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VIENE DE PARTE (VI)
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Una vez
desayunado, quedamos a las 7:00 para dar un paseo en elefante, adentrandonos en
la selva.
Un todo terreno nos llevo a los cuatro (los dos inglese y nosotros). Tiramos por una pista de tierra, atravesando varios poblados en donde las construcciones eran de adobe. En quince minutos llegamos al interior de la zona protegida.
Subimos unas
escaleras en las que quedamos a nivel del lomo del elefante, al que pudimos
montar. Una vez acoplado los cuatro, nos adentramos en la selva después de
atravesar el río Hapti.
Nuestro
recorrido lo haremos durante una hora y media aproximadamente, así que abriendo
los ojos para ver cuantos animales divisábamos.
Una vez atravesado el río, nos metemos de lleno en la selva. A veces tenemos que agachar las cabezas, porque de lo contrario, con tan densos árboles, nos quedamos sin ella. Solo vamos nosotros y otro elefante cargado con cuatro muchachos holandeses (que por cierto después coincidimos con ellos en el autobús hacia Katmandú y charlamos un buen rato). Esto es bueno porque no haremos mucho ruido para ver animales. En otras épocas son tantos los elefantes cargados con turistas que parece una feria.
Ya en el
interior de la selva, el silencio se apodera de nosotros, solo quedaba
interrumpido por el armonioso piar y graznido de muchos pájaros y aves. Bajo
los enormes pies del elefante de vez en cuando se veia algún pequeño roedor
correteando.
Nuestro
elefante se detiene, no quiere andar, parece que tiene hambre. Muchas de las
ramas de los árboles van directamente hacia su boca. ¡es increible la fuerza
que tienen estos bichos!
Pueden alcanzar velocidades de hasta 56 km/hora. Son excelentes nadadores y pasan gran parte de su tiempo sumergidos en charcas y lagos. Su único cuerno puede medir entre los 10 y 61 cm.” Estos son más largos en los machos que en las hembras”.
Vemos varios campesimos que estan recolectando grandes amasijos de hierba, todos van andando en fila india, cargando en sus espaldas esos grandes bloques de hierba.
De nuevo atravesaremos el río, y a los pocos minutos llegamos a nuestro lugar de partida.
Tras avanzar
un rato, por fin los vemos, una pareja de rinocerontes refrescándose en un
estanque.
El silencio
del entorno ha dado resultado, ahí están. La primera vez que veía a unos
rinocerontes en libertad y en plena selva ¡que ilusión haberlos visto!
El
rinoceronte de un solo cuerno o también llamado rinoceronte de la India es una
de las tres especies de rinocerontes que existen actualmente en Asia. Las otras
son el rinoceronte de Java con el que está estrechamente relacionado y el raro
de Sumatra.
Según Wikipedia “estos rinocerontes tienen un gran tamaño que llega a casi los cuatro
metros de longitud y 1,85 m de altura con un peso máximo de 2270 kg.Pueden alcanzar velocidades de hasta 56 km/hora. Son excelentes nadadores y pasan gran parte de su tiempo sumergidos en charcas y lagos. Su único cuerno puede medir entre los 10 y 61 cm.” Estos son más largos en los machos que en las hembras”.
Damos varias
vueltas por el estanque para poderlos ver bien. Hemos tenido suerte, uno de
ellos se levanta y empieza a salir de la charca. Su piel está dividida en
varias placas a modo de coraza.
Seguimos
nuestra marcha adentrándonos en esta frondosa arboleda. El canto de los pájaros
con un silencioso fondo sigue siendo nuestro fiel acompañante ¡Cómo podemos
disfrutar de este lugar yendo solo dos elefantes!. Leyendo el relato de otros
tantos viajeros que ya estuvieron aquí, no tuvieron esa suerte, se fueron de
Chitwan sin ver un solo rinoceronte.
Nuestra
suerte no acaba aquí. Muy cerquita vemos un grupo de bambis, uno de ellos se
resguarda entre la maleza, quizas
acostumbrado a ver los elefantes de cerca, se recuesta y así nosotros los
pudimos disfrutar a pocos metros de distancia.
En una ocasión oímos el sonido de un macaco que se balanceaba
entre los árboles, y que de reojo pudimos ver.
La excursión
se está acabando y ya tenemos que ir abandonando esta frondosa selva.
Vemos varios campesimos que estan recolectando grandes amasijos de hierba, todos van andando en fila india, cargando en sus espaldas esos grandes bloques de hierba.
De nuevo atravesaremos el río, y a los pocos minutos llegamos a nuestro lugar de partida.
Abandonando
el entorno, un improvisado artesano y vendedor nos muestra sus cestos de mimbre
hechos a mano y totalmente artesanal. Aquí cada uno se tiene que buscar la
vida, así que ”a por los turistas…”.
El todo terreno nos estaba esperando
para llevarnos de nuevo al hotel. El conductor estresado y precipitado apretó
el acelerador en estas pistas de tierra estechas y llena de baches, por suerte
seguimos vivos. Una vez en el hotel, y después de respirar profundamente, una
hora de relax escribiendo y leyendo. Rosa aprovecha para columpiarse en un
sombreado balancin y leer esos kilométricos libros gordos que nunca se acaban
de leer. Yo aprovecho para escribir un poco sobre nuestras vivencias por este
país y de nuevo releo una y otra vez el libro
sobre Nepal.¿Es un parque
temático o realmente una jungla donde disfrutar de los animales en libertad?
Esa es la pregunta que muchos de los turistas y viajeros se hacen cuando han
estado aquí. Yo creo que la respuesta está en como se haya disfrutado. ¿había
muchos turistas? ¿muchos elefantes a la vez circulando por la selva? ¿muchas
canoas por el río llevando a turistas?. Nosotros al estar prácticamente solos
lo hemos disfrutado como un bello espacio natural.
Abandonando
el entorno, un improvisado artesano y vendedor nos muestra sus cestos de mimbre
hechos a mano y totalmente artesanal. Aquí cada uno se tiene que buscar la
vida, así que ”a por los turistas…”.
El todo terreno nos estaba esperando
para llevarnos de nuevo al hotel. El conductor estresado y precipitado apretó
el acelerador en estas pistas de tierra estechas y llena de baches, por suerte
seguimos vivos. Una vez en el hotel, y después de respirar profundamente, una
hora de relax escribiendo y leyendo. Rosa aprovecha para columpiarse en un
sombreado balancin y leer esos kilométricos libros gordos que nunca se acaban
de leer. Yo aprovecho para escribir un poco sobre nuestras vivencias por este
país y de nuevo releo una y otra vez el libro
sobre Nepal.
Actividad 4:
Baño de elefante
A las 10:30 habíamos quedado de nuevo con nuestro guía
para que nos llevase a dar un baño con los elefantes. Una vez en la orilla del
río, el mahout (cuidador de elefante) se adentra en las aguas y el elefante
empieza a rociarle con su trompa chorros de agua.
Nos invita a que nosotros lo hagamos, pero ninguno de
los cuatro estamos por la labor, aunque debo de reconocer que me hubiera
gustado. No íbamos preparado con ropa de baño, y además francamente, pudiendo
ver el oscuro color del agua, tampoco nos atrevimos. Quizás la desconfianza o
preocupación de ser aguas contaminadas ni lo intentamos.
Pero una pareja de jóvenes japoneses no tuvieron tanto
problema. Ya iban preparado con ropa de baño, así que al agua pato. Tuvimos un
rato divertido.
Actividad 5:
Paseo por las aldeas
Una vez que terminamos con el baño del elefante, Rosa
y yo nos fuimos a dar un paseo por las aldeas de Sauraha (esto realmente no
era una actividad planteada en el
paquete que teníamos contratado, pero lo he incluido como algo más, que hicimos
y que fue interesante).
Si nos apartamos de la calle central de Sauraha, en
donde se encuentran todas las tiendas y guest house, y nos trasladamos a la
zona interior del campo, descubriremos la auténtica Sauraha, en donde los
campesinos viven en humildes casas construidas de adobe y rodeadas de algunos
pequeños huertos.
Nos adentramos por unos senderillos entre varias plantaciones de arroz. Desde lejos ya veíamos algunas de las casas a las que nos dirigimos. Pasamos por el interior de algunas de ellas.
Aprovechamos para darles algunos bolígrafos a los
críos, ellos contentos saltan de alegría. A la señora que sale con un crío
pequeño, le damos algo de dinero.
Cuando vinimos a Nepal, después de la tragedia del
terremoto, teníamos claro que no solamente queríamos aportar nuestra ayuda
económica por el hecho de venir y gastar en el país, sino que además queríamos
aportar dinero a todas aquellas familias que veíamos que lo necesitaban. Y este
es el caso.
Son viviendas construidas de forma muy rudimentaria y
casi de forma artesanal, con lo justo para vivir, sin ningún tipo de pretensión
económica. Viven al día, con lo que sus cosechas les dan. En una de las casas
sorprendemos a una de las madres amamantando a su bebe, al lado, los más
jóvenes comen y rebañan con la mano el poco arroz que les queda.
Actividad 6:
Paseo en canoa por el río Hapti
Una vez montado los cuatro, nuestro guía y el
barquero, nos pusimos en marcha. El silencio de nuevo con nosotros. El agua
estaba mansa y tranquila, pendientes de alguna pista que nos intuyera la
visualización de algún cocodrilo. A los pocos minutos ya vemos uno, junto a la
orilla del río. ¡Escalofriante!, que cerca está.
El río serpentea en varias ocasiones, y la corriente
de agua en algunos tramos parece arrastrarnos. El remero se deja llevar y busca
la corriente del río. Cuando nos acercamos a la orilla más frondosa, vemos a
las aves, algunas con unos bellos coloridos.
La paz y el silencio siguen siendo nuestros únicos
aliados. Solo una barca con una familia nepalí va por delante de nosotros.
Las canoas vacías vuelven al lugar de origen, solo
tiradas por el remero.
Nosotros volveremos por otra zona del río, una vez que
hayamos hecho la ruta a pie por la selva.
Me imagino este río en épocas de más afluencia
turística, lleno de canoas con decenas de personas montadas en ellas. En ese
caso creo que difícilmente los cocodrilos se dejasen ver. Insisto, tenemos
mucha suerte al estar disfrutando de este bello entorno tan virgen
prácticamente solos.
Tras casi una hora navegando por el rio, llegamos a
nuestro destino, atracamos la canoa, y nuestro guía nos plantea la siguiente
actividad, hacer una ruta a pie por el interior de la selva. La pareja de
ingleses dicen que ellos no van, no les apetece (o quizás no lo han dicho, pero
les da algo de respeto adentrarse en plena selva) y además no llevan calzado ni
indumentaria adecuados para tal fin. Así que nosotros tres haremos la ruta.
Actividad 7:
Ruta a pie por el interior de la selva
Lo primero
que nos dijo nuestro guía fue que vistiésemos con ropa obscura y no colores
llamativos ni claros. Nos quiso poner sobre aviso por si aparecía aguna fiera.
Los tres poco
a poco nos fuimos adentrando en la selva. ¡Hombre, tengo que reconocer que un
poco de respeto si que llevaba! En la cabecera se coloco el guía, detrás Rosa y
en la cola yo. Claro, si venía un tigre, que empezara a comer por el final. Así
que de vez en cuando, y de reojillo miraba hacia atrás.
Nuestro guía
llevaba un bastón largo (por un momento pense que yo también tenía que haber
traido mis palos de trekking, por si acaso), pero francamente, creo que de poco
le habría servido, ya que en un par de ocasiones al escuchar unos extraños
ruidos pegó un sobresalto, y ademas con ese cuerpo tan recortado, las bestias no
hubieran tenido ni para merendar.
Pocos
animales de momento estamos viendo, más que pocos, ninguno. Muchas aves y
bonitos pájaros de colorines. Lo que si hay, y muchos, son gigantes termiteros, algunos nos superaban a
nosotros en altura, y muchos árboles retorcidos con curiosos perfiles, y raices
que se pierden de forma aerea en busca de otros árboles.
En el camino un par de huellas de tigre (según nuestro guía),
uno no nos preocupaba porque marcaba en dirección contraria, pero otra huella
más fresca (insisto, según el, yo no entiendo de huellas) apuntaba hacia
nuestra misma dirección. Esa si me preocupó.
De momento me
vinieron a la cabeza varias escenas de animales descuarizadores de personas
intrépidas. Pero después pensé, aquí tan cerca, y ademas estos felinos
raramente se ven por aquí, y además se van a arriesgar los guías de que nos
“coman los tigres”, entonces yo mismo, y con mi propio argumento
convincente, ya me tranquilicé ¡Uf, Lo
que faltaba! Las nubes se fueron concentrando y ennegreciendo por segundos, a
los pocos minutos empezó a llover fuertemente. Ahora si que tenían una gran
oportunidad los tigres con nosotros. Empezamos a acelerar nuestro paso, no por
los tigres, sino porque nos estabamos poniendo empapados…y de pronto alla a lo
lejos vemos un grupo de ciervos, un macho con dos potentes cuernos y varias
hembras que intentan escabullirse entre el follaje.
Una tupida
cortina de lluvia se interponia entre el objetivo de mi cámara y los cérvidos,
pero a pesar de la lejanía los pude fotografiar.
Nuestras
botas hacian agua, ya no nos importan los charcos, el barro; todos para
nosotros. Tras una hora de ruta por esta bella selva, allá a lo lejos vimos
varias chozas y el centro de cria de elefantes, en el que también hay un
pequeño museo explicativo sobre el Parque Nacional. Allí nos estaban esperando
la pareja de ingleses. Esperamos un poco a que la tormenta pasara, nos
dirigimos al río y allí una baquichuelas nos pasaron a la otra orilla, dando
aquí por finalizada nuestra marcha en la selva.
Día 12. Chitwan-katmandú
Actividad 8:
Avistamiento de pájaros
Andamos durante unos quince minutos por las aldeas hasta que llegamos a un bosque junto al río y en la entrada del Parque Nacional. El silbido de los pájaros de oían por todas partes, era difícil verlos pero algunos sí que lo conseguimos ver. En una hora ya estamos de vuelta.
A las 6,30 de la mañana habíamos quedado de nuevo, en
este caso para contemplar algunos de esos pájaros en su amanecer (no era algo
que nos hiciera especial ilusión), había que madrugar bastante, pero bueno, por
ser la última actividad, tampoco nos la vamos a perder. De hecho los ingleses
no vinieron, prefirieron dormir.
Andamos durante unos quince minutos por las aldeas hasta que llegamos a un bosque junto al río y en la entrada del Parque Nacional. El silbido de los pájaros de oían por todas partes, era difícil verlos pero algunos sí que lo conseguimos ver. En una hora ya estamos de vuelta.
Desayunamos a las ocho y a las nueve salía nuestro
autobús hacia Katmandú. Así que nuestro guía nos acercó con el todoterreno,
dando aquí por finalizada nuestra estancia en Chitwan.
Este si que
era un autobús autentico nepalí en el que tendremos que ir sentados durante los
170 km que nos separa hasta Katmandú, y las seis hora y media de duración.
Menos mal que junto a los asientos hay un pequeño ventilador que no dejamos de
apuntar para que nos ventile. Hace muchísimo
calor, y el aire acondicionado que tenemos es abrir las ventanas y el
fresco de ese pequeño aparato.
En los
asientos de al lado van los cuatro muchachos holandeses que ya vimos cuando
montamos en elefante. Han realizado una cooperación y han estado ayudando en
una escuela, además de sus escapadas viajeras. Durante un rato estuvimos
charlando e intercambiando las correspondientes opiniones sobre Nepal. El resto
de los pasajeros son nepalies, unos entran y otros salen. Solo nosotros
llegamos hasta katmandú.
La carretera
infernal, mas que carretera, pista de tierra en algunos tramos: baches,
adelantamientos suicidas, curvas, subidas, bajadas…las carreteras en Nepal se
hacen interminables.
Hicimos una
parada de media hora para comer algo, nosotros con unas galletas, unos plátanos
y agua ya teníamos bastante.
Aprovechamos
para dar un donativo en donde compramos el agua. Una señora con un crío desnudo
en sus brazos nos atiende, en un horno de barro al igual que hace cientos de
año preparan algo de comida. Estaba claro que esa familia tenía pocos recursos,
con lo que le echamos una mano.
De nuevo al
autobús, y de nuevo a rezar. Nuestro chofer adelanta siempre, da igual si puede
o no, el caso es adelantar, y si viene uno de frente ya se apartará, frenará…o
caeremos al barranco, que por cierto tiene una buena altura…y abajo el
caudaloso río.
A las 14:30
llegamos a katmandú. Shishir nos estaba esperando ya con un coche. Fuimos al
hotel en el que ya estuvimos, y ya toda la tarde libre por Katmandú. Como era
mediodía y no habíamos comido, nos
fuimos al barrio de Thamel, almorzamos en un buen restaurante que a la vez era
un hotel, ubicado en una de las calles más comerciales del barrio de Thamel. La
la tarde la dedicamos a regatear y
efectuar algunas compras.
Cuando
paseamos por katmandú y vemos esos tendidos electricos, todos nos hacemos la
misma pregunta, ¿Cómo es posible que eso pueda funcionar? ¿Cómo detectan el
fallo en caso de una avería? ¿Qué cable va a cada edificio? Es una maraña de
cables aereos que cruzan a cada extremo de la calle.
Uno de los
días que estuvimos en katmandú vimos una explosión en una de las torretas de
esos interminables cables. ¿Solucionaron el problema? ¿Cómo?. La gente asustada
miraba al lugar del fogonazo, todos como sorprendidos de este destello…es
curioso lo normal que puede ser acostumbrarse a algo que para otros no es
normal…
Día 13. Valle de Katmandú: Patán y Bhaktapur
CONTINUA EN PARTE (VIII)
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