Viaje a Nepal (Julio/15), vía Qatar
¡Namaste!, bienvenidos a Nepal. Esa es la palabra más
pronunciada en este bello y remoto país de Asia, en el que se encuentran las
montañas más altas del mundo. Es difícil describir con palabras este recóndito
lugar, ubicado entre los dos grandes territorios de India en el sur y China al
norte. Es el país del Himalaya, de selvas, de costumbres ancestrales, de
profundas religiones arraigadas a su gente, de pintorescos personajes con
fuertes convicciones hinduistas, de plantaciones de arroz ubicadas en
verticales terrazas…Montañeros, aventureros, trekkers, hippies, viajeros, y
desde hace ya algún tiempo turistas, son
los que colocan a este país en su lista de países favoritos.
Con una superficie de poco más de 140000 km2,
es un país pequeño, en
comparación con los que le rodean,
exceptuando el caso de Bután. Desde el punto de vista geográfico, Nepal lo
podemos dividir en tres partes: zona sur, Terai, una zona llana con pocas
elevaciones haciendo frontera con la India; zona central, compuesta por valles
y colinas (como ellos dicen) que no superan los 3500 m de altitud; y por último
la zona norte que linda con Tibet y China, es el Himalya, con ocho picos en
Nepal que superan los 8000 metros de altitud. Nosotros hemos tenido la suerte
de pisar las tres
zonas. Parque Nacional Royal Chitwan en Terai,
Valle de Katmandú y Pokkara en el centro, y un pequeño
trekking de cuatro días por el Parque Nacional del Anapurna.
Con unos treinta millones de habitantes, los nepalíes
son mayoritariamente hinduistas con el 80% aproximadamente, un 15% budistas, un
3% musulmanes, y el resto cristianos. Es normal ver en las ciudades del valle
de Katmandú, los templos hinduistas con algunos detalles budistas y viceversa.
Algunos de sus habitantes se consideran a la vez
seguidores de las dos religiones. Los hinduistas creen en un único principio
divino con tres manifestaciones principales: Brahma, Shiva y Vishnu. Para los
budistas, que realmente no se considera una religión, sino una filosofía y un
código moral de vida, no reconocen a ningún Dios, sino que plantea la
existencia de una energía divina en la que debemos fundirnos después de una
vida pura.
Aunque se dice que la mejor época para viajar a Nepal
son en los meses de Marzo, abril, mayo y octubre y noviembre. Esto es cierto,
si lo que queremos es hacer ascensiones importantes y trekking de muchos días,
ya que en esas épocas la lluvia es escasa y los cielos están bastante
despejados para disfrutar de las vistas. Desde mediados de Junio hasta mediados
de Septiembre es época de monzón, esto quiere decir que llueve muchísimo y no
es recomendable realizar largos recorridos de trekking. Nosotros viajamos en
julio, mes de monzón, en el que tuvimos suerte por una parte y padecimientos
por otro. Aunque prácticamente todos los días llovía, siempre era a partir del
mediodía-tarde y por la noche. Así que aprovechábamos todas las horas previas
para disfrutar de un paisaje frondoso y de un intenso color verdoso, y esto es
suerte por la cantidad de agua caída. En los otros meses, al no caer agua es
más seco.
Suerte igualmente porque disfrutamos de las impresionantes vistas de algunos picos ocho miles como el Anapurna (8091 m), Dhaulaguiri (8167 m) y otros como el Anapurna sur (7219 m), el Fishtail (6993 m) siendo esta una cumbre sagrada para los nepalíes y que no se puede ascender, el Himchuli (6441 m) y el Nilgiri (7061 m). Y mala suerte ¿Por qué?, en época de monzón las sanguijuelas están en pleno apogeo.
Como todos
sabemos, son esos pequeños bichitos parecidos a los gusanos y que mueven su
cuerpo en el aire buscando un cuerpo humano o animal. Una vez encontrado, se
pegan y nos chupa la sangre. Haciendo el trekking, eran decenas, cientos las
que estaban por todas partes. Se nos pegaban a la ropa y sobre todo se nos
subían por las botas a cada paso que dábamos. Nuestro guía iba preparado. Dos
saquitos de sal, si alguna sanguijuela conseguía aferrarse a nuestro cuerpo,
estos se mojaban con agua y se colocaba encima de la sanguijuela provocando de
esta forma que abandonase el cuerpo. Lo peor es, y ya contaré más adelante,
cuando la tienes en tu propia habitación, sí en la cama, en el baño, por todas
partes…¡esa noche se podrá dormir!
En cuanto a vacunas se refiere, yo digo lo de siempre,
lo que la OMS me diga. Aunque no es ninguna obligatoria, si algunas
recomendables. Yo en mi caso ya iba vacunado (por estar en la India el año
anterior) o me vacuné de Hepatitis A y B, Tifus, Cólera, Tétanos, y por viajar
a la zona sur, a la selva del Parque Nacional de Chitwan la médico nos dijo que
esa zona era de riesgo de malaria, con lo que nos llevamos las pastillas
malarone. Una vez allí, vimos que la malaria ya se había erradicado de la zona
hacia años, con lo que solamente nos tomamos dos.
Antes de viajar a Nepal debemos recordar algunas
cosas: la hora local es +3:45 horas que en España. Para entrar en el país es obligatorio
el pasaporte en vigor y un visado que podemos sacar una vez que lleguemos al
aeropuerto de Katmandú, previo pago de 25 € (para quince días, que fue mi caso)
y rellenar algunos formularios. La moneda es la rupia, que a fecha de julio del
2015 daban unas 110 rupias por un euro. Saliendo desde Madrid o Barcelona en
avión, lo normal es que hagáis escala en Turquía, Emiratos árabes o Qatar (fue
nuestro caso). El precio puede rondar entre los 600-700 € I/v desde Madrid si
lo sacamos con tiempo, llegando a los 900 si lo hacemos de un día para otro.
Nosotros lo sacamos cinco meses antes. Sobra decir que siempre es conveniente
hacerse de un seguro de viajes en el que cubra cualquier contratiempo de
enfermedad o accidente. Más vale pagar y no usar, que caer malo y no tener
cobertura.
Nepal es un país barato, muy barato. Aunque uno puede
gastar miles de euros en dormir, comer, etc, eso dependerá de cada bolsillo.
Pero para personas terrenales como nosotros y que intentamos ajustar al máximo
el presupuesto, es un país muy barato. Aunque nosotros dos, Rosa y yo habíamos
contratado los servicios de un guía local (leer más adelante) para los trece
días, ya llevábamos bastante incluido en nuestro paquete: dormir, comer,
transporte, actividades, permisos, entradas…
Para comer se puede pagar por persona como media entre
1 y 5 €. Nosotros solíamos comer cada uno un primer plato, por ejemplo alguna
sopa, y de segundo uno a compartir, o incluso uno para cada uno con bebida de
agua o algún lassi (yogurt batido normal, banana, chocolate…). Suelen cobrar de
impuesto un 10% y después otro 13%. Nosotros solíamos pagar entre 800 y 1100
rupias (7-10 €) por los dos. Si lo que queremos para beber es cerveza entonces
preparad el bolsillo. Oscilan entre los 300 y 400 rupias por una botella de 650
cl.
La comida, al igual que en la india es picante,
siempre pica, aunque la pidas que no tenga muchas especies, siempre lleva.
Antes de servirte una de las muchas salsas que te ponen, primero pruébala,
salvo que quieras salir corriendo en busca de un chorro de agua. Cuando lleva
varios días ya te acostumbras. Es un poco monótona y repetitiva, casi siempre
lo mismo. Yo creo que nosotros pedimos todas las posibles, y según recuerdo no
pasaba de seis. Arroz, mucho arroz, siempre arroz.
Dal Bhat chicken arroz hervido y varios cuencos de latón con verduras
cocidas y curry, salsa con pollo, sopa de lentejas y otras salsas. El plato
favorito de los nepalíes.
Mo-mo
chicken o de verduras. Unos raviolis tibetanos
relleno de pollo o de verduras con sus salsas correspondientes
Spring Roll unos rollitos crujientes rellenos de una mezcla de
verduras con su consabida salsa.
Potato Rosty
torta de patata mezclada con queso y
todo ella gratinada
Tandori
chiken pollo frito muy crujiente con
varios ingredientes
Naam o
Butter Naam tortas de harina muy
ricas y que se comen en forma de pan
A partir de ahí podemos comer alguna musaka griega,
como hicimos en pokkara, alguna pizza también en el mismo sitio, y algunos
platos de pastas italianas, sobre todo espaguetis.
Dormir, depende donde. Puede ser muy caro o muy
barato, tremendamente barato. Por ejemplo dormir en los lodge cuando se hace el
trekking puede costar la habitación doble 4 €, pero después en estos lugares
apartados en las montañas los compensan con la comida. Desayuno 3 €, almuerzo y
cena 10 €.
En las ciudades
depende del bolsillo, desde 4 € (tenemos que ser conscientes donde dormimos,
con inquilinos que corretean por el suelo y las paredes) hasta cientos de
euros. Decentemente por 10-15 € es un buen precio y un buen lugar.
En nuestro caso, en Pokkara y Chitwan dormimos en
ambos hoteles muy buenos. Confortables, limpios, buen servicio. Hoteles
preparados para viajeros occidentales. En Katmandú, el hotel donde nos
hospedamos nos daba el avío, pero eso solo, nos daba cobijo. El personal muy
atento y servicial, al igual que el desayuno, el cual siempre tomábamos en un
tranquilo jardín. Pero…la limpieza se tiene que esmerar bastante, tienen que
ser más consiente de dicha higiene. Por último, los días de trekking, dormimos
en lodge, lugares ubicados en las montañas, en donde normalmente se comparte el
baño. Si tienes suerte te bañas con agua caliente, o con un barreño y un jarro.
Si la luz se va (que es lo normal), siempre hay una vela para acceder al baño a
media noche entre una fuerte tromba de agua. En muchas ocasiones los malos
olores te indica la dirección del baño, para que no te pierdas. Es lo que hay,
estamos en las montañas. Podemos tener suerte, y no compartir el baño, lo
tenemos en la misma habitación, pero como contrapartida, tenemos que mirar bien
donde pisamos, de lo contrario si estamos adormilados, no hay luz, y en un
despiste salgamos del baño con alguna sanguijuela en el cuerpo. Tenemos cama
donde dormir, con lo que tenemos suficiente tras kilómetros y horas de marcha.
Hay que adaptarse, y nosotros estamos en Nepal para adaptarnos, con lo que
compensa estos alojamientos, por su ubicación, su belleza y su gente.
En cuanto al transporte y las carreteras, que decir.
Recordemos que Nepal es un país eminentemente montañoso, con lo que exceptuando
la zona del sur, todas las ¿carreteras? tienen infinidad de curvas, subidas y
bajadas. Es lógico, igual pasa por ejemplo en Suiza o Austria. Pero claro esto
es Nepal, no es centro Europa, con lo que a todo esto hay que añadir cientos de
camiones cargados hasta arriba, socavones en
las carreteras=carriles=pistas por los que de pronto tenemos que frenar
rápidamente o si por lo contrario preferimos despeñarnos. Los trayectos se
hacen interminables.
Por ejemplo, una ruta de 200 km, unas siete horas,
haciendo una parada de media hora para que el conductor se relaje y de paso
pueda comer algo. Lo peor, aunque milagrosamente están todos los conductores
acostumbrados, son los adelantamientos. Es imposible pensar que uno no va a
tener el accidente. Da igual cuando se adelanta, lo importante es adelantar. Da
igual que se vea, o que venga quien venga de frente, pero público, no os
preocupéis porque en el último instante, en el último segundo, en el último
milímetro el adelantamiento ha llegado a culminarse. Por fin, durante algunos
minutos y otros tantos metros podremos tragar saliva…pero por poco tiempo, ahí
va otro adelantamientooooo.
Como en cualquier país de este tipo el regateo está a
la orden del día. Siempre que compremos algo hay que regatear, sí o sí. Del
precio que nos den, que será bastante alto, ya sabemos que se debe quedar en la
mitad o menos. Esto será siempre así, salvo que queramos pagar más. Yo en
muchas ocasiones, y que reconozco que me gusta regatear, he bajado a precios,
que cuando los pasaba a euros, al final le he dado más de forma voluntaria o
como ayuda. Se han quedado extrañado que después de bajar el precio le haya
dado más. En muchas ocasiones, son gente que lo necesitan, incluso para comer,
sobre todo si la compra la hemos efectuado en lugares más apartados y locales.
En cuanto a la propina, aquí en Nepal, no he notado
esa persecución tan insistente por conseguirla. Creo que si el servicio es
bueno se debe dar, pero sino, nada de
obligación. En nuestro caso y por lo bien que se portaron nuestros guías y
sherpa, no solamente le dimos una propina, una ayuda (por lo del terremoto,
explicado más adelante) sino que también además invitamos a varias comidas
celebrando el trekking conseguido y despedida.
Cuando en agosto del año 2014 regrese de la india,
sabía que mi próximo destino en este continente sería Nepal. Ya hacía cinco
años atrás que un compañero de mi club de montaña había estado en ese país, me
quedé hipnotizado al escucharlo cuando contaba las maravillas de Nepal. Así que
en julio del 2014 recibí una llamada de Víctor, mi compañero del club, indicándome que había
venido a Sevilla Shishir, el guía que tuvo en Nepal. Como sabía que yo estaba
interesado en ese país, quedamos una tarde para pasear y tomar unas cervezas
por Sevilla. Me lo presentó, y ese fue el origen de mi visita a Nepal. En los
siguientes meses estuvimos en contacto
por correo, concretando fecha e itinerario. De este modo ya en febrero del 2015
tenía sacado los billetes para volar a Katmandú, vía Doha en Qatar.
Sin lugar a dudas no hay una persona mejor para
tenerlo como guía que a Shishir. Excelente profesional, buena persona, y
siempre pendiente de nuestras peticiones. Para cualquiera que esté interesado
en contactar con él, ahí van sus datos: shishir
Dhakal, agencia Ambition Himalaya, ubicada en el barrio de Thamel, Katmandú. shishirdhakal@hotmail.com ese es su correo.
Y qué decir de su otro compañero Rama,
con su excelente castellano, está empapado de conocimientos de las tradiciones
y cultura nepalí. Nos estuvo mostrando todos los rincones del valle de Katmandú,
explicando las complicaciones políticas del país, curiosidades…Una persona
culta, educada y tremendamente refinada.
Había viajado por muchos países del mundo en su época
como músico y ahora colaboraba con Shishir. Y por si me quedase corto, tuvimos un sherpa que
nos acompañó en el trekking que hicimos por el Himalaya, Dyam (o algo así, era un nombre raro). Poco corpulento, bajito,
pero muy fuerte. Era un hombre de pocas palabras pero siempre pendiente de lo
que nosotros necesitábamos y tremendamente servicial. En la mitad de nuestro
recorrido cayó malo con fiebre (quizás por una fuerte tromba de agua que nos
cayó en uno de los días), nos volcamos con él, y al día siguiente ya estaba
como nuevo.
El 25 de abril de este mismo año, y a solo dos meses y
medio de nuestra salida hacia Nepal, un fuerte seísmo de magnitud 7,8 sacudió
las entrañas de este país, colocando el epicentro del terremoto en el valle de
Langtang, a no muchos kilómetros al norte del valle del Katmandú. La
televisión, radio, prensa de todo el mundo, daba la noticia de tal tragedia.
Decenas, cientos y miles de fallecidos se iban contando por días.
Zonas que habían quedado devastadas, pueblos
sepultados bajo el lodo. Trozos de montañas desprendidas. Una verdadera
tragedia. Se contabilizaban más de 8000 mil muertos, miles de heridos y cientos
de desaparecidos. El mundo entero se volcaba con Nepal. Además, recordemos que
era temporada alta para las expediciones de
montaña (cumbres de ocho miles), con lo que muchos montañeros murieron y
otros tantos desaparecieron y hoy siguen sin aparecer.
La noticia la recibí como un jarro de agua fría, ya no
solamente por las dimensiones de la tragedia, sino porque mis ilusiones puesta
en ese país recibió un fuerte hachazo. Recuerdo que ese día estaba de ruta de
montaña por Andalucía cuando mi móvil no dejaba de sonar. Compañeros y
familiares me daban la noticia. En ese momento el caos en Nepal era evidente,
lógico, acababa de suceder. Quedaba todavía dos meses y medio, con lo que yo
seguía con mis planes. Familiares y amigos ya me empezaban a decir que estaba
“loco” por querer seguir con la idea de viajar a tal destrozado país. Pero, si
no fue poco lo que pasó, dos semanas después, la tierra tembló de nuevo, en
esta ocasión la magnitud del seísmo fue de 7,3. Con lo que todo aquello que había quedado en pie, ahora
ya se vino abajo. La pesadilla se volvió a repetir. En esta ocasión, el
epicentro se ubicó cerca de la montaña del Everest, con lo que de nuevo, muchos
montañeros perecieron en el acto y miles de personas por el valle de Katmandú.
Esto sí que me pegó un palo, solo
quedaban dos meses para nuestra partida.
Llevaba varios días intentando contactar con Shishir,
mi guía, para ver cómo estaba la cosa por allí, y si él, o parte de su familia
o allegados habían resultado heridos. Todos los días miraba el correo, y
ninguno de ellos tenía noticia. Una mañana el móvil me sonó, era un correo de
Shishir. Ningún miembro de su entorno había resultado herido, así que pegué un
salto de alegría al recibir tan buena noticia. Contacté con la aerolínea Qatar
airways, para ver si había alguna incidencia sobre los vuelos. Los de esos días
estaban todos cancelados. Nepal estaba inmerso en un caos a la espera de ayuda
exterior. Para dos meses vistas ya se vería… Todas las agencias de viaje habían
cancelado sus vuelos, los clientes dieron marcha atrás en ese destino y lo
cambiaron por otro. Rosa, mi pareja y compañera de viaje no estaba por la labor
de seguir hacia adelante. Por un momento y atendiendo a sus deseos, miramos la
posibilidad de cambiarlo por Tailandia. No puse demasiadas energías en el
cambio, era demasiada ilusión la que tenía puesta por Nepal…así que llegado el
15 de julio partimos hacia Nepal.
Algunos niños siguen jugando en las calles, ajenos a
tanto desastre. Los mayores contemplan horrorizados muchos rincones de
Bhaktapur, totalmente derruido.
Sus habitantes hacen su vida normal; van de compras, a
los colegios. Las tiendas siguen vendiendo suvenires a los pocos turistas que
se ven por las calles. Hay que seguir la rutina diaria…pero en muchas
ocasiones, sorteando montones de escombros.
Itinerario
Día 1 Sevilla-Madrid-Doha
(Qatar) Dormir: hotel Plaza Inn
Día 2 Doha-katmandú
Dormir: Hotel Blue Horizont
Día 3 katmandú
Dormir: Hotel Blue Horizont
Día 4 katmandú-Pokhara Dormir:
Hotel Trekkers In
Día 5 Pokhara-Nayapul (inicio trekking): Nayapul-Birethanti-Mathathanti-Ramghai-Hile-tikhedhunga
Dormir: Lodge laxmi guest house
Día 6 tikhedhunga-Ulleri-Bhantanti-Mangethanti-Ghorepani-Dormir: Lodge Sunny guest house
Día 7 Ghorepani-Poon Hill-Deurali- Bhantanti-Tadapani-Dormir: Lodge Himalaya Tourist
Día 8 Tadapani-Ghandruk-Kimche-Seulibazar-Birethanti-Nayapul
(fin trekking)-Pokhara Dormir: Hotel Trekkers In
Día 9 Pokhara
Dormir: Hotel Trekkers In
Día 10 Pokhara-P.N Chitwan Dormir: Hotel Rain Forest
Día 11 P.N Chitwan Dormir: Hotel Rain Forest
Día 12 P.N
Chitwan-katmandú Dormir: Hotel Blue Horizont
Día 13 Katmandú-Valle
de Katmandú: Patán y Bhaktapur-Katmandú Dormir: Hotel
Blue Horizont
Día 14 Katmandú-Doha Dormir: Avión
Día 15 Doha-Madrid-Sevilla
Itinerario realizado por nepal
TREKK NAYAPUL-GHOREPANI-POON HILL-NAYAPUL
Día 1. Sevilla-Madrid-Doha
Cuando inicialmente sacamos los vuelos hacia Katmandú,
lo hicimos haciendo una escala en Doha (Qatar), con tres horas para efectuar el
cambio de avión. Un mes y medio antes de partir, recibí un correo de Qatar
airways en el que nos habían cambiado el vuelo (posiblemente por
restructuración debido al terremoto) en el que de las tres horas había cambiado
a más de ocho horas, y además pillando la noche. Concretamente llegábamos a
Doha a las 23:20 y el siguiente vuelo hacia Katmandú partía a las 7:55, con lo
que tocaba toda la noche en el aeropuerto. Como superaba las ocho horas de
escala, la política de Qatar airways es que si la espera es superior a ese
tiempo te ponen hotel gratis, y al igual que te recogen y te llevan en
transporte gratuito al aeropuerto. De este modo me enviaron por correo dicha
autorización para obtener el “visado de transfer” y una vez en el aeropuerto empezaríamos
a gestionarlo.
Así que empecé a darle vuelta a la cabeza, y me dije,
porque no aprovechar el momento de esa escala y visitar algo de Doha, aunque
fuese de noche. Por lo menos fotografiar el famoso skyline de la ciudad
totalmente iluminada.
La aerolínea Qatar airways tiene la reputación de ser
la mejor del mundo, y es cierto. La atención, el avión, las comidas son excelentes.
Pero claro, hasta el momento de la llegada al
aeropuerto no sabía que hotel nos habían asignado, y como estaría de lejos para
hacer una escapada. Pensamos, sobre la marcha decidiremos.
Efectivamente a las 23,20 aterrizamos en Doha,
habiendo salido de la T4S de Madrid a las 15:35.
Por cierto, explicaré lo de la T4 y la T4S que tantos
quebraderos de cabeza no han traído a los viajeros que partimos de esta
terminal.
Se encuentran muy distante una de la otra, ambas
comunicadas por un tren subterráneo. Se factura y se hace el check in en la T4,
pero no se embarca en esa terminal. Una vez facturado, nos dirigiremos hacia
ese tren que ya nos llevará hasta la T4S (satélite) en donde ya nos dirá la
puerta de embarque a donde nos tenemos que dirigir. Parece difícil, pero no lo
es.
El
aeropuerto de Doha es espectacular, bien cuidado, muy bien atendido y con una
plantilla enorme de trabajadores intentando ayudar a los despistados como
nosotros. La tarea que teníamos por delante no era fácil. De momento tuvimos
que subir a la primera planta (transfer desk) a donde nos teníamos que dirigir
para gestionar lo del hotel, ventanilla nº 16. Allí nos dieron la reserva del
hotel y un documento que nos serviría de visado para entrar y salir del país.
Nos dirigimos hacia la salida para que nos recogiera algún transporte, pero
¿Dónde? ¿Cómo? ¿Quién?, esa eran nuestras curiosas preguntas. De momento
seguimos los cauces normales: control de equipaje, control y sellado de
pasaporte por inmigración, y ya fuera, antes de salir a la calle, y mostrando
nuestro documento de hotel y visado, un señor nos recogió en una furgoneta para
llevarnos a nuestro hotel. Perfecto una eficacia 100% y muchísimo personal
atento. A todo esto nuestro reloj ya marcaba en torno a la 1 de la madrugada,
con lo que la escapada a Doha se veía un poco complicado. Era tarde, y el
cansancio se notaba en nuestros cuerpos tras un largo día de viaje (siete horas
de vuelo y seis de coche, más las esperas correspondientes).
El
hotel estaba relativamente cerca (unos 20’) del aeropuerto, el Plaza Inn, un
hotel de cuatro estrellas, con muy buena pinta y de categoría bastante superior
a los que nosotros acostumbramos pisar cuando viajamos. El calor a esa hora de
la noche era asfixiante, especie de una calima se notaba en el ambiente,
nuestros cuerpos estaban empapados.
Sobre la 1:30 estábamos en la recepción del hotel a la
espera de que nos asignasen la habitación. Pregunté a qué hora nos recogerían
para llevar al aeropuerto. A las 4:30 nos despertarían y a las 5:00 nos
acercarían al aeropuerto. Ahora sí que estaba claro, imposible dar una vuelta
por Doha.
Demasiado cansancio, y poco tiempo para dormir. Así
que subimos a la habitación, una estupenda habitación, y poco antes de las 2:00
ya estábamos dormidos.
A la hora pactada sonó el teléfono, 4:30, puntualidad
británica. El tiempo de asearnos, preparar las mochilas y para abajo. Era
totalmente de día, a esas horas ya se notaba un intenso calor. En la furgoneta
nos acompañaba también una familia de árabes, el marido vestía su típica indumentaria blanca, el Thawb o
Thobe o Suriyah; una túnica larga y ancha que llega hasta los tobillos y que es
la habitual en Qatar. Ella tapada con su correspondiente hiyab (velo) cubriendo
la cabeza y parte del rostro.
Así que media hora después ya estábamos en el
aeropuerto internacional de Doha, el Amad inernational airport.
Ya en el éste, vimos bastantes mujeres vestidas de
negro y cubriéndose el rostro del consabido burka (abarca todo el cuerpo con
solo una rejilla en la cara para permitir la visión) y niqab (igual que el
burka pero sin rejilla). Otras visten el shador (típica de las mujeres
iraníes), otras el khimar (velo en forma de capa que se extiende hasta la
cintura y cubre el cabello, cuello y hombros, dejando al descubierto el
rostro)…
Siempre que vemos a estas mujeres, nos hacemos la
misma pregunta, o por lo menos yo. ¿Se trata de una obligación religiosa, de
una recomendación o de una opción por cuestión cultural? Pues bien, eso
dependerá del país islámico, en algunos se exigirá como código de vestimenta
islámica, y se aplica estrictamente, son los casos de Pakistán, Afganistán e
Irán. Otros países como Turquía, Marruecos, Túnez o Egipto y otros más lo toman
como una sugerencia.
Ya dentro del aeropuerto pasamos todos los controles
de equipaje, de pasaporte y visado, y nos dirigimos hacia nuestra puerta de
embarque. El pasillo es larguísimo, a ambos lados cafeterías, sala de juegos,
ordenadores para consultar, zona de recreo para los críos. Una gozada de
aeropuerto.
Nos acercamos a una de las cafeterías y pedimos un par
de cafés (se puede pagar con euros, nosotros lo hicimos). 1 €=4 ryal qatarí. 5
€ cada café, como se nota que estamos en un país de los petrodólares.
Ya a las 7,55 partimos hacia Katmandú, cuatro horas y
media de vuelo.
Día 2. Doha-katmandú
Tras un cómodo vuelo y una buena comilona servida en
el avión, aterrizamos en aeropuerto de Katmandú sobre las 15:30 (hora local). El cielo estaba algo
gris, con ganas de caer algún pequeño chubasco. Tras bajar del avión nos
encontramos con la bienvenida a Nepal.
Ya en la entrada al aeropuerto (por cierto con una
diferencia abismal con el de Doha, aquí todo más casero) lo primero que
tendremos que hacer es rellenar los correspondientes formularios (hay cientos
repartidos por los muebles y mesas) para el visado. Primero el correspondiente
al pago (25 €, para 15 días), y después otro que presentaremos junto con el
pasaporte. Una vez realizado el trámite, a recoger nuestro equipaje. Una cosa
que si me llamó la atención es que en la salida del aeropuerto había un señor
comprobando que las maletas eran realmente las nuestras, cotejándolo con
nuestros billetes.
Ya en la calle estaba Shishir esperándonos. Aunque
tenía un cartel con mi nombre, ya lo conocía, así que nos saludamos y en un
coche particular nos dirigimos hacia nuestro hotel. Lo primero que me
sorprendió con respecto a la India son las pocas vacas que se ven por las
calles, prácticamente inexistentes, también me llamó la atención, que aunque
hay caos, es menor que en la India. Y por último, la práctica ausencia del
colorido en las ropas, la gente, menos
suciedad (no se ven los amontonamientos de basuras), menos puestos callejeros
de comida…a voz de pronto, aunque parecidos, pero había diferencia con la
India.
Una vez en el hotel, nos instalamos, atendiéndonos un
personal muy majo. Pero como ya comenté anteriormente tienen que cuidar la
limpieza y los enseres de la habitación, puertas y sobre todo del baño.
Nosotros porque no somos delicados, pero cualquier otro huye del lugar. Deben
de estar más atentos a lo que un hotel requiere en los mínimos (ya sé que estoy
en Nepal y por eso me quedé muy a gusto con un personal súper simpático).
El hotel está muy bien ubicado en el popular barrio de
Thamel. Habíamos quedado con Shishir a las 19,30 para irnos a cenar, con lo que
teníamos varias horas para pasear por el barrio e ir adentrándonos en la
cultura nepalí.
Un barrio en donde se encuentran cientos de tiendas de
material de montaña, de suvenires, restaurantes, guest house, hoteles… Los
tenderos salen a nuestro encuentro cada vez que pasamos por delante de sus
tenderetes. Pero para suerte de nosotros y desgracia de ellos, no hay
prácticamente turistas, las tiendas están desoladas, solo algunas parejas de
viajeros intrépidos al igual que nosotros. El motivo era evidente. Hacía poco
que sucedió lo del terremoto y toda la gente que tenía previsto viajar a este
país, canceló su viaje. Así que andar por sus calles era un reclamo permanente.
El barrio de Thamel es uno de los más famosos de
Katmandú, aquí históricamente se han dado cita muchos hippies, montañeros,
aventureros, viajeros y turistas, de ahí la fama de este barrio. Pero además si nos adentramos por
muchos de sus callejones podemos descubrir algunos rincones hinduistas y
budistas.
Es muy habitual encontrarnos con los vendedores de
frutas, sobre todo de bananas, mangos (están riquísimos) y granadas. Los llevan
en unas espuertas tiradas por una bicicleta, están por todas partes, y como no,
hay que comprarles.
De vez
en cuando entramos en alguna tienda para ojear un poco, y de paso vamos viendo
como llevan el tema del regateo para compras posteriores. Como es habitual y
con el poco negocio que tienen, los precios caen por los suelos.
Ya sobre 19,30 nos reunimos con shishir para irnos a
cenar a un restaurante típico nepalí en el que disfrutaríamos de bailes y comida de la zona. Estaba muy cerca
de nuestro hotel, pero antes nos acercamos a una de las muchas oficinas de cambio
para conseguir algo rupias. Son muchas las oficinas que existen por todo el
barrio. No tienen competencia entre ellas, ya que no cobran comisión, y el
cambio lo tienen exactamente a la misma cantidad. En el tiempo que estuvimos
allí lo cambiamos por 1 € entre 106 y 110 rupias.
Shishir nos llevó a su oficina, nos la enseño y allí
estuvimos intercambiando información sobre el plan de ruta de los siguientes 13
días, en el combinaríamos un trekking por el Himalaya, actividades en la selva
con animales y visitas culturales, arquitectónicas y religiosas en Pokkara y el
Valle de Katmandú.
Debido a la falta de turismo por el motivo ya
explicado anteriormente, en el restaurante solo nos encontrábamos nosotros tres
únicamente comiendo. Así que por un momento dudamos que salieran los bailarines
a danzar.
Pedimos el famoso Dal bhat, varios aperitivos de
entrada y una refrescante cerveza nepalí. La música empezó a sonar y una pareja de
bailarines interpretaron varios bailes nepalíes.
Echamos un buen rato, y tras un par de horas de fiesta
regresamos al hotel.
Día 3. Katmandú
A las ocho de la mañana ya nos habíamos levantado y desayunado en el pequeño jardín del hotel. Un buen manjar: tortilla con verduras, patatas cocidas rehogadas con vegetales, tostadas con mantequilla y mermelada y el consabido café con leche. Este sería el desayuno habitual en todos los días que estuvimos en Nepal.
A las
nueve de la mañana habíamos quedado con Rama, nuestro guía experto para
mostrarnos los bellos rincones de Katmandú.
Con un coche a disposición nuestro, durante toda la
mañana visitaríamos hasta las cuatro la tarde que llegamos al hotel, los
siguientes lugares: La Estupa budista de Swayambhunath (200 rupias la entrada),
Basantapur con la plaza Durbar (750 rupias), La Estupa budista mayor Boudhanath
(250 rupias) y el templo y recinto hinduista Pashupatinath (1000 rupias) con
cremaciones en el río.
Tras atravesar parte del laberinto de calles de
Katmandú, nos dirigimos hacia esta Estupa, ubicado en lo más alto de una
colina. Por desgracia, en cada uno de los recintos que iremos visitando del
valle de Katmandú podremos ir comprobando en mayor o menor medida los desastres
del terremoto producido meses atrás.
Antes de nada veremos que es una Estupa. Es un tipo de arquitectura budista hecha para contener
reliquias que deriva probablemente de los antiguos túmulos funerarios.
Cuando llegamos a este lugar tendremos que subir por unas escaleras a lo más alto de la colina. Los monos ya los vemos correteando alrededor nuestro. ¡Ojo con las cosas de valor que llevemos sueltas, e incluso si llevamos algo de comida en la mochila! Antes de que te des cuenta te dan el zarpazo. Varios tenderetes de artesanía y algunas imágenes de buda vamos viendo en nuestra ascensión. Ya en el templo, podemos observar algunos de los destrozos ocasionados por el terremoto. Muchas mujeres acarrean los ladrillos para su reconstrucción.
Los
ojos de buda pintados en cada una de las caras de la torre de la estupa “el Buda
que todo lo ve” son uno de los símbolos más reconocidos del país. El origen de
esta estupa se pierde en la noche de los tiempos, probablemente en los primeros
siglos antes de nuestra Era.
Cuando llegamos nos llama la atención un estanque en
el que al igual que en otras partes del mundo los devotos, creyentes o
seguidores lanzan una moneda y debe de colar en un recipiente, si se acierta la
buena suerte nos acompañara en nuestros días.
Que no tenéis monedas sueltas, no os preocupéis, aquí
una señora os cambiará tantas monedas como queráis, y ala, a tentar la suerte.
En la gran base de la estupa podemos ver unos
cilindros rotatorios que los budistas hacen girar para extender sus plegarias,
igual función tienen las banderitas de colores que cuelgan en la cuatro direcciones desde la espiral superior del monumento, y
que siempre hay que recorrer en el sentido de la agujas del reloj.
Durante
algo más de media hora estuvimos recorriendo y observando todos los detalles
del templo. Un sacerdote budista atiende a las plegarias y donaciones de
algunos de los fieles. Otros hacen entrega de sus ofrendas.
Algunos obreros poco a poco van reconstruyendo los
destrozos ocasionados por el terremoto. Es triste ver un lugar tan bello y que
parcialmente este resquebrajado por la fuerza de la naturaleza. ¡Queda mucho
trabajo por hacer!
Estos templos del valle de Katmandú están protegido
por la Unesco como patrimonio de la Humanidad, por lo que actualmente están
recaudando dinero como ayuda internacional.
Junto al templo nos podemos asomar a unas terrazas con
excelentes vistas hacia el valle de
Katmandú. Nos reunimos de nuevo con nuestro guía Rama, y tras algunas
explicaciones del budismo partimos hacia nuestro siguiente destino.
LA PLAZA DURBAR
La plaza Durbar es el corazón de la ciudad antigua de
katmandú, realmente son tres plazas contiguas, encontrándose en una de ellas el
Palacio Real, y repartidos entre ellas varios templos hinduistas en forma de
pagoda.
Aquí de nuevo podemos ver algunos de los templos reducido
a escombros, otros apuntalados parcialmente y los menos totalmente
intactos.
Al
entrar, lo primero que nos encontramos es con algunos farsantes imitadores de
los sadhus (monjes hinduistas que siguen el camino de la penitencia y de la
austeridad para obtener la iluminación). Para ellos (los verdaderos) es la
cuarta fase de la vida en la religión hindú, después de estudiar, ser padre y
de ser peregrino. La tradición sadhu consiste en renunciar a todos los vínculos
que les unen a lo terrenal o material en la búsqueda de los verdaderos valores
de la vida. Suelen llevar un tridente simbólico y se pintan tres rayas de
ceniza en su frente para representar los tres aspectos de Shiva en su búsqueda
para destruir las tres impurezas (egoísmo, acción con deseo y el maya).
Llevan túnicas de color azafrán, que significan que
han sido bendecidos con la sangre fértil de Parvati, la consorte de Shiva. Pero
estos no lo son, simplemente es un reclamo para losturistas, y que a cambio de hacerles una fotografía,
te piden dinero.
CONTINUA EN PARTE II
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