevas y covachas que vamos encontrando a nuestro paso...en alguna, aprovecho para inmortalizar al grupo. Ahí está. De nuevo falta uno, el que está detrás de la cámara.


Y seguimos recorriendo lateralmente estas paredes, haciendo pequeñas bajadas y subidas...trepes y destrepes. Algunos tiran por la misma cresta, otros más abajo, cada uno encuentra su propio paso.



Yo aprovecho, y subo rápidamente para poder fotografiar a mis compañeros en estos pequeños trepes.


La temperatura está subiendo bastante, poco a poco nos vamos desprendiendo de nuestras ropas de abrigo. Hace un día soleado y con buenas vistas. Allí al fondo, la Sierra Subbética cordobesa, destacando la Tiñosa y pico Bermejo.


Seguimos avanzando, y a nuestro paso siguen apareciendo más covachas. En algunas, incluso nos adentramos para curiosear.


En otras, incluso hay que subir entre las piedras...


Unos por arriba, otros por abajo...todos para adelante.


Una vez arriba, una pista accede directamente a las antenas de televisión...


Pero una vez que llegamos a su parte más alta (demasiado pronto), Paco y yo decidimos aventurarnos y bajar un poco, para intentar trepar por algunas de las paredes que acceden directamente a la cumbre de las antenas (el Cerro de las Ventanas), demasiada monótona la pista.


Tras bajar de nuevo un buen tramo, empezamos a buscar las paredes más accesibles...
¡ojo, porque el terreno se desprende fácilmente!
Por aquí no, por aquí tampoco, por aquí menos todavía...Paco, Antonio por aquí...
Empiezo a subir, y cuando subo un metro, me agarro a una de las piedras, y antes de afianzarme, la piedra se desprende y cae rodando, menos mal que estaba apoyado bien con los pies.


Una vez arriba del cerro de las Antenas (716 m), nos reunimos con los compañeros, y llegamos tarde a la foto del grupo...bueno ya está hecha.


Y empezamos a bajar por una de las zonas mas chulas, con pequeños ventanales formados entre las rocas. Unos pasaron por uno de los arcos, otros los esquivaron, otros se subieron...y muchos nos fotografiamos.
Esto fue, "servido a la carta"









Una vez que nos hemos entretenido en estos arcos, empezamos a bajar. Buscamos un canalón, que era bastante asequible, pero con cuidado, y para abajo.


Allá vamos...


Había que afianzar bien los pies y las manos en la bajada, aunque esto último para Rosa y Jesús parecía no preocuparle, porque no había una esparraguera que dejaran con vida, cuando veían esos espárragos. 


Una vez abajo, hicimos una pequeña parada para picar algo...y claro, ya que estábamos debajo de una covacha, Lorenzo dijo, allá voy, para arriba.
El terreno se desprendía fácilmente, con lo que no estaba claro que pudiera llegar...el insistió y para arriba.


Pero a la hora de bajar, había que buscar el mejor sitio, pero ¿por donde?
Nosotros desde abajo veíamos el terreno muy agrietado, ¡en cualquier momento se puede romper!


En un momento, el terreno cedió un poco y dio un pequeño "susto".
Rápidamente colocamos todas las mochilas abajo, para que amortiguase, caso de caida.
Al final pudo bajar.


Y desde aquí nos trasladamos a la Sierra de la Escalereta por su ladera Oeste, dejando atrás ya, los Tajos de las Ventanas.


Será un pequeño recorrido de ida y vuelta atravesando grandes manchas de plantas aromáticas. tomillo, romero y almoraduz.   


Por delante, siempre tendremos la inseparable Sierra del Tablón con sus cumbres más alta de la provincia de Sevilla el Terril (1128 m) y el Peñón de Algámitas (1121 m) 


Y más allá, muy al fondo, la Sierra del Pinar, junto a Grazalema, Benamahoma y Zahara de la Sierra, con sus míticas cumbres, y que tantas veces hemos subido.



Tras un rato andando, dimos la vuelta, retornando por senderillos que se adentran en plantaciones de romeros, e intentando esquivar a las aulagas. 



Cuando llegamos a la altura del Cerro de las Ventanas, con sus antenas, la dejamos a nuestra izquierda y seguimos por el senderillo que de forma progresiva va bajando y nos lleva hacia la pista que se encuentra paralela a la carretera.


Buscamos un sitio donde comer, y pista abajo hacia el pueblo, al que llegamos sobre las 15:30 horas.
Junto a donde dejamos los coches hay un bar, así que aquí cayeron las cervezas, cafés y unas buenas charlas entre compañeros.
¡Otra ruta más a la mochila!