SUBIDA AL GORBEIA (TECHO DE ALAVA Y VIZCAYA)
Frondosos bosques bajo una cruz
Un gran verdor florece en estas tierras vascas, extensos bosques de robles, fuertes contrastes de paisajes.
El Gorbeia además de ser un símbolo en el país vasco, es un extenso parque natural, el mayor de la región. Con sus 21000 hectáreas abarca las provincias de Álava y Vizcaya y como cima culminante el Gorbeia, que repartido por igual entre ambas provincias corona, sobre esta gran loma con su impresionante cruz.
Datos de interés:
Lugar de partida: Sarria (Alava)
Altitud: 1481 m.
Desnivel: 859 m
Tiempo: 5 horas
Dificultad: media
Fecha: 22-08-07
Participantes: Rufino, Joaquín y Antonio
Es un extraño día de agosto, temperaturas bajas, fuerte llovizna y un cielo totalmente gris.
Nos situamos en la pequeña localidad de Sarria, cerca de Murgía, en la provincia de Álava. Desde aquí una pista nos llevará hasta el aparcamiento de la entrada al parque natural de Gorbeia (622 m).
Rufino, Joaquín y el que subscribe nos disponemos a subir a esta cumbre. Al principio la senda discurre junto al río Baias, la llovizna es insistente, y la humedad se siente en cada tramo del camino. Grandes Helechos, coloreadas y vistosas flores adornan el camino, y el sonido del agua al caer en unas pequeñas cascaditas dan un matiz misterioso, de silencio, de sosiego.
Solo los tres bajo la lluvia seguimos andando, hermosos bosques de robles,
pino y hayedos vamos dejando a ambos lados de la senda.
Después de unos cuatro kilómetros y una hora de camino llegamos a la confluencia de los arroyos carreakonta y Padrobaso, en una pequeña presa, tendremos que atravesar un pequeño puente viejo, y subir por un empinado cortafuegos hasta alcanzar las txabolas de Constantino o Gonostiano, legiano y Albizkonta.
Aquí, las nubes se apoderan de nosotros, el viento empieza a azotar fuertemente, la lluvia nos cala hasta nuestro interior. La pendiente se hace más fuerte, nosotros resignados seguimos subiendo.
Joaquín y yo, delante, y un poco más rezagado Rufino, casi sin verlo, medio oculto entre las nubes, como en tinieblas, sigue avanzando a su ritmo.
El silencio se apodera de nuestro ser, y el monólogo con nuestro interior es casi permanente, rebotando hacia el exterior en forma de suspiro.
No vemos nada, pero seguimos andando sobre una senda imaginaria que coincide con la línea divisoria de ambas provincias.
El viento cada vez más fuerte, y más frío, calados hasta los huesos contamos los pasos para divisar la cumbre, su cruz, una enorme cruz de 17 metros de altura no la vemos; las nubes, la niebla…nos tapan los ojos.
El viento se convierte en una fuerte ventisca, y la temperatura baja bruscamente, quizás a 4 o 5 grados.
¡Dios, que frío!, por fin la cruz, ya casi delante de nosotros la pudimos palpar, pero el viento nos arrastraba y el frío se empezaba a notar en nuestro interior. Por fin hemos llegado.
Tras cinco minutos escasos en su cumbre, tuvimos que descender rápidamente. En la bajada, las nubes iban desapareciendo, y ante nosotros una ventana abierta, donde el paisaje era espectacular.
Relajados y charlatanes disfrutamos del camino de vuelta, aunque eso si, calados por dentro. Tras cinco horas de marcha, a nuestra espalda otra cumbre, otro logro, otro reto, otra ilusión; el techo de Álava y Vizcaya que como buenas hermanas se sienten orgullosas de esta loma, de esta cruz, del Gorbeia.
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