En el día de hoy, al igual que cada vez que salimos de montaña, nuestro objetivo es disfrutar de la naturaleza, de un buen ambiente de compañeros y de hacer deporte...¡tres buenas claves!
En este caso, tras el intento fallido de visitar unas cuevas y unas tumbas por la zona de Benalup, a consecuencia de una cacería, optamos por realizar esta otra ruta que ya tenía planteada Carmina como opción B, si esta fallaba.
Nos dimos cita 15 compañeros del club, así que tras salir a las 7:30 de Sevilla con dirección Benalup, y posteriormente redirigir el destino con dirección a Los Barrios (Autovía A-381, Jerez- los Barrios, salida nº 73) hicimos nuestra parada en los ensanches que hay en la misma carretera.
En esta ocasión, nuestra ruta será un simple paseo, ya que no tiene dificultada alguna. Es más, son muchas las familias que han venido a pasar aquí hoy el día, aunque solo para hacer la ruta del Palancar, nosotros la ampliaremos y también haremos la del Charco Redondo, para que de este modo nos salga al final una ruta circular de algo más de 10 km, y unos 340 metros de desnivel acumulado.
Junto a la misma carretera, en un carril de tierra, nos encontramos un panel informativo, indicándonos la ruta del Palancar. En esta misma zona destaca de forma extraña unas grandes esculturas de hierro, que de forma definitiva tengo que decir que desentona con el entorno.
Al poco de andar por el carril, nos encontramos con una fuente ferruginosa, ya que el arroyo subterráneo pasa por una vetas de hierro, dándole este color característico de herrumbre.
Y junto a esta, nos encontramos con una tumba antropomorfa. Este tipo de tumbas excavada en la roca fue posible con las herramientas de las que disponían, debido a que se trata de un tipo de roca que una vez traspasada la primera capa es bastante blanda.
Seguimos avanzando por el carril, en donde a ambos lados nos encontramos majestuosos alcornoques y gigantescos quejigos. Y allá al fondo podemos ver otro ecosistema representado por un pinar.
Cuando pasamos los bosquetes de alcornoques, encinas y quejigos, y en un gran claro, tiramos por nuestra derecha para dirigirnos a las casas cuevas, ubicadas en un bonito enclave.
Una de ellas, la mayor, fue aprovechada por los campesinos y pastores del campo, en la que remataron con unas paredes, una puerta y un ventanuco. De este modo la convirtieron en habitable.
En el mismo entorno, y junto a esta, nos desplazamos hasta otra cueva (realmente un abrigo, por sus dimensiones), en la que de nuevo nos pudimos inmortalizar.
Estas cuevas de roca y areniscas son fáciles de ahondar, ya que superada la primera capa más dura, las interiores son muy blandas.
Varias familias habitaron estas cuevas hasta hace pocas décadas. Vivían de forma aislada y solo visitadas esporádicamente por el recovero, una especie de comerciante que cambiaba productos del pueblo por leche, huevos u otras materias que estas personas obtenían de la naturaleza.
Y sobre una de las cuevas, un resalte de roca, desde donde podemos disfrutar de excelentes vistas de la zona ...y nuestro grupo de féminas, disfrutando del entorno y de un precioso día de paseo.
Seguimos saltando de roca en roca (echamos hoy de menos los picachos y crestas por las que habitualmente trepamos) sin dejar de disfrutar.
Paco y Lorenzo oteando el horizonte desde una de sus rocas (no lo podemos evitar, parecemos cabras, vemos un roca, y allá estamos, en lo alto).
Bajamos, y vamos en busca de otra curiosa roca, situada en el mismo entorno, ésta con un gran hueco en el centro en forma de ventanuco.
Aprovechamos esta curiosa formación rocosa para subirnos en ella (con cuidado, hay que mantener equilibrio, o pasarla apoyando las rodillas).
Y claro, ya aquí, las cámaras no dejaron de disparar...
Y de nuevo retornamos a la pista que anteriormente dejamos, para después de avanzar algunos minutos por el carril que discurre por el pinar, llegamos a un excelente mirador del Charco Redondo
Y desde este mirador natural, de nuevo inmortalizamos a nuestro grupo, como siempre, haciendo el "ganso"
Retornamos de nuevo a la pista, y ésta empieza a bajar bruscamente en busca de las orillas del embalse del Charco Redondo.
Allá a lo lejos, podemos contemplar la Bahía de Algeciras, y destacando sobre ella, la silueta del Peñón de Gibraltar.
¡Bonita estampa del Charco Redondo visto desde este enclave!
Y tras una pronunciada caminata, de unos 150 metros de desnivel, llegamos a la orilla del embalse.
Ya en nuestra bajada, podemos ir divisando la roca conocida como "Cráneo de Dragón" o "Ventana del Pantano", a la que nos dirigimos.
Esta gran roca la podemos asemejar a la de un cráneo en posición yacente con un gran ojo.
Hora de comer, ¡que mejor sitio que este!
Una temperatura formidable, junto al embalse, y montados en esta peculiar formación rocosa.
Tras algo más de media hora de "comilona" y medio adormilados por este agradable sol de enero, reanudamos la marcha por el sendero que discurre por nuestra derecha, bordeando el embalse.
Pisando una tierra, que en tramos parecemos estar en el borde de la playa, vamos avanzando por este suelo que se desprende fácilmente junto al embalse.
Al poco, desembocamos en el carril, que entre alcornoques y quejigos nos llevará hasta el final de nuestra ruta, mostrada con un cartel indicativo "Monte Palancar, carril del Palancar"
Ya en la carretera, subimos por nuestra izquierda unos 100 metros, en donde se encuentran nuestros coches. Son casi las cuatro de la tarde. Nos da tiempo de visitar la Montera del Torero que lo tenemos aquí cerca "a tiro de piedra". Hacia allí nos vamos...
La Montera del Torero
Nos trasladamos hasta el kilómetro 88 de la antigua carretera Jerez-Los Barrios, muy cerca de donde estamos, y a solo 500 metros del sendero señalizado del valdeinfierno. Una vez allí, aparcamos el coche en el ensanche (pequeño aparcamiento, junto a la cancela) que hay junto a la carretera.
Tal como nos indica la wikipedia, la Montera del torero es "una curiosa formación rocosa con la forma del busto de un torero, sobresaliendo lo que sería su montera".
Se trata de un cresta rocosa que ha sido erosionada por un pequeño cauce, así como por el viento y la lluvia, dando lugar a su curiosa forma.
Para llegar a ella, simplemente tendremos que traspasar la verja, y un pequeño sendero nos llevará hasta la misma en solo cinco minutos.
Aunque sin dificultad alguna, tendremos que subir con precaución. Quizás para algunas personas no acostumbrada a subir por rocas, les cueste algo más.
Este macizo rocoso constituido principalmente por arenisca y rodeado de una serie de crestas rocosas conocida con el nombre de Tajo de los Principes, en el que podemos encontrar varias covachas, grietas y crestas. En algunos lugares hay excavadas tumbas antropomorfas.
Declarado como Monumento Natural, esta formación rocosa ya destaca y sobresale una vez que aparcamos nuestro coche.
Una vez allí, el sol penetra por el ventanal, dándonos un bonito encuadre para poderlo fotografiar.
Una vez que hemos disfrutado de la oquedad de esta gran roca, nos trasladamos a la que nos encontramos justo en frente...
Tendremos que bajar con precaución de no resbalar...
Y ya en frente subiremos a la otra gran roca...
Y ya abandonamos este enclave, dirigiéndonos hacia nuestros coches, dando de este modo por finalizado el día de hoy.
Ya solo nos queda una parada camino hacia Sevilla y tomar nuestro correspondiente cafelito junto a la sorpresa casera en forma de tarta, pastelitos o galletas preparada como siempre por nuestra compañera Ana Mari.
Un estupendo día de paseo, con bonitas vistas, excelentes compañeros y un sol primaveral.
A continuación incluyo el magnífico vídeo que realizó nuestro compañero Paco, para que de este modo quede inmortalizado nuestro paso por este trocito de Andalucía.
¡Gracias Paco!
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