miércoles, 31 de mayo de 2017

Subida a la Mira, Gredos (2343 msnm) por los Galayos (Mayo/17)



En este último fin de semana de mayo nos vamos a la Sierra de Gredos (Ávila), a subir a la Mira (2343 msnm), por los Galayos, por su cara sur, y otra ruta por los montes de Guadalupe (Cáceres), los molinos del Guadalupejo. Es una salida oficial del club, coordinadas por los compañeros Joaquín y Lorenzo y en la que nos daremos cita 24 compañeros.


Partimos de la pequeña localidad abulense de Guisandos, y desde ahí a pocos kilómetros llegamos a la plataforma Nogal del Barranco (1080 msnm), en donde dejaremos los coches.
Por delante tendremos unos 14 km (I/V) de marcha, unos 1230 metros de desnivel, y para ello echaremos unas ocho horas, disfrutando del paisaje.

De los 24 compañeros que vinimos para pasar el fin de semana, 22 son los que partimos hacia la Mira, haciéndose varios grupos posteriores, según nivel de dificultad. Como orientación podíamos decir que el M.I.D.E de esta ruta es 4344 (alta).


Nota antes de empezar: esta ruta la podemos realizar de forma semicircular, subiendo por las zetas y bajando por la Apretura (bastante delicado por la posible caída de piedras de los torreones de los galayos) o viceversa. O bien hacerla lineal, ida y vuelta por las zetas (fue nuestro caso, para 11 compañeros) y para otro grupo de 5 compañeros intentaron la bajada por la apretura pero al final lo descartaron y bajaron por la parte trasera de los galayos.


Pues bien, allá vamos, son las nueve de la mañana y hace una temperatura ideal para realizar este subidón de 1200 metros en tan poca distancia. Según salimos de la rotonda en la que se encuentra la escultura del “macho de cabra montés”, cogemos el sendero empedrado marcado como PR-AV 43. Al principio la cosa es suave, además agradable porque circulamos bajo los árboles de un pequeño bosquete. Pero al poco salimos a cielo abierto en el que ya podemos observar un inmenso barranco por el que tendremos que subir.


A unos 30 minutos de marcha, encontramos un pequeño desvío, nosotros seguiremos de frente (la referencia hacia la apretura), por aquí bajarían el otro grupo de cinco compañeros que hicieron la circular.


Frente a nuestros ojos vemos imponente los paredones de los Galayos, y en la otra vertiente de las chorreras, muy detrás y cubierto por nubes bajas estaría la Mira, nuestro objetivo, al que todavía queda mucho por llegar.


Seguimos avanzando por el sendero empedrado y llegamos a la primera fuente (una hora después) “fuente del amanecer” en donde podemos refrescarnos y echar algún trago.


Cuando el sendero empieza a coger bastante desnivel, algún que otro compañero se va quedando atrás, y poco a poco irán subiendo a su ritmo. Intentarán llegar hasta el refugio, pero dos de ellos desistirán y más adelante se volverán, nosotros seguimos ascendiendo.





Media hora después llegamos a la “fuente Macario” en donde de nuevo nos refrescamos y humedecemos nuestras secas gargantas.


Frente a nosotros ya vemos el refugio Victory (1950 msnm) al que tendremos que llegar tras una empinada caminata. 


De momento hemos llegado a la bifurcación (las zetas a la izquierda y la Apretura hacia la derecha), insisto, esta última tiene más riesgo e incluso parece ser que un cartel informa de esta caída de piedras, es la alternativa que cogen los escaladores que van en busca de las paredes de los torreones.


Pero el hecho de que nosotros subamos por las zetas, no es más suave, tiene que superar un gran desnivel, aunque subiendo poco a poco y disfrutando de los espectaculares picos de los Galayos se nos hace más ameno.


Conocido también como El Galayar, son un conjunto de agujas graníticas entre los 2000 y 2200 metros de altura. Todas ellas son objetivo para los escaladores: el Gran Diedro (110 m), el Torreón (150 m), la Aguja Negra, la Peña del Águila, la Torre de Amezúa… ¡una verdadera gozada poder disfrutar de ellas!


Según subimos no dejamos de observar esas moles, y es cuando nos damos cuenta de lo fantástica que es la naturaleza, y como a lo largo de los siglos se han ido forjando todas estas formaciones.



El terreno es pedregoso y con algún escalón de roca que tendremos que ir sorteando con mucho cuidado. En más de una ocasión hay que echar las manos y los pies en pequeñas trepadas.




Según subo, pienso, esta zona con algunos pequeños regueros de agua que corren bajo nuestros pies, en invierno, con todo esto helado y con la fuerte pendiente, los crampones y mil ojos serían imprescindibles para poder progresar.

Por fin llegamos al refugio Victory (1950 msnm). Son casi las doce del mediodía, no está mal, hemos tardado casi tres horas en llegar. Aquí haremos una parada para picar algo y esperar al otro grupo de  tres compañeros que vienen muy descolgados.


Este refugio fue inaugurado en 1949 y construido por la Real Sociedad de Alpinismo de Peñalara y debe su nombre a Antonio Victory Rojas (1890-1972) pionero del montañismo castellano. Tiene capacidad para 14 personas, pero caso de necesidad se puede ampliar.


Quince minutos después partimos de nuevo hacia la Mira. Cuatro compañeros se quedan aquí, no suben, por lo que empezamos a ascender los otros 16.




El terreno ahora es muy empinado, pedregoso y con mucha piedra suelta, con lo que hay que prestar mucha atención a los resbalones.


El silencio se ha apoderado de todos nosotros y solamente el resoplido es el único sonido a emitir. Subimos, subimos y subimos…pero atención estamos en el camino equivocado (vamos hacia la falsa portilla), el camino perfectamente señalizado por hitos va un poco hacia la izquierda. Casi todo el mundo aquí se equivoca y tira de frente. De hecho pudimos comprobar que no fuimos los primeros… ¡ni los últimos!


Subiendo en el último tramo por una canal junto a unas rocas, llegamos a las llanuras de Los Pelaos, la ante cima de la Mira, en donde podemos ver algunos neveros y otras tantas charcas. 



El viento ahora azota fuertemente y el frío se ha incrementado por momentos. ¡A abrigarse!
Las nubes corretean de un sitio para otro y de vez en cuando podemos entrever la torreta de la Mira.


Llegamos, son las 13:30 horas. Las cabras montesas nos reciben alegremente a la espera de su porción de comida. Fotos…y foto de grupo.





Aunque no podemos verlo bien por las nubes que suben y bajan, allí detrás está el circo de Gredos y presidiendo a este, el Almanzor (el más alto de Gredos 2591 msnm, Joaquín, Rufino ¡cuántos recuerdos!).



Tras una apetitosa comida (los bocatas de siempre) empezamos a bajar. Aquí un grupo de otros cinco compañeros se irán por detrás de los Galayos, nosotros 11 bajamos directamente hasta el refugio.


Hay que ir muy atentos a lo hitos ya que por momentos las nubes bajan y obscurecen el camino.
Descendemos por la canal, y de nuevo a disfrutar de unas formidables vistas de los Galayos.




Además ahora tenemos el premio de ver a los escaladores entre las rendijas de los paredones y en lo alto de una de las agujas, el Torreón. Con la cámara puedo observan como empiezan a tirar de cuerda para hacer la bajada en rápel. 



Al poco de nuevo en el refugio…y seguimos bajando.



Mirando hacia los Galayos vemos al grupo de compañeros intentando bajar por la lengua de piedras (la ruta de la Apretura), pero al poco desistieron y volvieron hacia atrás.



Y ya lo único que queda es bajar y bajar, zigzaguear  por las zetas… y hacia nuestros coches, a los que llegaríamos sobre las cinco de la tarde. Los otros cinco compañeros llegarían dos horas después.




Y ya, llegando al final de nuestra ruta, y tal como podemos ver escrito en la fachada de esta casa-bar toca la cervezona, aunque no aquí, porque estaba cerrado, en Arenas de San Pedro.


¡Formidable la ruta, los Galayos majestuosos, buena compañía! Imposible mejorar. 
Mañana nos vamos a Guadalupe, pero eso ya será otra historia.

Guadalupe y sendero Molinos de Guadalupejo (Cáceres) Mayo/17




Continuando con las rutas de este último fin de semana de mayo, ayer estuvimos subiendo a la Mira desde los Galayos, hoy nos hemos desplazado hasta la  localidad de Guadalupe en la provincia de Cáceres. Haremos el sendero de los Molinos de Guadalupejo.


Pero antes, y a solo 4 kilómetros  hacemos una parada en una colina con vistas a Guadalupe en el que está instalado "El Humilladero", una pequeña ermita gótico mudéjar del siglo XV. 


En este lugar se arrodillaban, rezaban y se humillaban los cautivos redimidos y los peregrinos que venían desde el norte al divisar por primera vez el Santuario desde este alto de la  Sierra Altamira. Uno de estos cautivos fue Miguel de Cervantes que acudió a Guadalupe a ofrecer los grilletes que los turcos le pusieron durante su apresamiento en Orán.



Además de la visita a esta ermita, no desperdiciamos el tiempo y aprovechamos para saborear unas exquisitas moras que con tantas ganas nos comimos


Con el estómago bien harto de moras y con las manos bien moradas, bajamos hasta Guadalupe. Yo no la conocía, así que además del sendero queríamos dar una vuelta por el pueblo una vez terminada la ruta  (cosa que no sucedió, ya que nos cayó una fuerte tormenta).  


De este modo, solo pude recorrer algunas de sus calles y sus pintorescos rincones, en lo que nos dirigíamos hacia el sendero que estaba en el otro extremo del pueblo.
El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1993. En su interior se aprecia los estilos gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico, es decir desde los siglos XIII hasta el XVIII. 


Según cuenta la tradición un pastor encontró una talla de la virgen María en el río Guadalupe a finales del siglo XIII o principios del XIV. Cerca del lugar donde se encontró la imagen se construyó una ermita alrededor de la cual surgió el asentamiento actual con el nombre de Puebla de Santa María de Guadalupe.


Situada en la comarca de las Villuercas, Guadalupe fue declarada como conjunto histórico-artístico, siendo ésta una típica villa serrana. 
Así que sin más demora, todos los compañeros nos reunimos en las puertas del Santuario. Unas fotillos del lugar y avanzamos por la calle lateral del Santuario en busca del sendero.


Quedándome descolgado del grupo, me quedé al final para intentar disfrutar del callejeo de Guadalupe. A nuestro paso, al igual que en otras villas de este estilo, las coloridas flores son testigo de su belleza.


Sus habitantes, no ajenos al ajetreo de peregrinos, visitantes, senderistas...me saludan al pasar e incluso intercambiamos alguna que otra palabra.
¡No puedo perder de vistas a mis compañeros que van por allí delante!, así que sigo avanzando en solitario por sus hermosas callejuelas, a la que de forma veloz me doy una escapada.


El agua, en su constante correr, fluye de pequeñas fuentes instaladas en acogedoras plazoletas, y alrededor de ellas, como alimentándose de su humedad, las flores, con sus hermosos y penetrantes coloridos dan mas vistosidad a mi andar. 


Y ya saliendo del pueblo, antes de iniciar el sendero, otra pequeña fuente, en la que sus habitantes aprovechan para coger agua...y saludarme a mi paso.
-A donde vais, me pregunta esta curiosa anciana vestida de negro.
-Vamos de sendero, le contesto yo, a los Molinos del Guadalupejo


Y antes de adentrarnos en las pistas que nos llevarán al sendero, las últimas vistas de Guadalupe y de su hermoso Santuario.


 Son las 11,15 y aquí iniciamos este sendero que nos adentrará en el pequeño arroyo del Guadalupejo, en el que antaño varios molinos se construyeron. 


El recorrido será de unos 12 kilómetros, en su mayor parte por pista, y con unos 200 metros de desnivel, y para ello echaremos unas tres horas y media, yendo en plan tranquilo y disfrutando del paisaje y de los bocatas que también comeremos.


Tras un rato andando llegamos a la presa del Mato, en el que podemos observar extensos bosques más allá de sus orilla. En otoño el colorido de los árboles debe ser espectacular.


Aprovechamos para hacernos la foto de grupo en el mismo embalse, ahora si estamos todos, los 24 que nos vinimos de fin de semana.  




Y ahora llega la parte más bucólica, silenciosa, frondosa...avanzamos paralelo al río, y al poco nos adentramos por un sendero, en el que los pájaros con su canto parecen darnos la bienvenida, no dejan de cantar.


¡Que lugar más hermoso!
Las aguas del arroyo corre de forma sosegada, como si no quisiera molestar. Nuestro pisar por las hojarascas en combinación con el suave canto de los pájaros y el sonido del agua al correr, nos crean una partitura en perfecta armonía. 


Y claro, aquí nos pusimos a comer, que mejor sitio para digerir nuestros inseparables bocatas.


Tras unos veinte minutos de paz en este rincón de la naturaleza proseguimos nuestra marcha, de nuevo salimos a la pista que discurre paralelo al arroyo. 


Y llegando a nuestro tramo final, el molino del Batán y otros tantos en las cercanías del lugar: molino de la Herrería, del Pan Blanco, del Martinete... la mayoría tristemente en ruinas.


Acercándose las agujas del reloj hacia las tres de la tarde, de nuevo en Guadalupe.
Aquí empezamos a dividirnos los grupos, y nosotros 8 que íbamos juntos nos dirigimos a nuestros coches, a cambiarnos...y a tomar las cervezas en este mismo bar con una buena terraza...y cuando ya hacíamos planes para realizar la visita a la villa, el cielo se empezó a ennegrecer y al poco empezó a descargar fuertemente, con lo que dimos por finalizada nuestra visita a Guadalupe...y a Sevilla.