viernes, 14 de septiembre de 2012

Rumanía, Transilvania II parte. Provincia de Brasov: Castillo de Bran (Drácula), Rasnov, Rupea, Bunesti, Viscri. (Agosto/12)






Este recorrido lo haremos empezando por la visita a la localidad de Bran, a no muchos kilómetros al sur de Brasov. Pasaremos por Rasnov, y ya subiendo de nuevo a Brasov continuaremos dirección a Sighisoara, quizás  la zona más importante de Transilvania y donde se concentran el mayor número de iglesias fortificadas. Para ello pasaremos por Rupea, Bunesti y Viscri. Ya Saschiz y Sighisoara quedará en el apartado de la Provincia de Mures.

Castillo de Bran (Drácula)


Este es el lugar donde se encuentra el famosísimo castillo del conde Drácula. Todos nosotros hemos visto aquellas películas de vampiros, colmillos, sangre, tormentas, y que siempre nos habían llevado a nuestra mente a un lugar obscuro, tenebroso y perdido en algún bosque de  Transilvania. Este nombre ya de por sí, lo hemos vinculado siempre a eso, al conde Drácula.



Pues siento desilusionaros. Al contrario de lo que se pudiera pensar no abundan los castillos en Transilvania, más pueblos fortificados y ciudadelas.


Quizás el lugar más visitado de Rumanía, y no precisamente por el buen estado de conservación, y por la buena colección de muebles y objeto que alberga. Si no por su identificación con el Conde Drácula.




Pues bien, en su interior no hay testimonio de vampiro alguno, ni siquiera Vad Tepes, el príncipe valaco que inspiró el relato de Bran Stocker nunca vivió en él.



Es una leyenda que se fundó, y que siempre hemos querido pensar que esos ruidos tenebrosos en una obscura noche de lluvia, truenos y relámpagos correspondían al catillo del Conde Drácula.


Construido en el siglo XIII por un sajón de la orden de los caballeros teutónicos llamado Dietrich. Este castillo se encuentra en lo alto de un estrecho valle que comunica el sur de Transilvania con Valaquia.


Volviendo a la realidad, son miles de turistas los que se agolpan para ver este castillo. Es visita obligada, aunque después cada uno debe sacar sus propias conclusiones, de si ha merecido la pena. Pero claro, ¿como uno puede venir a Rumanía y no visitar el castillo del Conde Drácula?



Hay varios aparcamientos habilitados para aparcar los cientos de coches que aquí vienen. Y ya dirigiéndonos al castillo, decenas de tiendas y chiringuitos de souvenirs.


La entrada cuesta 50 lei (11 €), el más caro de toda Rumanía. Lo normal es que la entrada a museos, Palacios, iglesias etc estén en torno a los 4-8 leis.



Ubicado sobre una peña, nos adentramos a su interior. Angostas escaleras que suben y bajan, y en las que te chocas con  cientos de turistas en cada escalón.


La sala de la Guarnición, la sala de la cancillería, la capilla, sus pasillos, su patio interior son algunos de los lugares que podemos visitar, pero francamente con tanta gente poco se disfruta. En fin es la cruda realidad del turismo.









Rasnov



Rasnov, situada entre Brasov y Bran, es lugar transitado por miles de vehículos que se dirigen hacia el castillo de Bran, y como es natural de parada obligatoria para visitar su fortaleza y disfrutar de sus excelentes vistas.



Ya desde la carretera nos atrae la ciudadela que podemos divisar en lo alto de una montaña. Hacia allí no dirigimos, pero antes nos detenemos en el mismo Rasnov para contemplar algunos bellos rincones.




Ya subiendo hacia la Cetatea (Ciudadela-fortaleza), veremos una gran explanada con un complejo deportivo, y aparcamientos para dejar los coches.


Aquí podemos coger un transporte en forma de tractor, que no podrá subir hacia la Cetatea, o bien subir a pie por una carreterilla de 1 km aproximadamente.







Una vez arriba, hay varios chiringuitos de souvenirs y de comidas. Ya en el interior, parcialmente derruido, podemos contemplar unas excelentes vistas de toda la zona.






Actualmente este recinto se está restaurando, y se supene que no en mucho tiempo quedará totalmente reformado y ubicado como un complejo turístico, en un lugar privilegiado.




Rupea


Desde la misma carretera vemos una bonita vista de Rupea. Sobre una colina destaca su fortaleza, y en el pueblo llama la atención las muchas casas de colores vivos. 

Bunesti


A no muchos kilómetros de Rupea llegamos a Bunesti. Aquí una indicación nos marca hacia Viscri, que será nuestro próximo destino, para ver otra iglesia fortificada y que también está declarada como patrimonio de la humanidad por la Unesco.



Pasamos por una aldea de Bunesti, en la que inevitablemente teníamos que parar para charlar un poco con algunos habitantes de la zona, y que incluso pudimos acceder a sus hogares. Se veía un ambiente humilde con bastante gente de raza gitana.






Buenesti tiene cinco aldeas dispersas por la zona, todas de origen sajón. En algunas de  ellas se respira el ambiente gitano por sus calles.


Pasada la aldea, y a uno 200 metros nos encontramos una casa aislada. La señora se nos acerca para pedirnos algo de dinero. Algún billete suelto de leis le damos.



Vista de la aldea de Bunesti



Ya seguimos por la carreterilla que nos llevaría a Viscri (a unos 15 km), y que por cierto estaba en muy mal estado, con tramos convertidos en pista de tierra.

Viscri


La entrada al pueblo, donde las calles están sin asfaltar, recuerda a una época pasada de los pueblos españoles. Algunos tenderetes improvisados por los lugareños del lugar, intentando vender algo a lo pocos viajeros que aparecemos por aquí.




Si este pueblo no tuviese el reclamo de la iglesia fortificada, prácticamente estaría en el olvido. Su iglesia es una de las siete que existen en Transilvania y que está declarada como patrimonio de la humanidad por la Unesco.





La iglesia hace unos años tuvo una buena obra de restauración, de ahí que se mantenga en tan buen estado.


Como anécdota curiosa, decir que el principe d gales compró aquí un par de casas del siglo XVIII para reconstruirlas como lugares turísticos de la zona.  









sábado, 8 de septiembre de 2012

Ucrania: Chernivtsi (Agosto/12)



Estando por Rumanía, y concretamente por la región de Moldavia, cerca de la frontera con Ucrania. Decidimos dedicar un día, con pernoctación incluida para visitar la ciudad ucraniana de Chernivtsi, situada a unos 50 km de la frontera.


A pesar de que teníamos un coche alquilado para recorrer Rumanía, no podíamos cruzar con él. Por lo que en Suceava (Moldavia) nos informamos del horario de autobuses tanto de ida como de vuelta y del precio. En un principio nos dijeron que salía a las 13 horas y regresaba a las 7 de la mañana. Son solo 90 km que separa ambas localidades, y tardaría tres horas (una hora es del control de frontera), costando 30 lei rumano (7 € aprox).




Menos mal que visitando la ciudad de Suceava, entramos en turismo y volvimos a preguntar por el horario. Sorpresa, sale a las 12, porque hoy es domingo.


Así que directo a la estación de autobuses y a coger el autobús. Preguntamos, y ya nos indicaron el andén del que salía. Cuando vimos el transporte en el que viajaríamos nos quedamos alucinados, estupefactos, impactados... Un autobús ucraniano de “vete a saber cuántos años”, destrozado, sin mantenimiento, y que incluso dudamos de que pudiera llegar a su destino. En fin, esta es la aventura del viajar.




En el interior del mismo, un calor sofocante. Nuestros litros de sudor caían a chorros sobre una tapicería inexistente de los asientos. Algún que otro ucraniano de pasajero se desprendió incluso de su camisa, para así pegarse mejor el negro espaldar del asiento.

En la parte trasera, la bicicleta de un polaco descansa sobre los asientos, junto a varias mochilas de otros compañeros también polacos. El resto de pasajeros, ucranianos y rumanos, excepto dos españolitos del sur, que somos nosotros. Ah, muy importante, se me olvidaba, no abre ni una sola ventanilla, y por supuesto el aire acondicionado está en fase de estudio. Debo de reconocer que me gusta esto. ¿Por qué será?.

12 en punto, puntualidad sueca. Nos vamos para Ucrania. Que fresquito, el conductor abrió las dos trampillas del techo del autobús. Era una sorpresa guardada, aire acondicionado casero.

13 horas, llegamos a la frontera. Control riguroso. El policía ucraniano entra en el autobús y recoge todos los pasaportes. Esperamos, esperamos y esperamos. El autobús avanza un poco, y el policía nos devuelve los pasaportes. Esto no ha terminado.

Al poco nos recogen de nuevo los pasaportes, esperamos otro rato. Por fin, ya está sellada la entrada. Una hora en la frontera.

A solo un par de kilómetros, ya en territorio ucraniano, el autobús se detiene, y vemos como varios ucranianos y rumanos salen corriendo hacia un garito. Lo polacos y nosotros estamos flipando. Vienen cargados con bolsas de ¿cigarrillos?. Vemos como en el interior del autobús circula dinero entre conductor y otros pasajeros...

15 horas, llegamos a la estación de destino. Salimos algo despistados, no se entiende nada de lo que hay escrito, recordemos que utilizan alfabeto cirílico.


Hoy es domingo, tenemos cerrado todas las oficinas de cambio. La moneda que funciona es el Griven (1 €=9,5 griven aproximadamente). Ahora tenemos tres objetivos prioritarios:

1-¿Enterarnos de donde estamos situado con respecto al centro?.
2-Donde cambiaremos dinero, o si podremos pagar con euros o Leis (moneda rumana)
3-Buscar un sitio para dormir esta noche

Estamos en la calle Holovna (en ucraniano ni lo intento). Estamos a unos 3 o 4 km del centro, calle abajo. Empezamos a andar, y andar con un calor sofocante.


Vimos un hotel en el que preguntamos. Pero la chica de recepción no hablaba inglés. No entendíamos nada. A los pocos minutos llegó una muchacha que si nos pudimos comunicar en inglés. En ese hotel solo se podía quedar con reservas anticipadas. Le preguntamos por otro hotel, y nos indicó que siguiendo más abajo por la misma calle Holova encontraríamos el hotel.

Efectivamente a unos 700 metros después llegamos al gran hotel “Bucovina” de 4 ****. Parecía un gran hotel. Preguntamos el precio, 800 Griven (unos 80 €), carísimo para nuestro presupuesto. Preguntamos si era posible cambiar Euros, a lo que nos contesto que sí. Perfecto un tema resuelto.

Seguimos hacia el centro por esta larga calle. ¡Uf que hambre!, buscamos algo para comer. No vemos nada, son solo tiendas. Por fin, ahí creo que darán comidas.

Dos chicas muy simpáticas nos atienden. ¿Esto qué es un bar, un Pub, un restaurante?. Una pizza, una ensalada y dos cervezas ucranianas nos dan el avío. 90 Griven (9 €).

Ya prácticamente, en el centro, y en la mima calle, nos indican el hotel Kiev (que nombre más raro para estar en Ucrania¡¡¡).



Un gran hotel de la época comunista, pero sin reformarlo desde hace años. Recuerda los hoteles de la segunda guerra mundial.

La recepcionista, sin hablar inglés, nos dice lo que cuesta la habitación. 230 griven (23 €). Nos llama la atención que la chica anota en la ficha de estancia la fecha de entrada al país que aparece en nuestro pasaporte

Nos indica el número de habitación, la 307. Subimos a la primera planta que es donde está el encargado de las llaves, y es el que nos la suministra.

Habitación de la época de Lenin. Bueno, lo importante es que nos da el avío para esta noche. Son las 16,30 horas, dejamos rápidamente el equipaje y empezamos a patear la ciudad. Suerte que la chica de recepción nos dio un buen mapita para saber lo que teníamos que ver.


Estamos paseando por una ciudad ucraniana: tranvías, trolebúses, minimicrobuses, escritura que no entendemos, hermosas plazas, y unos bellos edificios.


Cerca del hotel, la Plaza Zentralna-platz (el mapa nos lo dieron en alemán, y así aparece), en la que se encuentra el ayuntamiento en un bonito edificio.



Durante unas horas estuvimos pateando el centro: plaza del teatro, plaza de la filarmónica, plaza del turkishen brem. Iglesias ortodoxas, otras con estilo ruso, alguna católica. Majestuosos edificios ubicados en las plazas más importantes.




Entre tanto los trolebuses y los microbuses no dejan de pasar, para dejar y recoger pasajeros. Muchos atiborrados de personas que suben y bajan en microbuses que nos recuerdan a épocas pasadas.





Hora del café. Pedirlo en ucraniano es algo complicado. Por 1,5 € dos buenos cafés con leche.


La ciudad, al igual que otras europeas, tiene un fuerte contraste entre la gente joven, y la gente mayor, aun vestido con los trajes de antaño y sus cabezas cubierta con un pañuelo.



Cuando paseamos por sus calles, muchos de los detalles que observamos nos recuerdan a imágenes vistas de la época comunista de la Unión Soviética.








En la ciudad, nos vamos encontrando varias iglesias ortodoxas, incluso una con cierto aire ruso.






La tarde empieza a caer, y las calles se llenan de jóvenes, que se ven al igual que en España con ganas de diversión, sobre todo en la plaza del teatro.



Una ciudad agradable para pasar la tarde. Estamos cansados, así que ¿Cuántos griven tenemos en los bolsillos para comer?.  Muy poquito 200 (uno 20 €), pero de ahí tenemos que dejar para el autobús de vuelta a Suceava, y algún cafelito tempranero.


Pues nada, dos hamburguesas con queso y una coca cola, en un kiosko, al igual que hacen muchos jóvenes ucranianos. 33 griven (3 €).

¡¡ala!!, a dormir que mañana nos deberemos levantar a las 5,30, para coger el autobús a las 7 de la mañana, y tenemos casi una hora andando hasta la estación.


Vaya tromba de agua que ha caído esta noche. Truenos, relámpagos ….., Menos mal que cuando empezamos a andar no llovía.

Ya estamos en la estación, Son las 6,30 horas. 130 griven el autobús, y dos cafelitos con unas pastas. Estamos hechos unos fiera, solo nos ha sobrado 23 griven. De recuerdo para nuestros hijos.


El autobús, al estilo del otro, ¿o quizás peor?. A las 8 ya estábamos en la frontera. Lo de siempre: esperar, pasaportes, policías, control. Pero además algo más alucinante.

Veo que el conductor, se pone la ropa de mecánico, se dirige al motor y arranca una pieza. Me pregunto ¿Qué está haciendo?. Se retira un poco hacia la acera. El otro conductor (siempre iban dos) sube al interior del autobús, y debajo de un asiento coge una botella (parece gasolina), va junto con el otro conductor y empiezan a quemar la pieza que arrancaron del motor. Estupefacto me quedo. Creo que lo están limpiando de grasa. Efectivamente, una vez limpio de nuevo al motor. Runnnn, Runnnnn, parece que arranca. Perfecto ya estamos listos.
¡Y todo esto en el mismo paso fronterizo!



Aún no, falta la frontera rumana. A sacar todas las bolsas del maletero. Aquí los aduaneros registran bolsa a bolsa sobre todo las que pertenecen a rumanos y a ucranianos. A nosotros que somos “españolos”, según nuestro conductor, ni nos tocan. Dentro del autobús, vemos como el dinero circula entre vario pasajeros y el conductor. Poco antes de llegar a Suceava empezamos a oler a goma quemada. El autobús para y comprueba el motor. Parece que podremos llegar a Suceava, menos mal que queda cerca. Milagro, hemos llegado...